Uno de los dogmas m谩s berretas de la industria de la construcci贸n 鈥揺speculadores, sus proveedores y arquitectos a sueldo鈥 es que la altura y la densidad urbana son lo que necesita la humanidad. Como a los que pagan les importan un pitillo estos temas intelectuales, les dejan la discusi贸n a los que cobran, que inmediatamente revierten a sus a帽os de facultad: hablan en el aire y no se dan por enterados de la ciudad real ni aunque tengan que gritar por encima del tr谩nsito.
Este supuesto debate es tan burdo, que hasta se usan conceptos cuerdos para justificar las torres. Por ejemplo, los ecologistas serios cuestionan los suburbios y los countries por el enorme desperdicio de recursos, por la obligaci贸n de usar autos que crean f铆sicamente y por la cantidad de tierra que devoran. Este es un argumento a favor de la vida urbana, que con mayor densidad genera una mayor econom铆a de recursos energ茅ticos, naturales y constructivos.
Pero no es un argumento a favor de transformar a Buenos Aires en una suerte de Hong Kong o, m谩s probable, de San Pablo. Estas anarqu铆as espectaculares fueron construidas, respectivamente, por la falta de espacio y la falta de l铆mites a la industria favorita del macrismo. El resultado es agobiante, sucio, inhumano y muy rentable para los que lo originaron.
Con lo que no extra帽a que los vecinos de esta ciudad est茅n por delante de los especuladores y sus empleados, exigiendo un l铆mite de los fuertes a las alturas porte帽as. Es una gran idea, porque con una medida se solucionan varios problemas muy reales y cr铆ticos: se salvan piezas patrimoniales por el simple expediente de no permitir grandes edificios donde hay casas (se cambia la l贸gica econ贸mica), se modera la cantidad de autos en las calles y se baja la sobrecarga en la infraestructura urbana.
Un caso concreto permite apreciar esta inteligencia vecinal. Resulta que en 2010 el entonces diputado porte帽o Sergio Abrevaya hab铆a presentado un proyecto de ley de esos que son como el ajo para los vampiros. Abrevaya propon铆a bajar la altura m谩xima permitida en todos los barrios residenciales a nueve metros. La idea era muy simple a prop贸sito, ya que legalmente toda zonificaci贸n 鈥淩b鈥, residencial, pasaba a tener un tope de nueve metros sin peros ni discusiones. Como el C贸digo Urbano es deliberadamente confuso y bizantino, los especuladores y sus socios en el gobierno 鈥揺n 茅ste sobre todo, pero en los anteriores tambi茅n鈥 siempre le encuentran la vuelta a subir con los edificios. Hay tangentes, enrasamientos, anchos de avenidas, excepciones y simples creatividades po茅ticas para sacar un pisito de m谩s. Abrevaya expl铆citamente eliminaba toda posibilidad de interpretaci贸n y po茅tica legislando que nueve metros son nueve metros en todo lugar y lote.
El proyecto fue odiado por el macrismo y muri贸. Abrevaya preside hoy el Consejo Econ贸mico y Social, esa entidad multisectorial y pluripartidaria que est谩 estudiando la ciudad como pocas veces se hizo, y es precandidato a jefe de Gobierno. Resulta que los vecinos de la Comuna 10 se enteraron de ese proyecto de ley, mientras buscaban maneras de frenar la ofensiva de las torres en sus barrios. Como se detall贸 en este suplemento, un s铆mbolo de esa ofensiva es el proyecto de TGLT en la f谩brica H眉ser de Floresta, una mole enorme en un barrio donde todo tiene planta baja y a lo sumo primer piso. Pero la entrada de las torres en este barrio y en otros consiste fundamentalmente en una gran cantidad de edificios de ocho, diez u once pisos en las avenidas, m谩s todas las excepciones, FOTs de parcelas englobadas y triqui帽uelas de c贸digo posible. El macrismo en funciones siempre acepta estas cosas.
Abrevaya y los vecinos se juntaron y de ah铆 surgi贸 un proyecto de ley muy novedoso y detallado para los barrios de Villa Real, Versalles, Floresta, Monte Castro, V茅lez Sarsfield y Villa Luro. Quien conozca estas 谩reas sabr谩 que consisten en un gran 谩rea residencial, de las que tienen kil贸metros de cuadras de casas y m谩s casas, abundantes jardines y pocos comercios, excepto en avenidas como Jonte o Nazca, que funcionan como sus centros. De hecho, estos barrios gravitan comercialmente hacia Flores o Villa del Parque, 鈥淐entros鈥 subsidiarios donde hay entretenimiento, comercio y servicios.
Lo que buscan los vecinos es limitar usos, como prohibir los hoteles y pensiones, pero sobre todo retomar el tema de las alturas. El proyecto de ley retoma la idea de los nueve metros como m谩ximo absoluto en todas las calles y todos los casos, sin excepciones ni contextos que valgan. La altura m谩xima en avenidas bajar谩 de 18 a 12 metros, con un detalle importante: que esa altura m谩xima es aplicable a avenidas E3, o sea avenidas 鈥渄e verdad鈥, anchas y con tr谩nsito hacia otras zonas de la ciudad. Las avenidas 鈥渢ruchas鈥, s贸lo de nombre 鈥揷omo por ejemplo la parte estrecha de Dorrego, en Colegiales鈥 tendr谩n la altura m谩xima de una calle, que es lo que son en la vida real.
驴Tendr谩 aire este proyecto? Los vecinos de la Comuna 10 prometen que s铆 y diagnostican que es la 煤nica manera de parar la destrucci贸n de sus barrios. En a帽o electoral, tienen varios huecos por donde colarse y lograr una de las tantas cosas que el PRO no quiere que ocurran.
Las ciclov铆as
Ya que se mencion贸 a San Pablo, la capital econ贸mica de Brasil y uno de los m谩s perfectos casos de caos urbanos, una historia que demuestra que los macristas a veces se quedan cortos en eso de regalar contratos a los amigos, y de por d贸nde puede pararlos la Justicia. Sampa, como le dicen los locales, ser谩 un desastre pero es una ciudad muy sensible a las modas de urbanismo, con lo que entr贸 de lleno en la de las ciclov铆as. La masividad de la ciudad, centro de una zona urbana de veinte millones de personas, el doble que Buenos Aires, y las inmensas distancias que esto implican no fren贸 a los que versean que la bici es una soluci贸n al transporte en las megaciudades. Como dec铆a un mordaz cr铆tico de arquitectura norteamericano, todos los intendentes aman las ciclov铆as porque con un tacho de pintura ten茅s una y qued谩s bien.
Mauricio Macri entr贸 tambi茅n en esa, pero le agreg贸 su toque carero, el de bloquecitos de cemento amarillos y palitos luminosos. Se qued贸 corto frente a Fernando Haddad, el intendente paulista, que encarg贸 un enorme plan de obras donde las ciclov铆as son construidas como minicalles. Sean en veredas, cortando plazas o tomando un carril de una calle o avenida, las ciclov铆as de esa ciudad son cavadas y reconstruidas en hormig贸n, pintadas y se帽alizadas. Los contratos resultaron tan suculentos que cada cuadra termin贸 costando unos veinte mil d贸lares. O sea cinco veces m谩s que en, por ejemplo, la nada econ贸mica Par铆s.
A estos precios se le agrega un detalle de lo m谩s porte帽o, la extrema berretez de la obra. Las ciclov铆as paulistas son una colecci贸n de baches y no resulta complicado encontrar lugares donde simplemente se ve tierra por abajo de una delgada capa de cemento. Los habitantes de la gran ciudad no se asombran por estas cosas, ya que Sampa tiene una fuerte tradici贸n de corrupci贸n en estas cosas. Bajo el fantasma del inolvidable intendente Paulo Maluf, San Pablo es una ciudad donde las rampas de las autopistas se descalzan porque est谩n mal pegadas...
Ante tanto bache, tanto costo y tanta obra evidentemente exagerada, la Justicia intervino. Pero aqu铆 viene el detalle original que puede servirnos de ejemplo a nosotros, argentinos. Quien se interes贸 en el asunto no fue la Justicia de la ciudad, un fiscal local o una agencia de control municipal. La que meti贸 las narices fue la fiscal provincial 鈥揺n Brasil, del Estado鈥, Camila Mansour Magalhaes da Silveira, que en septiembre de 2014 encarg贸 un estudio t茅cnico de las ciclov铆as y copia del tr谩mite de licitaci贸n. Lo primero que descubri贸 Silveira fue que no hubo licitaci贸n, ya que las obras de millones y millones fueron concedidas por tr谩mite de comparaci贸n de precios, la figura legal brasile帽a por la cual un organismo oficial compra cuadernos o cartuchos de toner sin necesidad de licitar.
Por supuesto, este tr谩mite es para peque帽os montos, con lo que la fiscal ya ten铆a la primera denuncia lista. Pero el segundo descubrimiento fue que las ciclov铆as se hicieron sin el menor estudio de impacto urbano, ambiental o de tr谩nsito. Literalmente, el municipio no tiene ni una hojita de papel para demostrar que son necesarias y que el enorme gasto se justifica. Silveira hasta busc贸 en vano un estudio t茅cnico que explicara desde el punto de vista de la ingenier铆a por qu茅 se constru铆a como se constru铆a.
El 17 de marzo, la fiscal present贸 el caso y el muy completo relevamiento de las ciclov铆as construidas y en construcci贸n ante la Justicia del Estado de San Pablo. El pedido inmediato era la paralizaci贸n de las obras y la reversi贸n a su estado original de las calles ya afectadas, pero se hac铆a reserva de presentar cargos por corrupci贸n. El 19, el intendente Haddad se defendi贸 con un argumento digno de nuestro jefe de Gobierno: 鈥溌縋ara qu茅 critican obras que ya se est谩n haciendo?鈥. No fue muy convincente, porque el mismo d铆a el juez del quinto circuito provincial, Luiz Fernando Guerra, orden贸 paralizar todas las obras excepto la m谩s cara de todas, la de la avenida Paulista. Haddad piensa apelar el fallo, Silveira apelar que la Paulista se salve.
Mientras, otra fiscal铆a est谩 trabajando con la polic铆a revisando las cuentas de toda la red de ciclov铆as de la ciudad, que ya toca los 172 kil贸metros. El objetivo es comprobar si hubo sobreprecios y contar las instancias en las que no se control贸 el gasto y la calidad final. Lo que llevar谩 a m谩s de un porte帽o a preguntarse si, ya que Buenos Aires es una ciudad-provincia, la Justicia federal no puede ponerse a investigar estas cosas de la administraci贸n macrista. Uno sospecha que algo encontrar谩n.
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