Todo Buenos Aires sabe que desde la 117 Sandusky Street de Pittsburgh sali贸 una muestra del artista norteamericano Andy Warhol que se puede ver en el Malba. En una charla con Thomas Sokolowski, que vino para colgar y supervisar la muestra, surgi贸 la historia de edificio que fue reciclado y adaptado en la ciudad natal de Warhol para su museo. Se trata de un edificio industrial, y lo que Sokolowski resalta como valioso de la elecci贸n es la directa relaci贸n entre el predio, con su car谩cter industrial, y el imaginario del artista vinculado con esos grandes espacios reutilizados.
La historia se fue tejiendo a medida que el comit茅 del museo lleg贸 a la conclusi贸n de que era imposible montarlo en Nueva York, como hab铆an so帽ado desde un principio. Los precios inmobiliarios lo imped铆an y el proyecto alternativo surgi贸 de un modo r谩pido y definitivo: llevar la obra de Warhol a su Pittsburgh y, con valores sustancialmente menores, concretar una sede que refleje su esp铆ritu. Esto llev贸 a que se comprara el edificio actual, de siete pisos, y a que el arquitecto Richard Gluckman lo adaptara para su nuevo uso. Gluckman ya hab铆a trabajado en el Instituto de Arte Giorgia O鈥橩eefe de Filadelfia y arm贸 un museo que rescata el valor intr铆nseco del edificio valorando sus fachadas y su portal, transformando su interior en plantas libres abiertas a todo uso. De espacios altos y muy bien iluminados, las plantas se llevan perfectamente bien con la historia de Warhol, tan vinculada con los lugares de trabajo ya en desuso.
El museo es una atracci贸n importante para la ciudad y le da a la obra un aporte interesante. Sucede que la difusi贸n masiva de los trabajos de Warhol es tal, que el p煤blico ya conoce de memoria casi todo lo expuesto. Por eso, la visita al museo ten铆a que aportar algo m谩s que la simple observaci贸n de la obra. El Warhol transmite el entusiasmo y el compromiso del autor con su tiempo. Su director hasta cree que en un futuro el museo puede cambiar de nombre, bajando a Warhol de la cartelera y posicionando al museo como de arte popular norteamericano del siglo XX.
En la muestra actual en el Malba no sucede nada as铆. Si bien las obras est谩n bien colgadas, transmiten algo ya difundido sin demasiado riesgo. S贸lo el car谩cter de serie y de repetici贸n acent煤a la potencia de las obras que junto con las filmaciones de 茅poca potencian la muestra. Hay un espacio para las Marilyn, otro para las sillas el茅ctricas, otro m谩s para las latitas Campbells y un solitario Mao.
En la sede de Pittsburgh, el edificio aporta una cuota de inter茅s que conduce de un modo acertado hacia el artista y su vida. Se trata de un museo cambiante y constantemente redefinido en concordancia con el mundo contempor谩neo y sus conexiones con el artista. Es entrar en un lugar que ni el propio Andy Warhol conoci贸.
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