Martes, 4 de julio de 2006 | Hoy
En el primer trimestre de 2006, el estrato más rico de la población ganó 29 veces más que el más pobre. A fines de 2005, esa diferencia era de 26,4 veces. Las diferencias con el coeficiente de Gini.
Por Maximiliano Montenegro
Pese a que el presidente Kirchner no se cansa de hablar de la necesidad de mejorar la distribución del ingreso, los últimos datos del Indec contradicen ese objetivo. Después de una mejoría a finales del año pasado, durante el primer trimestre del 2006, la brecha entre el 10 por ciento más rico de la población y el 10 por ciento más pobre volvió a ampliarse. Según la base de datos de la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH), a la que accedió Página/12, durante el primer trimestre de este año, el grupo más acomodado ganó 29,2 veces más que el grupo más desfavorecido. En el cuarto trimestre del 2005 esa diferencia era de 26,4 veces. En los primeros meses del gobierno de Kirchner –segundo trimestre del 2003–, la brecha era de 24 veces.
Hay distintas formas de medir la desigualdad en la distribución del ingreso. La más difundida en la Argentina es la que mide la brecha entre los ingresos del grupo más alto en la pirámide y el grupo más bajo. En el primer trimestre del 2006, esa distancia fue de 29,2 veces, frente al 26,4 por ciento del último trimestre del año pasado. Así volvió a ensancharse la brecha que en el tercer trimestre del 2005 había alcanzado el máximo de la serie histórica –30,7 veces– para descender luego hacia el cuarto trimestre.
Una brecha de ingresos de 29,2 veces, un nivel comparable con el de mayo del 2002, durante plena crisis, no sólo es superior a la que existía al comienzo de la administración Kirchner. Además consolida una tendencia estructural en la economía argentina, donde la desigualdad económica entre ricos y pobres no ha parado de crecer hasta niveles escandalosos. En mayo de 1999, la brecha era de 23,5 veces; y en mayo de 1994, de 19 veces. Hacia mediados de los años ’80, la brecha rondaba las 15 veces. Y en 1974, primer año de relevamiento de la EPH, era de un dígito.
Vale aclarar que en la encuesta de hogares existe una evidente subdeclaración de ingresos. El “decil” (10 por ciento de la población) más rico declara en promedio ingresos individuales por unos 3200 pesos mensuales, mientras que en el decil más pobre el ingreso individual ronda los 110 pesos. Sin embargo, la subdeclaración –constante en toda la serie histórica– no invalida el análisis de la brecha sino que, en todo caso, atenúa la desigualdad: es sabido que la mayor subdeclaración de ingresos a los encuestadores del Indec suele ocurrir entre los estratos altos.
Los datos sobre distribución del ingresos que hoy publica Página/12 ya generaron una intensa polémica al interior del Indec, que en los próximos días publicará una llamativa “revisión metodológica” en las escalas de ingresos.
Una segunda forma de medir la distribución del ingreso es el famoso “coeficiente de Gini”, que bien podría ser complementario al indicador de la brecha a la hora de estudiar qué está ocurriendo en la sociedad. El valor del indicador fluctúa entre 0 y 1. En la medida en que este indicador se aproxima a 0 refleja una distribución del ingreso más igualitaria, es decir, una situación en la que todas las personas obtienen un ingreso similar. Cuando el coeficiente se acerca a 1, muestra una distribución regresiva concentrada en pocas personas, acercándose a una situación de inequidad absoluta. El Gini puede resultar controvertido. Entre su principal limitación se cuenta la posibilidad de que el Gini descienda (mayor equidad), mientras cada vez más personas se sumergen en la pobreza. El ejemplo típico de un Gini que se aleja de la realidad es Africa, según el Gini, el continente más igualitario (los pobres son tantos y los ricos tan pocos que es muy difícil encontrar a alguien que no gane como el promedio, es decir una miseria).
De acuerdo con un informe de la consultora Equis, que dirige Artemio López, en el primer trimestre del 2006, el coeficiente de Gini mejora frente al agregado del segundo semestre del año pasado. Y mejora ligeramente frente a mayo del 2003, al asumir Kirchner. Si se mirara la película del gobierno de Kirchner combinando ambos indicadores, el resultado sería el siguiente. El estrato (decil) más bajo pierde un 21,6 por ciento de participación en la torta del ingreso, mientras que el estrato más alto también cede, pero sólo un 5,5 por ciento. Así, la brecha de ingresos entre uno y otro se amplía. A su vez, los estratos medios ganan participación (5,6 por ciento), de ahí que el Gini muestre algo más de equidad. Lo que dicen los números en este caso no sería muy distinto de lo que se ve todos los días. Una franja de la población cada vez más excluida, frente a una clase media que empezó a recuperar poder de compra y que, junto a los sectores medios altos, motoriza el boom de venta de electrodomésticos, shoppings, supermercados, automóviles y construcción.
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