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Aunque el regreso de los jóvenes a la política sea un tema en alza, los candidatos a diputados tienen una edad promedio alta. Al menos esto se desprende de un muestreo realizado por Página/12 entre los cinco primeros puestos de las listas de Capital Federal y provincia de Buenos Aires, donde la media de los candidatos es de 50 años. Sucede con la oferta legislativa de casi todos los partidos, incluido el Frente para la Victoria. Si bien el ingreso de integrantes de La Cámpora generó las quejas conocidas dentro del peronismo e instaló la idea de que hay un alud de jóvenes por llegar al Congreso, la realidad es mucho más relativa.

Quien haga el ejercicio de revisar los primeros cinco candidatos de cada lista verá que el duhaldismo es el partido que ofrece los candidatos más viejos. El promedio de edad de sus cinco primeros candidatos a diputados por la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, es de 62 años (Carlos Ruckauf, de 67, y Antonio Arcuri, de 72, inclinan la balanza en esa dirección). El Frente para la Victoria, los radicales y los socialistas llevan mayoría de cincuentones en los primeros puestos de sus listas. En cambio, el Frente de Izquierda consigue un promedio diez años menor, pero son candidatos con pocas chances de ser electos.

Pasar la posta

El sociólogo Fernando Peirone, director de la Universidad Libre de Rosario, viene estudiando la relación que los jóvenes están entablando con la política. Dice que sin dudas hoy existe “una masa juvenil implicada políticamente”, aunque él no usa la palabra militancia. “Ellos resuelven problemáticas puntuales. Por ejemplo, el tema de las escuelas tomadas en Buenos Aires. Se implican políticamente en algún asunto y lo trasladan a todos los ámbitos de la comunicación posible, a las redes sociales, a la escuela, sus muros personales, etcétera. Toman partido, se implican, pero esto no quiere decir que militen en los términos en que antes se militaba.”

Por otra parte, “los partidos políticos no logran romper la matriz, el molde a partir del cual generan espacios de participación juvenil. Lo que hacen es darle lugar a la gente que demuestra cierto tipo de abnegación, de compromiso, de postergación, pero los chicos se implican desde un lugar completamente distinto. Es lógico que las listas les den lugar a quienes son fieles y demuestran adaptación a ese sistema, pero la verdad es que los partidos no están generando una continuidad interna. La posta en la que se van traspasando generacionalmente cosas se rompió”.

“El que más consigue dialogar con los jóvenes es, claramente, el kirchnerismo, y puntualmente Cristina Kirchner, que logra comunicación con esa masa juvenil implicada políticamente. Aun así muchos chicos se acercan a las organizaciones juveniles del kirchnerismo y salen refractados. Pero hay una comunicación. No lo logra el socialismo, ni el radicalismo, ni Proyecto Sur ni el PO, porque el PO logra la adhesión de pibes que van entre los 20 y 25, pero que cuando cumplen 25 huyen espantados”, concluye Peirone.

Crisis y cambio

Leandro Grosso (28) es uno de los candidatos sub 30 incorporados a las listas del Frente para la Victoria. Secretario general de la JP Evita, estudia Ciencia Política en la Universidad de San Martín. Milita desde hace trece años, cuando estaba en el secundario, pero considera que “sin la intervención de la Presidenta en el armado de las listas hubiera sido muy difícil acceder con mi edad a un cargo legislativo”.

“Con una buena elección de Cristina podemos llegar a meter diez o doce diputados sumando a La Cámpora, el Movimiento Evita y la JP”, estima, lo que abriría la puerta a armar un bloque de jóvenes.

El politólogo Luis Tonelli hace un repaso. “Si se piensa en un gobierno en el que la juventud haya tenido más protagonismo desde la recuperación de la democracia, fue el de Raúl Alfonsín. Fue un fenómeno marcado porque la Junta Coordinadora tuvo mucho poder, fue una línea muy orgánica del radicalismo en la que Alfonsín se apoyó. El kirchnerismo, en cambio, corrió con escudería ajena hasta estas elecciones; fue más bien un fenómeno de concentración de poder que incorporó a diferentes sectores con experiencia en la política. La promoción de la juventud es algo que se da en los últimos años a partir de la ebullición que causó el enfrentamiento con el campo. Porque hay una ilusión, en política, que es que las crisis barren con todo lo viejo. En realidad no es así, la crisis lo único que hace es fragmentarlo. Los partidos se fragmentaron pero los políticos siguieron siendo los mismos.”

Tonelli, que es director de la Carrera de Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires, es quien aporta los datos sobre la edad promedio de los parlamentarios. Cincuenta en Gran Bretaña, sesenta en los Estados Unidos, en la Cámara de Representantes, “en la de Senadores es todavía un poco más. Ayuda que la población está envejeciendo, pero la explicación que dan en los Estados Unidos es que hay una enorme tasa de reelección”.

Esa tendencia es visible también en nuestro Congreso. En estas elecciones hay 130 diputados a los que se les vence el mandato y casi la mitad (53) se presentan para la reelección o para dar un salto al Senado. José María Díaz Bancalari (Frente para la Victoria), Patricia Bullrich (Coalición Cívica), Federico Pinedo (PRO), Graciela Camaño (duhaldismo), Roy Cortina y Claudio Lozano (FAP) son algunos de ellos.

“¡Que no digan que a los viejos se los tira por la ventana!”, contesta Héctor Recalde, diputado nacional de la liga mayor ante la pregunta de qué puede alegar en defensa de los legisladores entrados en años. “Para legislar tenés que adquirir experiencia”, argumenta. “Por supuesto que eso evita un poco el recambio, pero como tenés elecciones cada dos años no me parece preocupante.” Recalde admite que hubo una defraudación de la política y eso espantó a los jóvenes, pero señala que “hay una reincorporación que se está dando, lentamente. En defensa de los viejos puedo decirles a los jóvenes que no pierdan la esperanza de llegar; aunque sea, a esa altura”.