Domingo, 24 de julio de 2011 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Santa Fe, del peronismo al socialismo. Lo que ponen en juego Binner, Bonfatti, Rossi y Del Sel. Un proceso electoral elogiable. La trascendencia nacional y local. Las intendencias, el Legislativo provincial. Y varios detalles más.
Por Mario Wainfeld
El pueblo santafesino elige gobernador por octava vez desde la reinstalación de la democracia, una serie de estabilidad única en la historia argentina. Seis veces optó por el justicialismo, en línea con una firme tendencia extendida en los escenarios provinciales (ver asimismo recuadro aparte). Hasta 1991 se sucedieron mandatarios salpicados de denuncias y sospechas de corrupción, que desacreditaron al partido dominante. El entonces presidente Carlos Menem sacó de la galera a Carlos Reutemann, en una trifecta creativa que incluyó a Eduardo Duhalde en Buenos Aires y a Ramón “Palito” Ortega en Tucumán. Lole fue, desde esa fecha, un protagonista preponderante en la provincia aunque se obstinó en desaprovechar oportunidades propicias para pujar por la presidencia. En el 2007, tras un proceso de acumulación política cimentado en la intendencia de Rosario, el socialismo arrebató el distrito al peronismo, a contracorriente de las tendencias generales, ya que justicialistas rasos o kirchneristas conservaron sus feudos e incluso recuperaron alguno, como Mendoza.
Las encuestas son líquidas y están en tela de juicio, los votos sólidos. El ganador se conocerá cuando hablen las urnas. Con esta gruesa salvedad, vale consignar que los pronósticos compartidos, basados en encuestas, auguran que el socialista Antonio Bonfatti saldrá primero. Los vaticinios acerca del segundo puesto están divididos entre el diputado Agustín Rossi del Frente Santa Fe para Todos y Miguel Del Sel, que va con los colores de PRO.
El proceso previo a los comicios de hoy merece encomio. La sempiterna vocación de tantos medios y comunicadores por ver no ya el árbol sino el bonsai y soslayar el bosque se entretuvo con (e interpretó mal) la discusión de fin de campaña entre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador Hermes Binner. Cuando se pide a gritos el debate no es válido enfadarse si hay uno que, más allá de algún vocablo, fue sobre datos y temas concretos. Un intercambio democrático aunque belicoso y con altos decibeles, lo que es de manual.
El cierre con saludable polémica coronó un trámite electoral con hitos dignos de imitar. Los principales, las elecciones primarias y el debate.
El mejor, lejos, fueron las internas abiertas y simultáneas que, a diferencia de las nacionales del 14 de agosto, desataron una interesante competencia, plena de sentido. Primaron, por decisión del votante, dos obstinaciones, la de Binner contra su propio partido y la de Rossi contra quienes en la Casa Rosada preferían otro postulante. Y Del Sel se catapultó como alternativa.
Las primarias son un avance institucional que fortifica la participación con decisión, una zona flaca del sistema político. Se dice que sobran elecciones, que son costosas, etc. En verdad, siguen faltando consultas populares, referéndum, plebiscitos, instancias de pronunciamiento popular. Las primarias con contenido no cierran esa herida pero la suturan bastante.
A buena distancia, porque es (ni más ni menos) una alternativa de campaña cabe consignar el debate entre los candidatos más taquilleros, que no será la panacea universal pero sí un modo más de comunicar la política.
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La provincia rosa: Binner pone en juego mucho hoy, acaso más que su delfín Bonfatti. Para imponerlo y lanzar su lista presidencial se enfrentó y distanció de la diputada cívica Elisa Carrió, del diputado radical Ricardo Alfonsín, de su compañero el senador Rubén Giustiniani, del diputado Fernando Solanas. Construyó un esquema secuencial, que se fortalecería con dos éxitos sucesivos y se desmantelaría con una derrota hoy. El socialismo, al modo del PRO porteño o del Frente fueguino que comanda Fabiana Ríos, gobierna una sola provincia. A diferencia del jefe de Gobierno porteño, Binner se juega procurando que Santa Fe sea su trampolín para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias y para las elecciones nacionales de octubre. Si Bonfatti es ungido gobernador, mejorará su posición relativa dentro del espacio opositor. Crecerá su capital simbólico y también su conocimiento público, menor al que ostentan Cristina Kirchner, Alfonsín, Carrió o Eduardo Duhalde.
Si el socialismo llega a caer, las proyecciones trascenderán el territorio. Hilando más fino, para el oficialismo santafesino es fundamental también conservar su bastión en Rosario y ganar las legislativas en las que la candidata kirchnerista María Eugenia Bielsa mostró en las primarias un potencial amenazante.
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El Chivo en rodeo ajeno: Rossi es uno de los cuadros kirchneristas más destacables. De concejal de Rosario saltó a la presidencia del bloque de Diputados en el que condujo dos etapas sideralmente diferentes, con igual denuedo y resultados estimables, aunque obviamente diferentes. Estuvo firme en la etapa de bonanza legislativa K y aguantó los trapos tras el vendaval opositor ulterior a la elección del 2009. Orador fogoso y operador esforzado, sostuvo firme a la primera minoría y, como la Selección de Paraguay, se ingenió para avanzar con un equipo menguado así fuera colgándose del travesaño, empatando y atajando penales. Aún en el conflicto por la 125 obtuvo el voto favorable. Y fue uno de los artífices de las amplias mayorías transversales que apoyaron la ley de medios, la reestatización del sistema jubilatorio y el matrimonio igualitario. El socialismo de Binner, referencia soslayada en el fragor de la contienda, acompañó todas estas iniciativas centrales de la gestión de Cristina Kirchner. En cambio, se opuso a la Resolución 125, alineado con “el campo”.
Rossi bancó en su provincia, dos años atrás, una postulación difícil, contra el reutemismo y el socialismo, lo que abre la posibilidad de mejorar la parca cosecha de entonces. Una chance que el FpV no tiene en Córdoba, donde faltó un dirigente de su talla. Lo ayudaron mucho las operaciones de la Casa Rosada, fomentando la unidad de todo el peronismo y designando al filo reutemista Omar Perotti para primer candidato a diputado nacional. La presencia, tardía pero poniendo el cuerpo, de la Presidenta en el tramo final de la campaña tonificó al comando kirchnerista. El apoyo de los líderes cataliza a candidatos, militantes y dirigentes. El efecto electoral de las palabras presidenciales y del intercambio con Binner es más impreciso y será objeto de especulaciones a partir de esta noche.
Por la forma en que se prefigura el cuadro de hoy para Rossi sería un buen resultado salir segundo, multiplicando por dos o algo más su caudal de 2009. En su derredor confían en lograr más que eso, pelear palmo a palmo en el Gran Rosario y en la principal ciudad de la provincia.
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El Midachi: Del Sel terminó su campaña en el set de Susana Giménez, toda una definición. Se alzó con cerca del 15 por ciento de los votos en la primaria, una cifra impactante enfrentando a dos partidos con fuerte implantación territorial. La mayoría de los pronósticos da por hecho que crecerá, algunos que saldrá segundo, otros que su techo sigue elevándose en el sprint de cierre.
En cualquier supuesto, es un fenómeno electoral que merecerá lecturas y observaciones, máxime en una competencia polarizada, a vuelta única. Los observadores, y los datos de la interna, describen un doble tipo de apoyos: poblaciones populares del rango más bajo de la escala socio económica y “gente” del campo. El perfil se superpone bastante con el voto reutemista, aunque conviene no ser lineal en esas aproximaciones. La irrupción de Del Sel expresa un espacio de representación vacante (hasta acá provincial) nada menor.
El Midachi se aquerencia en su desempeño en las tablas y la tele, en un discurso plebeyo y en un sesgo de “no político” que, si pinta, puede devenir antipolítico. Su construcción gira alrededor de su persona, no tiene un “armado” provincial ni referentes locales que emparden (ni se acerquen a) su virtualidad electoral. De nuevo, habrá que esperar el escrutinio. Sus adversarios barruntan que no ganará ninguna intendencia o acaso solo la comuna de Chabás, una pequeña localidad de la que es oriundo su candidato a vice Osvaldo Salomón. En las internas tuvo brillantes resultados en ciudades importantes del interior (como Casilda y Venado Tuerto), aunque muy alejadas de los guarismos que lograron sus candidatos a intendente.
También habrá que mirar si hay un gap relevante entre su resultado y el de la lista de legisladores.
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La hora de la verdad y las que vienen luego: En una seguidilla de pronunciamientos con marcada primacía de los oficialismos, el socialismo arriesga la única provincia que gestionó en su historia. Si revalida, hará redoblona a favor del Frente Amplio Progresista que encabeza Binner. De cualquier modo, el día después debería barajar, dar nuevo y recontar los votos recogidos, que incluyen apoyo del radicalismo. Ese colectivo doméstico se dispersará en las nacionales, la suerte de Bonfatti seguramente algo incidirá en cómo se parta.
Sería batacazo que ganara Rossi y recontrabatacazo si lo hiciera Del Sel.
Se prueba la boleta única, ensalzada hasta el delirio por eternos simplificadores de problemas complejos. El mecanismo, como cualquiera, tiene sus contraindicaciones: la mayor es la posibilidad de los fiscales de anular votos añadiendo un circulito acá o allá. Es de desear que prime el respeto a la voluntad de los ciudadanos, en los comicios y en las evaluaciones ulteriores. Y que prosiga la masividad y limpieza que fue dominante en las elecciones realizadas hasta hoy. En la cita de mañana con el lector, se podrá ahondar más en la lectura de la campaña tanto como de las secuelas provinciales y nacionales del veredicto popular, siempre soberano.
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