Miércoles, 6 de febrero de 2013 | Hoy
EL MUNDO › ENCUENTRO HISTóRICO DEL LíDER IRANí CON SU PAR MURSI
La presencia del presidente iraní en suelo egipcio se interpretó como un acercamiento. Es el primer viaje a El Cairo de un jefe de Estado de Irán desde 1979, cuando ambos países rompieron relaciones tras el triunfo de la revolución.
El presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, inició ayer en El Cairo una visita histórica orientada a tender puentes y dejar atrás más de tres décadas de enfriamiento con Egipto. Eso, sin embargo, no evitó que el mandatario recibiera las críticas del clero sunnita. Con motivo de la XII cumbre de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI), que comienza hoy, Ahmadinejad aterrizó en el aeropuerto cairota, en el primer viaje a Egipto de un jefe de Estado iraní desde 1979, cuando ambos países rompieron relaciones tras el triunfo de la revolución que depuso al sha Mohamed Reza Pahlevi.
El contexto ha cambiado 34 años después de ese episodio y el presidente iraní parece dispuesto a iniciar un nuevo tipo de relación con Egipto, que también experimentó un proceso revolucionario y ha vivido la llegada de los islamistas al poder tras la caída de Hosni Mubarak. Por eso, la reunión de Ahmadinejad con el presidente egipcio, Mohamed Mursi, era la más esperada para la diplomacia iraní, acorralada internacionalmente por su polémico programa nuclear y su enemistad con Israel.
Luego de aterrizar en El Cairo, el mandatario iraní se reunió en el mismo aeropuerto con Mursi, con quien conversó sobre la situación regional y el conflicto en Siria, pero en especial sobre las formas de reforzar los lazos bilaterales. “Si los dos pueblos están unidos en esta etapa de desarrollo ocuparán un lugar importante en el mundo, y la región y el mundo se beneficiarán”, aseguró Ahmadinejad horas más tarde, tras reunirse con el jeque de la mezquita Al Azhar, la más prestigiosa institución del Islam sunnita, Ahmed al Tayeb.
El mandatario de Irán, la mayor potencia chiíta, mostró su esperanza de que su viaje a El Cairo represente “el comienzo de un intercambio de visitas mutuas”, al tiempo que aseveró que “Egipto y su pueblo están en el corazón del pueblo iraní”. La visita llega en un momento complicado para Ahmadinejad dentro de Irán, pues coincide con la detención de ayer del ex fiscal general de Teherán Said Mortazavi, uno de sus hombres más cercanos, acusado de torturar hasta la muerte a opositores.
El presidente iraní devuelve de esta forma la visita a Mursi, que en agosto pasado viajó a Teherán con motivo de una cumbre del Movimiento de Países No Alineados que aprovechó para criticar abiertamente la opresión del régimen sirio, aliado de Irán.
Sin embargo, no todo fueron rosas y buenas noticias para el iraní en su llegada al país árabe. En una rueda de prensa conjunta con Ahmadinejad, uno de los asesores del gran imán de Al Azhar, Hasan al Shafai, protestó contra “algunos chiítas que ofenden al profeta Mahoma y a su familia”.
En ese momento, el presidente iraní, que había mostrado hasta entonces una amplia sonrisa en la sede de esa institución, interrumpió molesto al asesor porque sus declaraciones no eran las que se habían pactado previamente.
Una multitud de medios nacionales e internacionales presenciaron ese momento de tensión mientras Al Shafai intentaba bajarle el tono a la discusión al declarar que el clero sunnita no se cierra a otros dogmas, se manifiesta a favor de la tolerancia ideológica y rechaza cualquier acción contra Irán.
Si bien Ahmadinejad hizo hincapié en las fructíferas conversaciones con las autoridades sunnitas y las coincidencias en sus puntos de vista, el jeque de Al Azhar quiso distanciarse del representante iraní y lo invitó a no interferir en los asuntos internos de las monarquías sunnitas del Golfo Pérsico, principalmente en Bahrein.
En ese país, manifestantes liberales y chiítas, supuestamente apoyados por Teherán, reclaman desde hace dos años reformas políticas al monarca Hamad bin Isa al Jalifa, que pertenece a la minoría sunnita y que hasta el momento ha reprimido las protestas. En un comunicado, Al Tayeb también pidió a Ahmadinejad que se respeten los derechos de los iraníes árabes sunnitas y advirtió contra los intentos de propagar el chiísmo. El imán de Al Azhar insistió en la necesidad de que los centros teológicos chiítas iraníes emitan “fatuas” (edictos religiosos) que prohíban ofender a la esposa del profeta Mahoma, Aisha, y a los primeros califas del Islam.
Esas advertencias no impidieron, sin embargo, que el presidente iraní se despidiera de Al Azhar mostrando al público sus brazos abiertos y se dirigiera a orar a la emblemática mezquita de Al Huseini, un día antes de participar en la cumbre de jefes de Estado de la OCI.
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