GuaranÃ: 7 puntos
(Argentina/Paraguay, 2015)
Dirección: Luis ZorraquÃn.
Guión: Luis ZorraquÃn, Simón Franco.
FotografÃa: Diego de Garay.
Música: Pablo Borghi.
Montaje: Nelo Bramuglia.
Reparto: Emilio Barreto, JazmÃn BogarÃn, Silvia Baylé, Hebe Duarte.
Duración: 85 minutos.
Sala: El Cairo.
La pelÃcula invitada del mes, en Cine El Cairo, es GuaranÃ. Tuvo estreno comercial, con pocos dÃas en cartel. De modo tal que su recuperación por parte del cine público es para celebrar, más aún con las presencias de su director, Luis ZorraquÃn, y productor, Esteban Lucangioli, quienes acompañarán la función de hoy, a las 20.30, con entrada libre y gratuita.
La ópera prima de ZorraquÃn se construye entre Paraguay y Argentina, con el rÃo como brazo de agua que hermana pero también separa. Este vÃnculo se traduce de varias maneras: legado histórico, memoria de continente, distancia generacional, lenguas distintas. Hay mucho de parecido y, sin embargo, también diferencias. Por momentos, parece increÃble que personas tan cercanas, por historia y geografÃa, perseveren en matices que les separan.
Desde luego, hay razones que se esconden en gestos, en mitos casi olvidados, en la perseverancia por el guaranÃ. Es la mirada ofuscada de Atilio, con muchos años encima, la que articula este relato junto con su nieta, quien le acompaña en el trajinar diario, mientras estudia y espera cartas de la mamá, lejos y en Buenos Aires. Atilio, en tanto, brega por la llegada de un nieto, para transmitir su legado, lleno de rÃo y pesca, algo que las mujeres no entienden.
De este modo, Guaranà permite un diálogo entre la sensibilidad de sus personajes y el patriarcado en el que se inscriben, con una familia partida, dividida en dos ciudades, casi parecidas, si bien una de ellas con la tierra más colorada. Lo que sacude el dÃa a dÃa del viejo pescador es la noticia de un nieto que nacerá en Buenos Aires, al fin del rÃo que tanto sabe transitar. Hacia allá entonces con su botecito, de motor que renguea, y esta nieta que se portará tan bien, o mejor, que ese nieto soñado.
A partir de acá, el film trastoca en road-movie, con caminos de rÃo y asfalto, a lo largo de un periplo que será asaltado por vicisitudes, a la par de personas de esas que viene bien conocer y otras que mejor tener lejos. Por esto es que nada hay de idealizado en el retrato propuesto por ZorraquÃn sino, antes bien, la semblanza de una sociedad que funciona, a veces, de manera solidaria, y otras de modo obediente, sumiso y miedoso.
Desde luego, el viaje será momento intenso para el vÃnculo entre abuelo y nieta, mientras se dibuja una ilusión mayúscula en el rostro de esta niña que hace ya bastante no ve a su madre, dedicada a un trabajo que no le da demasiado tiempo, que le impide la cercanÃa anhelada. El abuelo, en tanto, opera de manera interior, con los sentimientos vueltos hacia sà mismo, como la retracción que oficia ante la urgencia que esta nieta exterioriza, al arder en ganas de salir y ver el mundo.
En este movimiento de vida --entre quien ha vivido mucho y quien lo ha hecho poco-- se sitúa GuaranÃ. A veces con las palabras como agentes explÃcitos de lo que sus personajes piensan --rasgo que enfatiza, innecesario--; otras, con la certeza de un cariño que no sabe cómo expresarse pero que las miradas, mejor asÃ, contienen y dicen.
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