"Durante el tiroteo en el edificio ubicado en Balcarce 742 los subversivos arrojaron a un niño desde el octavo piso a tierra, presuntivamente hijo de una de las terroristas allà domiciliadas, al que envolvieron en un colchón para tratar de atenuar los efectos del golpe. El niño habrÃa sido rescatado por los efectivos y hospitalizado de inmediato para salvar su vida". Esta es la crónica que el diario La Capital publicó dÃas después del 31 de diciembre de 1976 cuando cinco militantes montoneros fueron cercados por la policÃa, que ante la resistencia armada llegó a dispararles con un proyectil "tipo bazuca". La historia guarda uno de los capÃtulos mÃticos de la resistencia armada en Rosario que hasta hoy es utilizado para tratar de probar "el gesto de desprecio de la delincuencia subversiva por la vida humana", tal como recogÃa la crónica de la época. Lo cierto es que jamás hubo un colchón, ni un chico arrojado desde un octavo piso. Asi lo cuenta su protagonista, Cristian Horton, quien por primera vez accede a una entrevista periodÃstica. Hijo de Raúl Horton, delegado de Acindar y militante de la JP -asesinado en junio del '76-, y de MarÃa Cristina Lucchesi, maestra y alfabetizadora, Cristian Horton tiene 35 años. El 10 de enero cumplirá 36, y será momento de recordar su primer nacimiento, aunque tuvo otro: el del 31 de diciembre de 1976, no exento de dolores y recuerdo duros. Tan duro como el de pensarse con su cinco años herido en su vientre y en sus piernas por una granada junto a su madre Cristina Lucchesi, en Claudia Omar quien llevaba un hijo de cuatro meses en su vientre fruto de su relación con el padre de Cristian y Ana MarÃa Teresa Drago, quienes no quisieron ser capturadas con vida y decidieron arrojarse desde las alturas, en un vuelo a través de una de las ventanas que aún hoy está en la memoria de Cristian. Esta es su historia.
-¿Quién era tu padre?
-Mi papá era Raúl Horton, delegado de fábrica, un muchacho joven que tenÃa al momento de su muerte 27 años. Entro en el 70 en Acindar, y era un militante polÃtico miembro de una juventud que tenÃa mucho que ver con lo que pasaba en el paÃs, muy militante y activista. Esto tenÃa que ver con el peronismo de los años '50 que incentivó a la juventud a trabajar en polÃtica y a comprometerse. Era un trabajador de la fábrica motivado por lo que es Villa Constitución, bastión de la lucha obrera del paÃs, y era además hijo de un fotógrafo muy conocido de Villa Constitución, y por tanto conocido en el pueblo.
-¿Y tu madre?
-Mi vieja era MarÃa Cristina Lucchesi, tenÃa 24 años al momento de morir y era una chica que se habÃa recibido de maestra, hija de obreros. Mi abuelo era operario en el ferrocarril que en Villa Constitución significaba una de las raÃces más fuertes junto a las fábricas porque nació y le dio crecimiento al pueblo. Mi abuelo era en los años '40 o '50 un trabajador de los privilegiados, porque trabajar en el ferrocarril era muy importante para la clase trabajadora. El ferroviario tenÃa uno de los mejores ingresos. Mi abuela era modista, hija de una familia muy humilde, gente de campo con 18 hermanos que se habÃa criado en la miseria total, y que a partir del trabajo habÃan encontrado la dignidad del ser humano. No eran nada más que laburantes y se crió de ese modo. Estudió con los esfuerzos de su madre, porque mi mamá se quedó sin padre a los siete años. Mi vieja conoció a mi viejo a los 14 años, y lo sé porque en la foto de los quince años mi viejo ya estaba dando vueltas. Se enamoró de él, desde un primer momento fue el amor de su vida. Y creo que producto de ese amor lo siguió en todo momento y bajo cualquier circunstancia. A la par de mi viejo se fue enganchando con lo que él estaba viviendo, en lo que a él le pasaba, y asà fue conociendo la militancia y se integró dentro de esa cuestión, y llegó a hacer capacitación en las villas de Villa Constitución.
-¿Qué recuerdos tenés de tu mamá?
-Recuerdo que daba clases en la escuela N° 500 del barrio Talleres, el más viejo del pueblo. Yo la veÃa todos los dÃas, porque vivÃa casi enfrente de la escuela y me pasaba a la casa de mi abuela y la miraba por la ventana del salón dando clases.
-¿Donde militaban?
-En la Juventud Peronista en lo que respecta a la cuestión polÃtica, después a los dos años de estar trabajando en fábrica mi padre comenzó su actividad gremial y fue elegido delegado, siempre con el compromiso de la militancia. En Villa Constitución ya habÃan existido importantes movimientos sindicales y gente como Alberto Piccinini, con quien militaba mi viejo. Ahà comenzó la historia más conocida de mis padres.
-¿Dónde los encontró el golpe de estado del 76?
-En marzo del 76 en Villa Constitución ya habÃa bajado la represión, y habÃa pasado digamos lo que fue la prueba piloto de lo que vendrÃa el año siguiente en todo el paÃs. Es entonces que mi viejo el 20 de marzo de 1975 ,cuando empieza la represión en Villa, se tiene que escapar y desaparecer de la vida pública, y empiezan a ser perseguidos, por lo que nos venimos a Rosario. Asà que cuando llega el golpe del 76 estábamos viviendo en esta ciudad. A pesar de esto mi viejo iba y venÃa a Villa, ya que con los años desde la JP habÃa llegado a Montoneros. Era un activista y uno de los pocos que no cayó preso ese dÃa, siendo un cuadro sindical de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) durante el Villazo en el '74. Por eso luego de la feroz represión que llega en 1975, mi viejo comienza la vida clandestina.
-¿Cómo era vivir clandestino?
-Con el tiempo fui entendiendo lo que pasaba, pero era tener otro nombre, era tener teñido el pelo de otro color, era no ver a la familia y no tener un lugar firme. No tengo muchos recuerdos familiares de chico porque la integración con la familia no existÃa, era de contrabando, era clandestina.
-Cómo era tu núcleo familiar?
-Eran papá, mamá y yo, además de una tÃa que vivÃa en Santa Fe y otro tÃo en Villa Constitución.
-¿Qué dÃa naciste?
-El 10 de enero de 1971.
-¿Y decÃs que tuviste un segundo nacimiento?
-SÃ, y necesité tiempo para verlo, y analizar lo que me habÃa pasado. Inmediatamente después del 31 de diciembre del 76 vivà dos años muy feos con una tÃa, y después fui a vivir con mi abuela materna en Villa, que me crió de una forma muy especial: yo no percibÃa nada porque me protegió de todo el mundo que me rodeaba. Era como vivir dentro de una cápsula, en un caja de cristal donde no se hablaba del tema y no convivÃa con lo que me habÃa pasado. Lo digo sin crÃticas, pero es lo que pasó. Recién puedo ver mi historia cuando a los veinte años empiezo a trabajar y soy más grande. Empiezo a hacer una sÃntesis y a recabar datos y empiezo a descubrir todo esto.
-¿Cómo fueron los dÃas previos al 31 de diciembre del 76?
-Recuerdo que Ãbamos de un lugar para el otro, tenÃamos una casa cerca del cementerio La Piedad. Era un barrio humilde con zanjas y calles de tierra. También me acuerdo que mis viejos no estaban juntos pero se seguÃan viendo, recuerdo a los compañeros de la organización, la célula que iba escapando o realizando algunas actividades. Me acuerdo también de mi vieja con el pelo teñido de color negro, cuando era una colorada muy fuerte, era una zanahoria. Me acuerdo que mi viejo tenÃa que usar el nombre de Cristian RodrÃguez, y no Horton, y después la etapa de la muerte de mi vieja cuando la matan y el asesinato de sus compañeros. Ese dÃa arrancaron con un balacera a las 4 o 5 de la mañana. El edificio era el de Balcarce 742. En ese momento vivÃamos ahÃ, a mi viejo lo habÃan matado el 27 de junio de ese año, en un enfrentamiento con la policÃa, donde lo hieren y se queda a cubrir a dos compañeros. El mata a un cabo, pero lo matan. El que lo termina de ejecutar es el mismo (AgustÃn) Feced. Uno de esos compañeros está vivo y vive en la provincia de Santa Fe.
-¿Cómo fue ese enfrentamiento?
-Los identifican cuando iban en una camioneta, y se fugan, pero en un momento se tienen que bajar (en Italia al 3500), y quieren huir por atrás de una panaderÃa. AhÃ, mi viejo se queda detrás de un tapial protegiendo a sus dos compañeros, algo que no le correspondÃa, pero que el compañerismo le hizo decidir. Y quedó en el camino.
-¿Y qué pasa el 31 de diciembre del '76?
-Previo a ese dÃa caen algunos compañeros, y quizás torturados alguno habló y cayeron varios grupos. Eran las 4 o 5 de la mañana y me acuerdo que estaba amaneciendo. En ese momento recuerdo estruendos y balas, el tÃpico ruido a armas.
-¿Quiénes estaban en el departamento?
-Eran tres chicas y dos muchachos. Teresa, Claudia y mi mamá, además de Daniel Hugo Cambas, "Cachito", y Juan Pablo Arnolt, "Sergio"). Me acuerdo de los muchachos cubriéndose y sus manos manchadas de sangre. Me acuerdo que levantaban los colchones para hacer trincheras, y me acuerdo que me habÃan metido contra una pared donde habÃa como dos columnas para estar cubierto porque las balas venÃan desde todas las ventanas, entraban por todos lados, habÃa policÃas en los dos edificios linderos. Mucho estruendo y mucho humo por el gas lacrimógeno, me acuerdo los insultos y las puteadas como 'milicos hijos de puta'. Hasta que en un momento me hieren y uno de los muchachos pide la voz de alto el fuego, porque yo estaba herido, me habÃa pegado una esquirla de granada en la panza, en el pecho y en la pierna. Yo tenÃa cinco años. Los muchachos me agarran con sábanas, me envuelven y tratan de ajustarme para que no pierda sangre, y la policÃa por un instante para de tirar, y cumplen el alto el fuego. Asà que salgo caminando por la escalera y me agarra una señora que vivÃa en uno de los departamentos de abajo, que tenÃa un perrito chico lanudo blanco y me mete debajo de una cama, hasta cuando terminó todo. Ahà me suben a un jeep que tenÃa la policÃa color celeste, y me llevan al Hospital de Niños. Me acuerdo que era un dÃa de lluvia, nublado.
-Es una historia inventada lo del colchón entonces...
-Es un mito que me tiraron en un colchón. Tengo los recortes de diarios de entonces, y además se decÃa que habÃan tirado a las mujeres por las ventanas. Y la verdad es que para mà no hay diferencia: si se tiraron o las tiraron (sus compañeros) porque que no debe ser fácil tener el valor de tirarse al vacÃo. Lo que estoy seguro es que mi vieja andaba todo el dia con la pastillita (de cianuro ) dentro de la cartera. Y me acuerdo que siempre decÃa "si me agarran los milicos yo me mato antes, porque no me voy a dejar torturar ni me voy a dejar tocar". Asà que si alguno cree que estos muchachos son más o menos jodidos porque las tiraron o no, a mà no me cambia la opinión que tengo de ellos, creo que es una circunstancia, porque ellas tenÃan muy claro que no querÃan llegar a las manos de la policÃa, y que antes se suicidaban o se hacÃan matar. Después los matan a ellos también, el grupo cae completo ese dÃa.
-¿Qué pasó en el hospital de Niños?
-Recuerdo que hasta que llegó mi familia habÃa una doctora que no podÃa tener chicos que querÃa llevarme con ella. Tengo entendido que un policÃa también querÃa llevarme, a pesar de que era un chico grande, tenÃa casi seis años. Me acuerdo de la recuperación, de despertarme y tratar de caminar y de los mareos de los primeros pasos. Mi familia me encuentra rápido y me voy con mi tÃa paterna, que perdió a su marido un año después por su militancia polÃtica.
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