Después del masivo acto, a Astrid Betancourt se la notaba tan cansada como emocionada. “Es la primera vez que un jefe de Estado participa de nuestras marchas. No tenemos palabras para agradecerle a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner”, decía la hermana de Ingrid a un grupo de periodistas argentinos cuando ya empezaba a anochecer en París.

Mientras su pequeño hijo, que también participó de la marcha, la tironeaba del saco, recordó que cuando su madre, Yolanda Pulecio, se entrevistó por primera vez con CFK, en junio de 207, regresó exultante. “Tenemos una aliada excepcional. Es una mujer sensible e inteligente y prometió ayudarnos en todo lo que ella pudiera”, le transmitió en ese momento Yolanda a Astrid. Astrid cree que Ingrid está muy mal de salud. La última noticia que tiene de ella es del 24 de octubre a través de Eladio Pérez, uno de los liberados. También descarta que su hermana esté haciendo una huelga de hambre y a la vez descree de otros rumores que dicen que se la vio internada en un hospital de la localidad colombiana de San Vicente. “La guerrilla nunca se va a arriesgar a llevarla a un hospital”, dijo.

Por un lado, la mujer mantiene su escepticismo respecto de que sea verdadera la voluntad del presidente colombiano, Alvaro Uribe, de ayudar a la liberación de su hermana. Pero, por otra parte, cree que nunca hubo mejores circunstancias que las actuales. “La presión internacional es muy fuerte para el gobierno, y también para la guerrilla es la posibilidad de tener una salida política”, afirmó. La mujer le otorga un rol fundamental para lograr a libertad de su hermana al presidente venezolano Hugo Chávez. “El tiene la forma para contactarse con las FARC y siempre demostró una gran colaboración”, dijo Astrid.