Nacida en Puebla en 1920, Elena Garro se inici贸 en la literatura en la capital de su pa铆s y, muy joven, se cas贸 con Octavio Paz. Del viaje que hiciera con su famos铆simo marido qued贸 el relato testimonial Memorias en Espa帽a, 1937. Desavenencias con otros intelectuales mexicanos le valieron un rechazo que la empuj贸 a un exilio hacia Estados Unidos, Francia y Espa帽a. Una notable obra 鈥搉ovela, teatro cuento, testimonio鈥 la ubica en un lugar relevante en la literatura mexicana y continental, sin embargo, la calidad de sus textos no fue pareja con el reconocimiento, quiz谩 debido a la sombra imperiosa de Octavio Paz.
El volumen de cuentos, Andamos huyendo Lola (1980), reeditado ahora en Argentina, no s贸lo da cuenta de su habilidad en el manejo de tramas, registros de lenguajes, construcci贸n de personajes, primac铆a del papel de las mujeres, sino que tambi茅n pone en escena la experiencia de la fuga, en una especial inflexi贸n del exilio como lejan铆a, extra帽eza y angustias. 鈥淎ndar huido鈥, es la frase que ya desde el primer relato emplaza esta condici贸n.
鈥淓l ni帽o perdido鈥, contado en primera persona, sin ahorro de coloquialismos, acent煤a la movilidad en las cambiantes palabras del chico mentando sus azarosos caminos. Y vale destacar el azar que rige los encuentros casuales de gente proveniente de sitios m煤ltiples, vinculada por circunstancias que imponen y potencian acercamientos y pactos. Los narradores de 鈥淟a primera vez que me vi鈥 y 鈥淓l mentiroso鈥, dan pleno lugar a los inveros铆miles desplazamientos espacio-temporales, en el primer caso del misterioso ser ubicuo que, como el legendario Pancho Villa, cruza la frontera y anda por Estados Unidos, en tanto 鈥淓l mentiroso鈥 cuenta una escapada que no es sino pura fantas铆a y excusa para los o铆dos de los adultos.
El cuento que da t铆tulo al volumen, 鈥淎ndamos huyendo Lola鈥 exacerba los traslados. En clave realista, aunque con fantasmas rondando, est谩n las fugas que vertiginosamente se multiplican en ese relato y conforman una especie de continuidad en varios de los que siguen, en particular por la persistencia de una mujer signada por la fuga: la Lola que hab铆a escapado de los nazis, que pas贸 por una vivienda extra帽a de Nueva York semejante a un muestrario de migrantes (jud铆os, rusos, negros) y organizaciones persecutorias 鈥搇a mafia, el FBI, la KGB, los chinos鈥, que en Madrid sufre encierro, hambre y el acoso de los due帽os de una extra帽a casa. Similar, 鈥淟a corona de Fredegunda鈥, es un progresivo anudamiento de seres cuyo centro est谩, de nuevo, entre la estancia precaria y la partida inminente a煤n demorada. Sigue Lola trashumando, pero en 鈥淟as cabezas bienpensantes鈥, donde se la compara con Mar铆a Antonieta, vuelve una voz en primera persona y la apela: 鈥溌 andamos huyendo Lola!鈥, enfatiza, porque es preciso seguir huyendo aunque no se sepa exactamente de qu茅, ni por qu茅. La saga madrile帽a contin煤a, con leves pero intensificadoras modificaciones, por ejemplo la inclusi贸n en la historia de un diario personal, y con un plus: la falta de la prueba de identidad por ausencia del papel que certifique la existencia, de ah铆, 鈥淒ebo olvidar...鈥 refiere a las anotaciones escondidas, testimonio de los derrotados, faltos de existencia constatable. Los mismos personajes retornan en 鈥淟as cuatro moscas鈥, como prolongando la fr谩gil permanencia en lugares hostiles, entre encuentros sospechosos. Que siguen, con nombres reiterados o incorporados, por ejemplo en 鈥淯na mujer sin cocina鈥, o la carencia de lugar propio para 茅sa que no ha escuchado los consejos sobre el camino de las rosas y de las espinas tejidos con San Pedro y San Pablo. Lelinca, como Dionisia de 鈥淟a dama y la turquesa鈥, el 煤ltimo relato, 鈥渉an roto鈥 como otras, 鈥渟u casa y su memoria鈥 en pos de algo mejor, pero que al final las llevar铆a a la movediza comunidad internacional de errantes 鈥渉uidos鈥, cuyos caminos a veces se intersectan.
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