EL PAíS › REPORTAJE A DANIEL FILMUS, EL CANDIDATO A JEFE DE GOBIERNO DEL OFICIALISMO

“Queremos pasar de un Estado ausente a uno presente”

En una entrevista con este diario, el postulante del Frente para la Victoria y sus aliados dijo que Buenos Aires no se piensa desde 1947, pidió no elegir la opción educativa por descarte, explicó su idea de convertir las villas en barrios populares y anticipó que Carlos Tomada se concentrará especialmente en políticas hacia el sur postergado.

 Por Martín Granovsky

Acaba de llegar a un local de Rivadavia al 1200 desde donde irá a la consagración de la fórmula por parte de Cristina Fernández de Kirchner. Daniel Filmus, porteño, nacido el 3 de junio de 1955, se saca fotos con los militantes. Ensaya un discurso de agradecimiento que los cientos de seguidores interrumpen solo en un momento: cuando Filmus habla del ballottage. “¡Primera vuelta!”, suena un grito. El candidato sonríe antes de dialogar con Página/12.

–¿Cuál es la diferencia entre este momento y las elecciones porteñas de 2007, en las que triunfó Macri, o las legislativas del 2009, donde el kirchnerismo no ganó?

–Hay tres grandes diferencias, sobre todo en relación con lo que sucedía hace dos años. Hoy existe un enorme respaldo a Cristina Fernández de Kirchner en todo el país y también en la ciudad de Buenos Aires. Las transformaciones que encabeza son bien vistas en nuestra ciudad. Eso se refleja en las encuestas y en las caminatas. La otra diferencia es clara: en el 2007 Macri quería gobernar y ahora ya gobernó cuatro años. En el 2007 la gente pedía resultados. Ahora sabe que con Macri no los alcanzó. Lo peor, claro, es la situación social de la zona sur de la ciudad, donde Macri no hizo nada por mejorar las condiciones de vida. Pero el Estado tampoco estuvo presente para el conjunto de los porteños. Macri incurrió en 77 vetos. Y puedo decir que fue absolutamente democrático: no hizo nada por nadie. La tercera diferencia grande es que, transcurrida la experiencia de Macri, junto con Cristina vamos a trabajar en la construcción superior de la gestión cotidiana, entre Nación y ciudad.

–¿Cuál será el eje de campaña y, si gana la fórmula Filmus-Tomada, el eje de un nuevo gobierno porteño?

–Partamos de un concepto: queremos pasar de un Estado ausente a un Estado presente. Presente en educación, en salud pública, en seguridad, en viviendas sociales para los humildes, en viviendas para los sectores medios y los jóvenes con créditos especiales del Banco Ciudad. Con un Estado ausente la basura es un negocio. Para un Estado presente la basura es un problema de medio ambiente y de salud a resolver. Lo mismo pasa con los desafíos en el transporte público. No se pueden tomar iniciativas aisladas. No se puede pensar en un nuevo sistema de transporte sin puntos de transferencia para los tres o cinco millones de personas que, dependiendo de cada día, entran a la ciudad de Buenos Aires. De ellos, un millón doscientos mil llegan en auto.

–En los discursos hay una frase repetida: “urbanizar las villas”. ¿Qué significa exactamente?

–Por ejemplo, garantizar vivienda social para 160 mil personas. Y convertir a las villas actuales en barrios populares, con todos los servicios públicos para una vida digna. No es lo mismo una villa que un barrio popular.

–¿El proyect

o piloto es la Villa 31?

–No solamente. En ese caso hay un plan en marcha, aprobado por ley y con programas concretos aportados por la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires. Vamos a acelerar el proyecto de urbanización de la 31 y queremos hacer lo mismo, por ejemplo, con las villas 1-11-14 y la Villa 20. Para eso nos vamos a sentar con el gobierno nacional y con el de la provincia de Buenos Aires. Ayer, cuando la fórmula había quedado decidida y conversábamos con Cristina en Olivos, ella y nosotros ya empezamos a entusiasmarnos pensando en los cambios de Buenos Aires. En la urbanización, en las grandes zonas parquizadas...

–¿Qué les dijo Cristina?

–Que valoraba mucho lo que habíamos hecho con Amado Boudou y con Carlos Tomada, de encarar una interna de otro tipo, sin peleas personales y priorizando el proyecto nacional. Qué diferencia con lo que el propio Eduardo Duhalde definió como un papelón del Peronismo Federal. O con los candidatos que se bajan. Primero fue el proyecto y después las vocaciones personales. Cada uno de nosotros estuvo en una esquina. Fueron, entonces, tres esquinas. Con un actor. Fue como estar con tres actores. Y durante cuatro o cinco meses.

–Cuando uno llega a un cargo se marca prioridades. ¿Cuáles fueron en el Ministerio de Educación y cuáles son ahora para la jefatura de Gobierno porteña?

–Aquella vez, en el 2003, las prioridades eran obvias. Néstor Kirchner asumió el 25 de mayo. Dos meses y pico después del comienzo teórico de clases, en seis provincias no había clases. Y el año anterior el ciclo lectivo había terminado por decreto. Cuando asumí, a la escuela los chicos iban a comer, no a estudiar. Y estaba bien que comieran, pero comían en la escuela porque no tenían qué comer en su casa. Las universidades no podían pagar la luz. Los científicos estaban mal pagos, pero además no cobraban. Hagamos memoria: veníamos de la Carpa Blanca docente, que se había instalado en el 2000 para pedir por los salarios docentes, por la calidad educativa, por el presupuesto. Entonces, mientras comenzamos a resolver las urgencias fuimos pensando en el mediano y en el largo plazo. Presentamos proyectos de ley como el de Educación Técnica, el de Formación Educativa, el de Educación Nacional, el de Financiamiento Educativo, el de Salud Sexual Reproductiva. Negociamos mucho, para que salieran con mucho respaldo, a tal punto que el Congreso votó varios de ellos por unanimidad. El sistema educativo era un caos: 34 formas de currícula.

–¿Más que provincias?

–Sí, claro. Si sólo en la provincia de Buenos Aires convivían cinco o seis planes... Repensamos la educación. Y ahora queremos repensar Buenos Aires en la gestión concreta.

–¿Qué significa repensar la ciudad?

–En 1947 la Capital Federal tenía tres millones de habitantes. Hoy, según el último censo, 2.890.000. Prácticamente lo mismo. Pero la población no cayó: cambió. Muchos se fueron yendo a vivir a la provincia de Buenos Aires y otros se instalaron aquí en busca de trabajo. Pero en tantos años, y estamos hablando de más de 60, la ciudad no fue repensada. Lo nuevo es Puerto Madero, pero parece una isla. Cuando hablo de pensar hablo de una ciudad moderna, más igualitaria, descentralizada, con barrios a escala humana, con centros propios, con servicios públicos dignos, con desarrollo productivo e identidad cultural. El mercado no puede resolver algunos temas, como la educación pública de calidad, la salud pública y la urbanización de las villas. El mercado no puede modernizar una ciudad donde conviven bolsones típicos de otras ciudades de América latina y sectores sociales con un nivel de vida parecido al de las grandes ciudades del mundo. Cuando hablamos de convertir villas en barrios populares estamos hablando de una mejora en seguridad, porque van a mejorar los índices de salud, educación y vivienda.

–¿Aumentar la calidad educativa supone que la educación pública sea otra vez elegida por la clase media como hace 40 o 50 años?

–En todo caso, que la decisión de elegir la escuela sea libre y quien quiera una escuela confesional la tenga, pero donde no pese el descarte por la calidad. No estamos hablando de una ciudad pobre. Los ingresos llegan a los 6500 millones de dólares. El punto es invertir bien. Y yo no me confundo. Cuando digo que Macri fue ineficiente no digo que le haya faltado política. No. Esa falta fue, justamente, su política. No quería que el Estado se hiciese presente. Ya conocimos esta historia en la Argentina. Durante un tiempo, el Estado de bienestar se convierte en Estado de malestar: se descuidan los trenes, los teléfonos y los aviones buscando que todo el mundo termine pidiendo un cambio drástico. Así, en medio del malestar, llegaron las privatizaciones salvajes. Nosotros, en cambio, queremos que los servicios funcionen bien para que la gente quiera mejorarlos. Macri hizo lo contrario. Tercerizó lo que pudo. La atención de las adicciones, la atención de los chicos y hasta el pago de los servicios de la ciudad. ¿Qué hace el Banco de la Ciudad con Macri? Para nosotros, debería ocuparse de la promoción y el desarrollo. De garantía de primera vivienda para jóvenes y sectores medios. ¿Qué quiso hacer Macri? Usar las ganancias del Banco Ciudad para transferirlas a otras partidas del Presupuesto porteño. ¿Qué hizo en cultura? Algunos espectáculos en la 9 de Julio. Nosotros queremos construir quince grandes centros culturales. El turismo es la tercera fuente de ingresos. Se limita a tres barrios. Y el resto, ¿no tiene nada? ¿No puede ofrecer circuitos? ¿No hay nada que mostrar?

–¿Qué cambiaría en la Policía Metropolitana con un gobierno Filmus-Tomada?

–La Ley Cafiero impedía traspasar la Policía Federal o funciones de ella. Tanto en el Congreso nacional como en la Legislatura nosotros votamos por cambiar la Ley Cafiero. Pero no votamos para que un jefe de Gobierno como Macri designara a cargo de la Metropolitana a un oficial sospechado de encubrimiento en el atentado terrorista más grande de la historia argentina. Queremos que haya un jefe civil elegido por los dos tercios de los legisladores. Y buscamos el control civil. Macri vetó la creación de foros de seguridad ciudadana. Así, la Metropolitana nació suscitando desconfianza desde el origen. Por sus jefes, por la inclinación vocacional hacia las escuchas y hasta por las pistolas eléctricas Taser, que fueron prohibidas por la Justicia. Nuestro plan es el traspaso con etapas y recursos, pero sin magia.

–¿Cuál sería la magia?

–Pensar que el solo hecho de que un distrito tiene policía propia garantiza la seguridad. Igual que a nivel nacional con el Ministerio de Seguridad que conduce Nilda Garré, tenemos una visión más integral, más responsable, con comisionados civiles y control ciudadano.

–¿Carlos Tomada tiene asignada una función especial?

–Sí. Lo hablamos hace unas horas. Me dijo que quiere ocuparse especialmente de concentrar las políticas hacia la zona sur.

–Pero en términos sociales, el sur cambió, ¿no? A veces parece que se habla solo de San Juan o Directorio, y no de Villa Soldati o las villas de Barracas.

–Nosotros nos referimos justamente a ese sur profundo y postergado en materia de soluciones públicas. Y ahí hay que llegar con enfoques multilaterales, ramificados, simultáneos. Que es, precisamente, la experiencia que Carlos desplegó durante ocho años en el Ministerio de Trabajo. Queremos una ciudad más moderna y más justa. Carlos quiere ocuparse especialmente de esas políticas.

–¿Tienen alguna ciudad en la cabeza como modelo?

–Antes de dedicarme a la educación investigué en temas de sociología urbana. Y cuando viajo miro y pregunto.

–Hay ejemplos famosos. El transporte público y la mejora del medio ambiente en Curitiba.

–Sí, o el presupuesto participativo impulsado por el PT en Porto Alegre. Pero ninguna de esas ciudades es la capital de un país ni tiene el anillo del conurbano con el que interactuar. Vamos a un ejemplo. Se habla mucho del subte. Bueno, el subte de Nueva York es sectorizado socialmente. En determinadas estaciones suben o bajan franjas determinadas de la población. El subte de París, en cambio, es más democrático. ¿Por qué? Las dos redes de subtes son espectaculares, pero en París hay turistas en todos los ramales y todas las estaciones, trabajadores en todas, gente de saco y corbata en todas. Macri no sólo casi no construyó subtes. No sabe para qué construirlos. El punto clave es qué comunican los subtes nuevos. Y para eso hay que crear nuevos polos de desarrollo donde no hay. El subte no se puede usar para ir a un centro de convenciones porque Buenos Aires no lo tiene. ¿Por qué no pensamos en uno cerca del autódromo? No sólo para recuperar la Fórmula Uno. También para que esté en la línea que viene de Ezeiza. Donde hay estos centros luego hay hoteles, comercios, desarrollo. Y los extranjeros gastan y requieren servicios, restaurantes. Soy crítico del estadio de tenis en el sur. La idea es buena. El resultado práctico de isla es malo. Las grandes obras de la ciudad las hizo el gobierno nacional. La prolongación del subte E hasta Retiro. La construcción de una nueva sede del Ministerio de Ciencia y Tecnología, un museo e institutos donde antes estaban las bodegas Giol, en Palermo. O el Correo Central, que será un gran centro cultural. O la Casa del Bicentenario. Todas, obras nacionales. Con políticas coordinadas, 150 hectáreas pueden pasar de la Nación a la ciudad. ¿Cómo puede ser que la Universidad de Buenos Aires tenga una subsede en la zona norte del conurbano y no tenga una en la zona sur de la ciudad? ¿Por qué no ayudamos a la UBA y coordinamos con ellos una política?

–¿Qué ventaja comparativa tiene Buenos Aires?

–Un altísimo nivel educativo y cultural que sirve para agregar valor dentro de un proyecto sustentable. La ciudad genera excedentes que deben utilizarse bien, para mejorar la vida de todos, para eliminar las barreras arquitectónicas que impiden el movimiento seguro de los de mayor edad o de quienes tienen capacidades especiales.

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Imagen: DyN
 
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