EL PAíS › LOS DIPUTADOS DE LA CIUDAD SE DIVIDIERON EN DOCE BLOQUES DIFERENTES

El rompecabezas de la Legislatura

El macrismo cuenta con una mayoría de 26 legisladores, además de algunos aliados. Como segunda fuerza, el Frente para la Victoria tiene 14 bancas organizadas en tres bloques. El espacio de Proyecto Sur se dividió en dos y también se partió el bloque de la Coalición Cívica.

 Por Werner Pertot

María Eugenia Vidal empezó su tarea al frente de la Legislatura con una remera que dice: “U love me” (ustedes me aman). Habrá que ver cuánto amor le deparan los doce bloques que se formaron, entre macristas, radicales, kirchneristas, ibarristas, sabbatellistas, moyanistas, denarvaístas, lilitos, tirios y troyanos. El PRO mantiene su sólida mayoría con 26 legisladores y un grupo variable de aliados. El Frente para la Victoria se alzó con la segunda minoría con tres bloques que forman un interbloque de 14 bancas. Proyecto Sur y la Coalición Cívica (CC) se partieron en dos. Y continúa una reconocida tendencia porteña al monobloque.

Vidal se mostró radiante en un brindis ante los periodistas la semana pasada, junto con el vicepresidente primero Cristian Ritondo. Los dos tendrán la tarea de conducir la Legislatura y un bloque oficialista, que tiene como jefe a Fernando De Andreis. En la primera sesión de la nueva Legislatura, Gabriela Cerruti aprovechó para regalarle a Vidal un pedido de que “cumpla con dos cosas que su antecesora no hizo: terminar su mandato en el Ejecutivo y conducir todas las sesiones”. Amor, claramente, no hubo.

En el PRO deberán seguir con su construcción táctica de sesión a sesión para juntar el quórum de 31 legisladores y para negociar ley por ley. Entre los candidatos a aliados, imaginan al ex macrista y actual referente de Francisco de Narváez, Daniel Amoroso, que mantiene un monobloque llamado Unión Federal. También a otras sucesivas fragmentaciones de la oposición, como el espacio que se separó de la CC, el monobloque sindical y otros eventuales aliados circunstanciales. Como es usual, los macristas cuentan con que las internas entre sus opositores jueguen a su favor.

Proyecto Sur

El bloque de Proyecto Sur, que solía ser la segunda minoría, terminó de dividirse el 10 de diciembre. En la práctica, ya venían separándose desde que surgieron las diferencias entre Claudio Lozano y Fernando “Pino” Solanas. Lozano nunca vio bien que Solanas bajara a la Ciudad (opacando su propia candidatura) ni tampoco que rompiera con el Frente Amplio Progresista (FAP) y saliera a cuestionar a Hermes Binner como candidato presidencial.

La separación dejó, por un lado, a los de la CTA de Pablo Miceli y de Lozano, y por otro, a los de Solanas y a Rafael Gentili, que abandonó Buenos Aires para Todos junto con otros grupo de dirigentes (entre ellos, Gabriel Puricelli). Así, se conformó un bloque de cuatro legisladores llamado Buenos Aires para Todos, que conduce Fabio Basteiro. Y otro bloque de cinco mantiene el nombre de Proyecto Sur y formó un interbloque con el legislador del MST Alejandro Bodart, quien está practicando el arte de pelearse con todos sus compañeros de bloque a la vez.

“Que la ruptura de la izquierda sea algo cantado me da por las pelotas, después del zamorismo. Pero no se sostenía seguir en Proyecto Sur, con una impronta que no compartimos”, planteó uno de los miembros del bloque lozanista, quien a su vez no descarta que en algún momento vuelvan a formar un interbloque. También aclara que al bloque nuevo no le pusieron “FAP” para que no pareciera una especulación.

En el bloque de Proyecto Sur no comparten esa mirada amistosa: “Eso fue una decisión de Claudio Lozano. Ellos presentaron una nota formando un grupo aparte, porque en la coyuntura política tienen una posición diferente”, señaló el presidente del bloque, Julio Raffo. “A mí me votaron por Proyecto Sur y en la ciudad no hay ninguna razón para que Buenos Aires para Todos se fuera”, indicó Rafael Gentili. En ese espacio, sostienen que Lozano apuesta a una teórica candidatura presidencial de Víctor De Gennaro, a partir de la creación de la Corriente de Unidad Popular. “Llega diez años tarde, con la CTA quebrada”, cuestionaron en el espacio de Solanas, desde donde lograron ubicar a Jorge Selser (del Socialismo Auténtico) en la vicepresidencia tercera.

Coalición Cívica

La CC también sufrió una fractura, producto de la división de ese espacio con la dirigente de Unión por Todos Patricia Bullrich. Por un lado, quedó una bancada de tres lilitos, llamada “Coalición Cívica-ARI”: allí están Fernando Sánchez, Maximiliano Ferraro y Rocío Sánchez Andía. Por otro lado, se formó un bloque de dos, con el nombre de Bases para la Unión. Lo conduce Juan Pablo Arenaza, un hombre de Bullrich, y lo integra Adriana Montes, una dirigente fundadora del ARI con un perfil más de centroderecha. Lo curioso es que ella no se fue de la CC-ARI y continúa conversando amenamente con Elisa Carrió. “Es una típica señora de Belgrano”, la definió alguien que la quiere.

“Ellos quieren estar más cerca del PRO; nosotros, no. Y lo resolvimos así”, dijeron desde la CC-ARI. Arenaza desmintió que se vaya a pasar al PRO. “Vamos a trabajar sí en una agenda parlamentaria para el PRO. En donde tengamos disidencia, plantearemos la disidencia. En 2013 veremos si hay una alianza o una coalición”, dijo el joven legislador. Por su parte, los radicales Claudio Presman y Antonio Campos mantienen su bloque propio.

Frente para la Victoria

Desde las elecciones porteñas, el Frente para la Victoria –que fue con tres listas de legisladores– avanzó con la idea de formar un interbloque de 15 bancas. Finalmente, fueron 14. La que falta es la del legislador Claudio Palmeyro, que responde al titular del gremio de los taxistas, Omar Viviani. Una de las versiones es que esta decisión forma parte del distanciamiento general que inició el secretario general de la CGT, Hugo Moyano. Otra, señalada por diversas fuentes, es que habrá un acercamiento progresivo del monobloque sindical al PRO. En cualquier caso, Palmeyro hizo en intento de sumar a su espacio a Alejandro Amor (Sutecba, cercano a Amado Boudou) y a Mateo Romeo (PJ y Suterh), pero la movida fue cortada de cuajo por el Gobierno.

El interbloque quedó conformado por una bancada del FpV de ocho legisladores, que conduce Juan Cabandié, y otros dos bloques de tres: uno de Nuevo Encuentro, encabezado por Gabriela Cerruti, y otro de Aníbal Ibarra, llamado Frente Progresista y Popular. En el bloque del FpV están Juan Carlos Dante Gullo, quien asumió la vicepresidencia segunda, y María Rachid, que finalmente lo integró luego de la polémica en plena campaña porteña por su salida del Inadi. “Somos la segunda fuerza de la Legislatura”, señaló Cabandié. En función del número, consiguieron además la presidencia de la Auditoría porteña (que ocupó la militante de La Cámpora Cecilia Segundo), y la del Consejo de la Magistratura, que quedó en manos del titular del PJ, Juan Manuel Olmos.

Entre Ibarra y Cabandié hubo una agria discusión interna, dado que en el kirchnerismo sostienen que el ex jefe de Gobierno se había comprometido a integrar un único bloque. Cerca de Ibarra, sostienen que es posible que esto se concrete más adelante, pero que la discusión quedó “para el año que viene”. “Hace un mes, le planteé a Ibarra la necesidad de unificar y, en todo caso, discutir desde adentro. No fui consultado para esta decisión de mantener el bloque. Fue él y le dijo a Cabandié que no. Me produce bastante disgusto, dado que fui presidente del bloque hasta hace una semana”, se quejó Eduardo Epszteyn, quien asumió como auditor porteño por el interbloque. “En términos políticos, es un error, porque debemos consolidar una fuerza política de centroizquierda de aquí a cuatro años y más cuando la CGT arma un bloque aparte. Tenemos que fortalecer el espacio”, sostuvo Epszteyn, en el comienzo de lo que seguramente será un álgido debate interno.

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Imagen: Télam
 
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