Desde Santa Fe.
¿Cuál es su nombre?", le preguntó el presidente del Tribunal Oral de Santa Fe. "José Luis SegretÃn", contestó él. Es la pregunta habitual y la primera que suelen escuchar quienes declaran en un juicio, pero a él lo conmocionó. Porque este juicio se trata de eso, llegó frente a los jueces para que le devuelvan su identidad y la de sus hijos. Y que tras la sentencia, él pueda leer en su DNI su verdadero nombre: José Luis Maulin Pratto. El miércoles, las Abuelas de Plaza de Mayo lo habÃan presentado como el nieto 120 y el jueves, contó la trama que lo envolvió durante 32 años hasta que en 2009, el análisis genético le devolvió sus raÃces. Antes, habÃan testimoniado sus padres biológicos, Rubén MaulÃn y Luisa Pratto y su tÃa, Griselda Pratto. "Si mis viejos no me hubieran buscado, seguirÃa viviendo en la mentira y el miedo", dijo. En el banquillo, estaban las dos imputadas: Cecilia Góngora, a quien José Luis llamó "apropiadora" y la médica Elsa Nasasky de Martino, quien firmó el certificado falso con que lo anotaron como el hijo de Góngora y Luis Angel SegretÃn, en 1977. José Luis confirmó la relación entre ambas mujeres. "Cecilia era paciente de la obstetra". El tercer acusado era el jefe de un centro clandestino que operaba en la III Brigada Aérea de Reconquista, Danilo Sambuelli, pero ya falleció.
Casi al final, volvieron a preguntarle por el nombre. "¿Por qué lo llamaron José Luis?".
-Por los abuelos paternos (a quien también llamó "apropiadores"). Lo eligió Góngora y SegretÃn estuvo de acuerdo -contestó.
-¿Y cómo quiere llamarse?
Y ahÃ, manifestó su voluntad: conservar el nombre de pila por que asà lo llaman desde que nació, el 26 de marzo de 1977. Y recuperar su apellido: Maulin Pratto, que es el de sus hijos. "Hace dos años presenté una escrito ante el Tribunal y hasta inicié un reclamo en la justicia ordinaria, que está frenado".
El relato del hijo, los padres y la tÃa estuvo atravesado por esa demanda de identidad. Maulin se quebró al recordar la conducta en la escuela de uno de sus nietos, el hijo mayor de José Luis. Cuando tomaban asistencia y lo llamaban SegretÃn, él no respondÃa. "DecÃa que no era él", contó. El llanto lo frenó. Era la impunidad que se replica en cuatro generaciones: abuelos, hijos, nietos y bisnietos.
Lo mismo le pasó a Luisa en el borbotón de angustia y bronca. "Estoy aquà por la identidad de mi hijo. Vinimos acá a decir la verdad". Y cuando Griselda Pratto concluyó su testimonio, se abrazó con la abogada querellante, Lucila Puyol, en un mar de lágrimas. El relato de Luisa y Griselda fue desgarrador. La persecución, las amenazas, el abuso de poder de la patota de Sambuelli destrozó a la familia. "Fue como si una bomba hubiera estallado sobre nosotros", lo describió Luisa.
José Luis contó que las dudas sobre su identidad comenzaron desde chiquito. Cuando él preguntaba, le decÃan que "no era adoptado". TenÃa siete años cuando imaginó una travesura, que era desafÃo. Góngora lo vio triste y quiso saber qué pasaba. El contestó que en la escuela le habÃan dicho que era adoptado. Al otro dÃa, "se armó un revuelo bárbaro". La mujer lo enfrentó a una formación de sus compañeros y lo presionó para que indicara quién "le habÃa dicho eso". El no señaló a nadie.
Otro motivo de sus dudas era el cerco que lo rodeaba. "¿Por qué me protegÃan tanto?", se preguntó. "No podÃa salir ni siquiera a jugar en la vereda con los chicos del barrio. "Siempre me tenÃan bajo control estricto".
SegretÃn murió en 1986. Al tiempo, Góngora le dijo que era un niño "abandonado", que ella no era su madre biológica, pero que su padre era SegretÃn. La confesión quedó como "secreto de familia".
-¿Fue un pedido tuyo? -le preguntó el otro abogado querellante, Guillermo Munné.
-No, de ella, que yo por miedo y dolor aceptaba- respondió José Luis.
Con el tiempo, cada vez que la familia biológica intentaba un acercamiento, lo asustaban. Le decÃan que MaulÃn habÃa estado preso "por extremista" porque "puso una bomba". "VivÃa en el terror, que me buscaba alguien siniestro. Me decÃan que me venÃan a buscar para llevarme, que la intención era esa recordó. Su reacción de niño era esconderse apenas alguien golpeaba la puerta de calle.
En la escuela secundaria, su hermana Gisella, un año mayor que él, intentó acercarse a el en un recreo. José Luis le comentó el hecho a Góngora y se desencadenó "otra reprimenda". Al dÃa siguiente, la mujer fue a la escuela, pidió explicaciones a la directora y le dijo que "una chica acosaba a su hijo". No conforme con eso, siguió a la adolescente y le reclamó que "no molestara más" a José Luis. "Después, nos fuimos a vivir un tiempo a Buenos Aires" hasta que "las aguas se calmaran".
Lo llevaron a la casa "del padre de mi apropiadora", José Ignacio Góngora, quien era personal civil en la I Brigada Aérea, en El Palomar y uno de sus hijos, suboficial en la fuerza. A Góngora lo llamó "abuelo apropiador" y recordó que era amigo del ex dictador Basilio Lami Dozo, a quien visitaba en la cárcel cuando lo condenaron por la guerra de Malvinas. "DecÃa que Lami Dozo estaba preso y solo".
José Luis contó cómo era la relación SegretÃn-Góngora. "Ella era la dominante" y él parecÃa "un pobre tipo". En la indagatoria, Góngora descargó la responsabilidad en el caso en su marido, a quien describió como "golpeador" y "alcohólico". José descorrió otro velo. Relató una pelea del matrimonio, en la que "él salió llorando de la habitación y me pidió perdón. Ella le dijo que ya me lo habÃa dicho. Yo no sabÃa de qué me hablaban".
-¿SegretÃn amenazaba a Góngora?
-No, hubo problemas, pero prevalecÃa Góngora.
-¿Y cómo era el trato de ella?
-Hubo situaciones de castigo (a los chicos). Más que golpes fÃsicos, era un manejo tortuoso. A veces, calentaba una cuchara y amenazaba hasta que no le decÃamos quién habÃa hecho la travesura. O nos hacÃa arrodillar sobre maÃz. Eso me produce dolor de sólo recordarlo.
En 2009, accedió a hacerse el análisis genético. Y en mayo, el resultado confirmó que era hijo biológico de Luisa Pratto y Rubén MaulÃn. Fue hasta la casa de Góngora y le dejó la copia del estudio arriba de una mesa. "No quiero más mentiras", le dijo. No volvió más. José Luis confirmó que Góngora era paciente de Nasasky. "Era la obstetra de Cecilia".
Le preguntaron por los otros integrantes de la familia SegretÃn Góngora y mencionó a las tres hijas adoptadas por el matrimonio. "He visto sus carpetas de adopciones".
-¿Y qué sabe sobre Maximiliano? -el otro hijo del matrimonio, inscripto en abril de 1982.
-Me dijeron que estaba en la misma situación que yo, que era otro hijo extramatrimonial de SegretÃn. "Tiene una partida de nacimiento común. A la mÃa la firman Góngora y Nasasky, pero la de Maximiliano dice que nació en un parto natural, ante dos testigos". Lo que significa que carece de certificado médico.
-¿Dónde estabas cuando nació Maximiliano?
-Nos llevaron a la casa de unos conocidos (a Laura y él) y cuando volvimos, el bebé ya estaba -concluyó.
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