SOCIEDAD › ENCUENTRO DE LOS RADARISTAS QUE ACTUARON EN COMODORO DURANTE LA GUERRA DE MALVINAS

Una reunión con mucho eco

Se conocieron como colimbas especializados en radares. Fueron enviados a controlar los radares de Comodoro Rivadavia que reemplazaron a los de Puerto Argentino luego de su destrucción. Ahora se reúnen regularmente para recordar aquellas épocas.

 Por Carlos Rodríguez

Desde Tandil

“Después de 30 años nos volvemos a subir a un Hércules C-130.” La frase fue la carta de presentación, ante Página/12, de Omar Antonio Bísporo, quien esta semana participó en forma activa en la rememoración del “bautismo de fuego” de la Fuerza Aérea en Malvinas, junto con sus amigos Juan Carlos Dávalos, Alfredo “Chicho” D’Ambrosio, Eduardo Velázquez y Luis Quiroga. Los cinco, cuando tenían 18 años y eran soldados conscriptos de la Fuerza Aérea, estuvieron más de dos meses –desde el 3 de abril al 10 de junio de 1982– en el cerro Hermite, en Comodoro Rivadavia, custodiando y realizando tareas de mantenimiento de los radares instalados allí, que formaban parte de un circuito que involucraba a otras instalaciones similares que estaban en Río Grande, Río Gallegos, Trelew y en las islas Malvinas. “Cuando los ingleses destruyeron el radar en Puerto Argentino, nuestra labor se hizo más importante, porque las misiones aéreas se hacían desde el continente a partir de los datos sobre la posición de la flota británica que era detectada por nuestros radares.” Estuvieron más de dos meses viviendo en carpas, durmiendo prácticamente sobre las piedras del cerro, con vista al mar, con temperaturas bajo cero y el temor siempre presente de ser atacados por los Sea Harrier ingleses. Hoy, a treinta años de la guerra, un grupo numeroso de ex colimbas “radaristas” sigue juntándose para recordar, con alegría, los momentos vividos.

“Todos tenemos moretones en las piernas, un recuerdo que nos dejó el frío que pasamos en el cerro, sin bajar nunca a la ciudad. El momento más dramático lo vivimos poco antes del 10 de junio cuando cayó un helicóptero argentino en la zona de Caleta Olivia. Tuvimos un alerta roja y los 17 conscriptos que estábamos allí en ese momento nos atrincheramos esperando lo peor. Después, cuando pasó el alerta, nos enteramos de que en el helicóptero había muerto Fernando Luis Sieyra, un amigo nuestro con el que habíamos cursado el secundario.” En su teléfono celular, Bísporo conserva imágenes escaneadas y digitalizadas de fotografías que se tomaron en el cerro, donde aparecen muy jóvenes, uniformados y con armas en las manos.

Los cinco amigos recuerdan que, después de la destrucción del radar en Puerto Argentino, los aviones Pucará o Mirage que atacaban a la flota y a los aviones ingleses partían desde el continente, basándose en la información brindada por los cuatro radares que habían quedado en pie, uno de ellos en Comodoro. “En ese momento se consideraba inminente un ataque a los radares por parte de los Sea Harrier ingleses, motivo por el cual llegaron refuerzos desde Córdoba. Nosotros pertenecíamos al Grupo 2 de Vigilancia y Control Aéreo (VYCA), y nos habían enviado a Comodoro. Ese fue nuestro primer viaje en un Hércules C-130.”

Desde fines de 2009, a través de Internet, y por iniciativa de Bísporo, se han comenzado a contactar con los ex soldados que estaban en los cuatro puntos donde había radares. “Ya hicimos varias reuniones, en la última logramos juntar a 23 compañeros. Algunos vinieron desde Córdoba y otros desde Santa Fe.” Los encuentros se hacen en un club de Boulogne y de los mismos han participado también oficiales en actividad de la Fuerza Aérea, entre ellos el hoy brigadier Heriberto Zapata, que en 1982 tenía el grado de alférez y estuvo con ellos en Comodoro Rivadavia.

Chicho D’Ambrosio dice que le están pidiendo al actual gobierno “que nos tenga en cuenta como ex combatientes. Lo éramos hasta 1990, pero el ex presidente (Carlos) Menem resolvió achicar drásticamente las listas y nosotros quedamos afuera. En algún momento nos consideraron héroes y nos dieron diplomas y medallas, pero después Menem se olvidó de nosotros. Queremos que el actual gobierno repare esta situación. Lo pedimos de buena manera, sin tomar medidas drásticas. Sólo queremos que nos devuelvan el reconocimiento que alguna vez tuvimos”. En broma dicen que hoy, para sobrevivir, algunos trabajan como travestis en las zonas rojas y otros, como Bísporo, venden remeras con el emblema del VYCA.

En la base aérea de El Palomar hay un museo que guarda recuerdos de la guerra de Malvinas. Además de revistas y recortes de diarios donde la prensa de esos años publicaba notas de tono triunfalista, los cinco ex colimbas de Comodoro se encontraron con restos de dos misiles AGM-45 Shrike, con los que las fuerzas británicas destruyeron el radar instalado en Puerto Argentino. También se exhibe un traje anti “g”, de protección para los pilotos de combate, y un paracaídas. Pertenecieron al ocupante británico de un Sea Harrier que fue derribado en Pradera del Ganso, en Malvinas, con información que partió de los radares instalados en el continente.

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El grupo de amigos estuvo durante la guerra de Malvinas en el cerro Hermite, de Comodoro.
Imagen: Adrián Pérez
 
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