EL PAíS › EN EL SECTOR DE ERNESTO SANZ HABLAN DE LA POSIBILIDAD DE BAJARSE DE LA DISPUTA

Una interna que empieza a tambalear

Dirigentes como Federico Storani advierten que no hay garantías de transparencia y que la conducción del partido juega para Ricardo Alfonsín. Desde el alfonsinismo sostienen que sus adversarios “buscan excusas” para retirarse de la contienda y así evitar una derrota.

 Por Sebastian Abrevaya

“A menos que esto dé una vuelta de timón la semana que viene, no están dadas las garantías para hacer la interna del 30 de abril”, sentenció en diálogo con Página/12 el bonaerense Federico Storani, uno de los máximos referentes del espacio que impulsa a Ernesto Sanz como precandidato presidencial de la UCR. Cuando falta casi un mes para la elección que los enfrentará con Ricardo Alfonsín, el dirigente más importante del sanzismo en la provincia más grande del país advierte públicamente que podrían bajarse de la elección y en todo caso competir en las primarias abiertas del 14 de agosto. Dificultades con los padrones, eventuales irregularidades en la fiscalización y la utilización del Comité nacional y provincia en favor de Alfonsín son algunos de los argumentos que esgrime el cacique bonaerense que amenaza con patear el tablero de un radicalismo que todavía no encuentra una salida a sus problemas internos. Furiosos por la amenaza de dilatar la definición del candidato, los alfonsinistas salieron a cruzar las versiones de sus contrincantes y acusaron a Sanz de “buscar excusas” para bajarse.

El escándalo de la interna de 2002 entre Leopoldo Moreau y Rodolfo Terragno comenzó a agitarse nuevamente en la Unión Cívica Radical. En el entorno de Sanz sostienen que “empezaron a producirse algunos hechos complejos”, supuestamente por producto del progreso de su candidatura presidencial. En aquellos años posteriores a la crisis de la Alianza, una traumática elección terminó por consagrar a la dupla Moreau-Mario Losada en contra de Terragno-Jaime Linares. Sin embargo, las denuncias cruzadas de fraude embarraron a todo el radicalismo, que finalmente obtuvo la peor performance de su historia, con el 2,3 por ciento de los votos. Cerca del senador mendocino recuerdan que tanto Jesús Rodríguez, el principal operador de Sanz, como Storani, jugaron con Terragno y se quedaron con una sensación que no estarían dispuestos a repetir.

Hasta ahora, los cuestionamientos y las presiones se realizaban puertas adentro o a modo de trascendidos, pero Storani decidió sacar esas diferencias a la luz, volviendo a hacer tambalear el cronograma electoral del partido. “Hubo un gesto, porque esto era un acuerdo de caballeros de parte de Ernesto Sanz, que pidió licencia como presidente del Comité Nacional porque quería que las elecciones fueran del mayor nivel de trasparencia posible. No hubo correspondencia del otro lado porque es de visible, público y notorio que la estructura del Comité Nacional y del Comité provincia están actuando a favor de Ricardo. Así no están dadas las garantías para la interna del 30 de abril”, relató el bonaerense.

Lo cierto es que sus palabras no son solamente para el sector de Alfonsín. Se trata también de un mensaje contundente hacia adentro de su propio espacio. En las filas de Sanz no son pocos los que están buscando una salida elegante de la interna del 30 de abril, que ven con pocas posibilidades de ganar. Jujuy, Chaco, Corrientes, Entre Ríos, San Luis, Formosa y La Pampa son algunas de las provincias en las que el hijo del ex presidente cuenta con un apoyo mayoritario. La madre de todas las batallas, la provincia de Buenos Aires, es también un escenario adverso para Sanz. Allí Alfonsín le ganó a Storani, Moreau y el cobismo juntos en 2009. Ahora trazó una alianza estratégica con Moreau y mantiene conversaciones con referentes cobistas, lo que dejó en desventaja a la Corriente de Opinión de Storani y a otras líneas más chicas.

Los dirigentes que se encolumnan detrás de Sanz plantean dos ejes para objetar la realización de la interna. Por un lado, eventuales manejos espurios en la realización de los comicios y por el otro un solapado apoyo del kirchnerismo. La discusión central de la primera cuestión gira en torno de la fiscalización de la elección en la provincia de Buenos Aires. Acusan a los alfonsinistas de bajar de cinco mil a mil quinientos la cantidad de votantes por mesa, lo que implicaría prácticamente triplicar los fiscales necesarios para garantizar la transparencia de los comicios. Además, sostienen que los padrones se les entregaron en un CD, cuando – según dicen– deberían entregarse de manera impresa para evitar confusiones o manipulaciones.

“Angel Rozas (titular del Comité Nacional) es casi el jefe de campaña de Ricardo, igual que Miguel Bazze (titular del Comité bonaerense)”, se queja otro dirigente que acompaña a Sanz. Puntualmente les achacan una falta de ecuanimidad en su desempeño institucional. A estas críticas le suman una estrategia de comunicación del mendocino, que evita aparecer en los medios que consideran “oficialistas” y así intentan dejar “pegado” a Alfonsín con el kirchnerismo. Le atribuyen al diputado bonaerense responsabilidad en el acuerdo del neuquino Martín Farizano con el FpV para enfrentar al oficialismo provincial y una situación similar que podría producirse en San Luis.

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Ernesto Sanz y Ricardo Alfonsín, protagonistas de una interna que tal vez quede en la nada.
Imagen: Pablo Piovano
 
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