Es una falacia equiparar al estado, garante de la seguridad pública, con un pequeño grupo de manifestantes. Y el grado de virulencia que podÃan tener esas manifestaciones se pudo haber previsto. Los policÃas del Cuerpo Guardia de InfanterÃa llevaban armas largas y no hubo ningún intento de disuadir a las manifestantes, que en gran medida, ejercÃan su derecho a la protesta gritando consignas, sin pasar a ningún tipo de acción directa. A quienes sà lo hicieron, se les tiró balas de goma al cuerpo.
La primera contención de la Catedral fue un grupo de mujeres policÃas sin cascos ni escudos, cuando ya habÃan empezado los piedrazos y los botellazos desde la plaza. Al lado, agazapados detrás de los fenólicos que cubrÃan la iglesia mayor, decenas de efectivos sà contaban con esa protección. Cuando uno de esos fenólicos fue derrumbado por una manifestante, aparecieron más efectivos.
¿A quién le interesa reprimir a la manifestación más masiva y plural que tiene la Argentina? Las primeras balas de goma empezaron antes de otra medida disuasiva, y afectaron no sólo a reporteros gráficos y periodistas, sino a manifestantes que pasaban cerca del lugar. Las y los 18 heridos -varios de ellos periodistas- desmienten que todo se haya hecho de acuerdo a los protocolos.
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