Se acaba de estrenar aquà Noches romanas, el retrato de la apasionada amistad entre la actriz del neorrealismo italiano, Anna Magnani, y el legendario escritor, poeta y dramaturgo norteamericano Tennessee Williams. El autor, Franco D’Alessandro, que viene cosechando éxitos por el mundo con esta y otras obras, vino personalmente a ver cómo lo hacen Virginia Innocenti y Osmar Núñez. Lo hacen muy bien. Asà que, distendido después de la función, se dispone a conversar sobre lo que venga. No conocÃa Buenos Aires, pero le hemos dado una impresión, no sé si engañosa, pero al menos, según él, comparando con su patria, de una apertura insólita. Yo le digo que no será para tanto y él enfatiza: “Cuando voy por la calle con Michael, mi marido, y se nos ocurre tomarnos de la mano, todavÃa veo gente mirándonos de forma rara, y allá quedan muchos amigos en el closetâ€. Se define como católico no practicante, y totalmente en contra de la Iglesia entrometiéndose en los derechos civiles de las personas. Aunque también se declara en contra de la idea de escribir un teatro militante, a medida que avanza la charla queda claro que la realidad lgbttiq es su tema. Me cuenta por ejemplo de otra obra suya, ¡que ya mismo quisiéramos ir a ver!, que cuestiona la moral desde la premisa que presupone “los menores siempre son inocentes y vÃctimas†en materia sexual. El mismo se reconoce como un niño sexualmente “precoz y activoâ€. Allá vamos entonces.
¿Qué te motivó a contar la relación entre Tennessee y la Magnani?
–Todo empezó con mi descendencia: italiana por parte paterna, irlandesa por parte materna y norteamericana de nacimiento: imaginate mi necesidad de reconciliar de algún modo esta triple identidad. Por otro lado, de chico, mi padre siempre me llevaba al cine ver a los grandes realizadores neorrealistas italianos, como Fellini, De Sica y Rossellini. A través de ellos llego a Anna Magnani a temprana edad.
¿Y tu papá te presentó a Tennessee también?
–No tanto. Yo tenÃa la costumbre de robarles libros a mis hermanos mayores. Lo primero que leà de Williams fue Un tranvÃa llamado Deseo. TenÃa sólo 10 años y desde luego no lo comprendà en toda su magnitud, pero me atrapó. Además fue aproximadamente a esa edad que comencé a reconocer mi homosexualidad. La otra intención era narrar una amistad profundÃsima, de casi 25 años, entre un hombre homosexual y una mujer heterosexual en aquella época tan distinta a la actualidad.
¿Qué aspectos rescató de la personalidad de uno y de otro?
–Hago referencias concretas sobre determinados trabajos de ambos personajes. Especialmente aquellos en los que Tennessee se inspiró en ella como The Rose Tattoo. Pero aun sin estar familiarizadx con ellos te encontrás con la narrativa de este hombre talentoso y especial, que de pronto se topa con una mujer fascinante y totalmente fuera de lo común. Basta con citar referencias de aquella época. Estaban las megadivas, como por ejemplo Bette Davis y Joan Crawford, pero ninguna como la Magnani, en el sentido de que andaba por la vida con una incorrección estética tremenda, despeinada, carismática, supersticiosa. Se sentaba con las piernas abiertas como un jugador de fútbol. La antidiva por excelencia y, a pesar de ello, era muy mujer. TenÃa hermosos pechos y una piel bellÃsima, y le encantaban los hombres. A Tennessee también, y por eso la amistad era tan genuina (risas).
¿Hay un fuerte y un débil en esa amistad?
–Anna era anÃmicamente más fuerte que Tennessee porque no tenÃa adicciones. Le gustaba el champagne en una buena cena, pero nada más. En ese sentido en particular me veo muy reflejado en ella. No me gustan los remedios, no tomo siquiera aspirinas.
Las drogas y el alcohol son el tercer protagonista de tu obra. Hay un carrito de bebidas que va y viene constantemente por el escenario...
–SÃ, focalizo sobre la adicción de Tennessee a los barbitúricos durante el diagnóstico de cáncer terminal y la posterior muerte de Frank Merlo, la pareja de Tennessee, que era 10 años más joven. Durante aquel perÃodo, Tennessee cae en una fuerte adicción, y Magnani, anticipando que aquello irÃa a acabar mal, le arrancaba las pastillas de la mano, tirándolas al tacho de basura. También sabÃa que Williams le metÃa los cuernos a Merlo, lo cual no juzgaba desde lo moral, porque ella sostenÃa que un cuernito no sólo no es algo grave sino que además puede incluso ayudar a fortalecer una relación en determinadas circunstancias. Lo que sà se puede apreciar es la paranoia de Williams inducida por la depresión y el consumo. Magnani estaba convencida de que Merlo era la persona más indicada y la mejor relación amorosa que Tennessee habÃa construido. A pesar de sus esfuerzos, la paranoia de Williams lo llevaba incluso a creer que Merlo, que era un gran cocinero, le envenenaba la comida. Este punto en particular no está tan reflejado en la obra, pero ayuda para describir un poco su perfil.
¿DirÃas que hay vidas normales y vidas de artistas? Por momentos parece que están hablando de sexualidad, pero están hablando del mundo del cine y del teatro.
–“No te necesito, andate a la mierda. Si no me haces el aguante, no me importa.†Ningún artista quiere estar ante la disyuntiva extrema de tener que abandonar su profesión en favor de una vida normal. Todxs queremos ser amados y estar en plenitud con nuestra vocación. Pero acaso para quien no sea artista, o tal vez cientÃfico, estos cuestionamientos son menos frecuentes. DifÃcilmente escuches un planteo del tipo “ElegÃ: tu cargo en el banco o yoâ€.
¿Cuánto hay de documental y cuánto de ficción en la obra?
–Bueno, es obviamente ficción porque no existen grabaciones ni registros de los encuentros entre ambos, hay algunas cartas, pero nada más. Aun asÃ, dos de los mejores elogios que recibió la obra vinieron de las crÃticas teatrales del New York Times y de Backstage, que halagaron la credibilidad, el realismo de los diálogos, que hacen justicia a las palabras de Tennessee Williams. Cuando invité a Isabella Rossellini a ver la obra, ella vino a saludarme confesando que se le habÃan llenado los ojos de lágrimas. Me dijo: “¿Cómo sabÃas esto de mi padre? Nadie lo sabe. Es impresionante el trabajo de investigación que has hecho†(N. de R.: Roberto Rossellini fue tal vez el único gran amor de Anna Magnani y la presencia de él en sus diálogos con Williams es muy fuerte. Anna habÃa conocido a Rossellini cuando ella tenÃa 40 años, pero él la abandonarÃa por Ingrid Bergman cinco años después.)
¿En qué aspectos te sentÃs identificado con cada uno de ellos?
–Me veo reflejado en Anna en perseguir lo que busco y no rendirme, especialmente cuando algo se interpone y complica las cosas. Anna era polÃticamente incorrecta. En nuestra profesión hay veces en las que hay que ser exageradamente amable, y ella no ponÃa en práctica eso. Cuando es “noâ€, es “noâ€. Yo tengo algo de eso también. Con Tennessee me siento muy identificado en el contenido de varios de sus poemas y escritos. Tennessee decÃa: “Yo escribo para sobrevivir a mi profunda soledadâ€.
¿DirÃas que es una obra inscripta en una militancia lgbttiq?
–De ningún modo pretendo hacer de mi obra un manifiesto gay, ni de ningún otro tipo. Lo que realmente intento comunicar es la idea de la amistad funcionando como un barco que te mantiene a flote. Sà están presentes en los diálogos las relaciones sexuales y el amor. Ese amor y sexualidad tan honestos, francos y antinormativos de Magnani y Williams. Tennessee era homosexual y Anna tenÃa amantes mucho más jóvenes que ella. Ambos, a su modo, representaban una antinorma.
Pero no me dirás que no sos consciente de que una obra como ésta llama la atención de un público gay...
–Me interesa que la comunidad lgbttiq reconozca a través de esta obra la importancia y la riqueza de la historia en el arte y pensamiento lgbttiq. Nuestra historia, que muchas veces no es debidamente honrada no solamente fuera de la comunidad sino también desde adentro. Si bien ésta es un historia universal, si la comunidad no la abraza, no desde lo comercial, porque esa parte afortunadamente va de maravillas, sino desde lo conceptual, nadie lo hará. Somos nosotrxs quienes debemos relatar nuestra propia historia. De afuera no lo harán, y si lo hacen, lo hacen desde su perspectiva.
¿Tuviste oportunidad de visitar algún lugar gay-friendly durante tu estadÃa?
–Lamentablemente no. Estos dÃas fueron teatro, teatro y más teatro, y mañana me voy. Pero como me enamoré de la Argentina, pienso volver pronto en un viaje con menos teatro...
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