En los próximos dÃas, habrá una nueva oportunidad de tratar los temas de energÃa y calentamiento global, cuando se celebre la Conferencia del Cambio Climático de Naciones Unidas en Cancún (México). El "Manifiesto de Rosario Sobre el Agua", se difundirá allÃ. Este documento que he realizado junto al prestigioso ambientalista, el doctor Leonardo Boff, potenciará la posición latinoamericana y africana, respecto a que el agua no puede ser "vampirizada" ni "subalternizada" por la energÃa. La cuestión hÃdrica debe ocupar un lugar agendal propio, autónomo y prioritario en Naciones Unidas. No hay clima sin agua. Y, que como derecho humano universal reconocido el 21 de julio se deberÃa respetar efectivamente en todos los paÃses de la Tierra. Por ello, el agua es un bien común universal de toda vida, con una conditio sine quanon: su dominialidad pública nacional se debe dar en un contexto de solidaridad, cooperación y respeto entre las naciones con y sin recursos hÃdricos. Con vocación pacÃfica en la resolución de conflictos. El agua no tiene mapas pero sà realidades nacionales y regionales. Se debe evitar y erradicar todo neocolonialismo subalterno entre naciones con recursos económicos pero con escasa agua y regiones con abundante agua pero pobres económicamente para poder acceder a ella. El AcuÃfero Guaranà de América Latina, tiene posibilidades de dar agua a casi toda América, esto es a 720 millones de personas. Sin embargo, más de 70 millones de latinoamericanos no acceden a ella por carecer sus respectivos paÃses de recursos económicos para inversiones extractivas, de potabilización y distribución. El agua es un bien común de toda vida, que no viene a convertir a los paÃses pobres económicamente, pero ricos en agua en custodios y depositarios de sus propios recursos. Pues, no corresponde naturalizar la ajenidad de lo propio. El bien común no es la pobreza endémica de muchos y la apropiación indebida de pocos. Es la vida para todos. La soberanÃa sobre los recursos hÃdricos se debe complementar con la solidaridad internacional reciprocal. Las regiones desarrolladas con las zonas pobres. No hay bien común ambiental sin gobernabilidad del agua.
En Bruselas y Amberes (Bélgica), hace pocos dÃas, participé y diserté en un seminario internacional de especialistas de agua y ambiente "Agua Bien Común". AllÃ, plantee los problemas de la gobernabilidad hÃdrica en aguas transnacionales. Este concepto viene a dar cuenta de la trama relacional de los estados nacionales, regionales y organismos supranacionales con los distintos actores en su vinculación y gestión hÃdrica. Esta innovación en el abordaje nos permite detectar dificultades en cuanto a la intervención ciudadana que hacen a la gobernabilidad de este preciado elemento. AsÃ, en las represas de Yacyretá sobre el rÃo Paraná, como la de Salto Grande sobre el rÃo Uruguay y en el Tratado de 1975 de dicho rÃo (Comisión Administradora) sumado al conflicto con la pastera ex Botnia. Ponen al descubierto las ausencias de mecanismos que prevean la intervención ciudadana sistémica institucional que hagan a la gobernabilidad de aguas transnacionales, para el bien común. Resulta paradojal, que en un tema de tanta vida se excluya la participación efectiva de la gente. El bien común se debe pensar en forma universal con un actuar regional. La instrumentalidad de dicha participación ciudadana, se podrÃa tomar como camino indiciario a los consorcios de servicios sanitarios (cloacales) que en Rosario, en los años 91 y 92, lograron una intervención efectiva de los habitantes. Gestionaron y decidieron sobre las obras de saneamientos en distintos barrios de la ciudad de Rosario.
Fue una participación efectiva. Hubo falencias, pero el saldo fue positivo. Pocas veces, en nuestra ciudad se pudo detectar una participación y decisión ciudadana en forma institucional y simultánea. Walter Benjamin, planteaba "que no hay bien que de mal no venga", me refiero a que producto del intencional proceso de desinversión del ente estatal sanitario Dipos, surgieron los Consorcios sanitarios barriales (1) (cloacal y pluvial). Era una conjunción del esfuerzo ciudadano, el estado Municipal y la Dipos. JurÃdicamente se constituÃan por ordenanza. Y, en tal sentido se confeccionaron treinta y tres. Pero, en el perÃodo 92 93 quedaron en obras solo tres. Eran asociaciones de hecho reconocidas por la municipalidad de Rosario. Generalmente abarcaban mil quinientos frentistas con un impacto sobre seis mil personas. Los vecinos administraban y gestionaban la obra con la supervisión administrativa municipal y técnica de la provincia.
La ordenanza 5340/91 a modo de ejemplo, establecÃa el modo de organización del consorcio sanitario del barrio Las Delicias. Como este sistema se basaba en el aporte económico del ciudadano frentista, generaba conflictos respecto a familias que no podÃan abonar. Por ello se criticaba que fijaba un régimen de oposición. Esto es que para empezar la obra cloacal los vecinos que no estaban de acuerdo con la obra tenÃan que manifestar su oposición. Cuando tendrÃa que haber sido un régimen de adhesión: los vecinos deberÃan participar para apoyar la obra. Todo ello habida cuenta, insisto, que quienes sufragaban económicamente la obra en su totalidad eran los ciudadanos. Se lograron cloacas cuyos costos por frentistas eran de $770 se redujeran con los consorcios a $540.
Por falta de apoyo estatal, estos consorcios, novedosos por cierto, declinaron. Dejando muchas enseñanzas a saber: de que la ciudadanÃa podÃa organizarse, gestionar y decidir sobre obras sanitarias de alta envergadura, coadyuvar con la gobernabilidad hÃdrica y erradicar el concepto que los problemas de acueductos y alcantarillados, eran materia solamente de técnicos. Este sistema se podrÃa aplicar para lograr dispositivos institucionales de intervención ciudadana en aguas transnacionales. Hegel planteaba que en lo particular se da lo universal, asà la actividad que tuvieron estos consorcios locales, podrÃan marcar de alguna manera un camino hacia la gobernabilidad hÃdrica universal. Porque, es desde lo local que se da lo global. Nuestra América Latina, es una gran zona de cuencas y acuÃferos, que tiene para dar no solo agua sino también ideas. Es de buena memoria acordarse de recordar lo que le decÃa el pedagogo Simón RodrÃguez a BolÃvar, que si no crea se erra y nuestra región está convocada para crear: Una nueva gobernabilidad hÃdrica y ambiental para el bien común universal.
(1) Derecho, ciudadanÃa y estado. Ed. UNR Colección Académica. 2007.Págs. 109,110,111 y 112.
* Disertante en el Seminario "Agua Bien Común" Parlamento Belga. Bruselas (octubre /10). Doctor en Ciencias JurÃdicas y Sociales. Licenciado en Ciencias Sociales y HH. Director Cátedra del Agua y docente UNR. Abogado.
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