Ya lo había vivido Martín Palermo en la Bombonera. Un año después, llegó la despedida de Juan Sebastián Verón, frente a su público, ése a quien le dio tantas alegrías; entre ellas una Copa Libertadores. El “último gran ídolo del pueblo Pincharrata”, heredado de la mística ganadora del club, recibió un homenaje inolvidable, acompañado por su familia, entre ellos, su padre Juan Ramón, otra gloria de la entidad de La Plata.

“Mi viejo me contó lo bien que jugaba tu papá. Yo les voy a contar a mis nietos que te vi jugar a vos. Gracias Bruja”, rezaba uno de los tantos mensajes enviados desde las tribunas, copadas en su totalidad por los hinchas de Estudiantes que no quisieron perderse la velada.

Desde temprano, el escenario se vistió de fiesta sólo para verlo a él. Mucho colorido, papelitos, serpentinas, y el grito “Bruja, Bruja”, invadieron el estadio cuando Estudiantes, con Verón a la cabeza, saltó al campo de juego. “Son muchos recuerdos. Yo nací en este club. Cuando salí de la cancha, me acordé de familiares, amigos, de todos. Necesitaría ser Sabato para describir este momento”, expresó el protagonista de la noche.

Hasta que a los 43 minutos del complemento, el estadio reventó. Cambio en el local. Verón, despacito, caminando y disfrutando los últimos minutos como jugador ante su gente, se retiró del campo de juego visiblemente emocionado. “Coincidiendo o no, les doy gracias a todos. Los quiero mucho”, expresó a puro llanto Verón, que vivió una noche soñada.