"Es notable que, teniendo tan escasas posibilidades de existir aislados, los seres humanos sientan como gravosa opresión los sacrificios a que los insta la cultura a fin de permitir la convivencia. Por eso la cultura debe ser protegida contra los individuos; y sus normas, instituciones y mandamientos cumplen esa tarea..."
S. Freud. El malestar en la cultura. 1927
Los hechos.
Van cayendo uno a uno detenidos los presuntos autores y participantes del robo mejor orquestado de los últimos tiempos, aquél que se perpetrara en la sucursal Acasusso del Banco RÃo. Es de público conocimiento que los datos aportados por la esposa de uno de
los ladrones fueron claves para encontrar a la banda. Dicen que la mujer
descubrió que el delincuente marido finalmente no era tal por tener millones guardados y joyas de valor sino porque estos dÃas (de no haber mediado su preciada colaboración) iba a marcharse lejos con dinero a raudales y una amante veinte años menor que ella abandonándola en el medio de Paraguay con sus dos hijos.
La novela policial devino una portorriqueña de tres de la tarde donde no
faltó un solo ingrediente ni diamantes y rubÃes que esta loca de amor usó
para vengarse del ladrón de corazones.
Muchos nos reÃmos por el cambio de rubro pero se podrÃa pensar lo
absolutamente fuerte que resulta una pasión, el desenfreno que genera, la
falta de lÃmites puestos en juego finalmente.
Es cierto: ella no aguantó.
Por más que el fracasado maleante le dejara parte del botÃn, fue
insoportable fantasearlo siquiera con una niña de solo veinte años cruzar
las fronteras del Viagra para marcharse hacia una felicidad libre de pañales frente a la cual la única indemnización pareció ser la venganza.
Semejante plan se vino abajo por el odio hacia la otra más joven y la verdad finalmente ha sido dicha mientras el éxito operativo de este grupo parece desinflarse como un gomón cualquiera. Y todo por unos besos equivocados.
¿Hasta dónde la trampa pudo más que la estrategia? ¿Cómo pudo este hombre
contra la Federal y no con el amedrentado alma de una mujer incalculable?.
El llanto y la burla se conjugan para lubricar el ambiente seco de la verdad neurótica que se impone a cualquier ardid.
La mujer herida, ese órgano de consulta con que la policÃa no contaba.
Los deshechos
PolicÃas, detectives y perros ovejeros entrenados no podrÃan haber llegado nunca a esta verdad, jamás la podrÃan haber desenmascarado por más pasión que pusieran, simplemente porque la mujer enmascara las pistas del hombre (incluso el mismo engaño masculino). Porque el deseo de enmascarar es bien femenino. No se trata de que tenÃa que ser una mujer, en la ceguera del dolor vengativo, la que arrancara de un tirón las máscaras y las pistas falsas (ese suele ser el oficio del hombre) sino que en el momento de delatar ella abandona a la mujer que ella es y desenmascara (como gustan hacer ellos en sus bromas pesadas).
Porque la posta del lugar de la mujer lo tomó "la otra"; aquella que ella habÃa estado dispuesta a enmascarar mientras ese juego delictivo le asegurara su lugar. No es que la ley burlada no contaba con la mujer, al contrario, cuando dejó de contar con ella quedó revelado el robo del hombre. Y todos quedamos boquiabiertos, con un poco de miedo, pero no a la inseguridad que vivimos hasta adentro de un banco.
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