Martes, 7 de agosto de 2012 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA AL CANTAUTOR ESPAñOL ISMAEL SERRANO
El músico, que estará todo el mes girando por la Argentina, dice que la situación en su país es “insostenible”. Se queja de la pasividad de los músicos españoles y sostiene: “Cualquier historia que cuentes hoy está traspasada por la crisis”.
Por Cristian Vitale
Le da un beso a una copa de vino y pica un pedazo de queso. Alrededor, Ismael Serrano ve gente en acción: un fotógrafo que cierra el paraguas de lluvia –del cielo cae agua a baldazos– mientras abre el de su equipo para retratarlo a él, dos o tres agentes de prensa que están en todos los detalles, alguien que lo llama de una radio y gente comiendo en grandes mesas redondas. El barrio de Palermo luce como el bar: tranquilo y cotidiano. Y él se relaja un rato, hasta que le toca hablar. “Nunca se vivió una situación así... es la primera vez que nuestros hijos van a vivir peor que sus padres”, lanza. Primer baldazo y no de agua. El cantautor madrileño cruza el océano sin moverse de la silla y pinta, incómodo, verborrágico, firme, lo que está pasando en su país. “Es lamentable. Por lo general, desde que volvió la democracia a España hemos vivido un desarrollo económico y social que nos ha permitido acceder a estudios universitarios, a derechos de salud, a un standard de vida que mis abuelos y padres no habían tenido. Por eso digo que nuestros hijos, por primera vez en mucho tiempo, vivirán con peores sueldos, salarios, salud y educación”, refuerza. Y se pone apocalíptico. Se torna escéptico.
El marco es su enésima visita a la Argentina, esta vez con el objeto de presentar Todo empieza y todo acaba en ti, su octavo disco, este viernes, sábado, y domingo, y el 31 de agosto y 1º de septiembre en el Gran Rex, y durante todo el mes en otras plazas del país, pero la tremenda y desacostumbrada crisis social y económica que está atravesando España desvía el foco. Reubica la mirada de Serrano en cierta desesperación de sus gentes y las especificidades de su trabajo pasan coyunturalmente a segundo plano. “Hay tanta mala hostia, tanta indignación, tantas cosas que decir que, bueno, cada día uno se levanta con una noticia más aterradora. Ahora parece que se sobreviene un rescate condicionado sobre España, parece que va a ser sometida al chantaje de los mercados y se va a pedir que recrudezcan los ajustes. Es terrible que la ciudadanía tenga que asumir la carga de una crisis que no ha provocado”, insiste. “Y encima nos ha tocado vivir uno de los momentos más patéticos de la historia democrática moderna cuando el presidente Mariano Rajoy, para justificar los ajustes que acaba de acometer, dice que no tiene capacidad de maniobra, que no puede hacer otra cosa. El presidente que dirige los designios de nuestro país asume su incapacidad, su incompetencia y no renuncia ni convoca a elecciones... me parece terrible, porque el español hoy está desamparado y huérfano de liderazgos políticos que le permitan recuperar la ilusión, o al menos encontrar alternativas a lo que le toca vivir diariamente.”
No es, la toma de posición política, una mirada que resulte extraña al planeta Serrano. Más allá de haber conquistado miles de corazones femeninos con canciones de amor, no puede obviarse el compromiso ideológico que impregna –a lo Aute-Serrat– su trayecto estético. Hombre de Madrid criado en Vallecas, curtido en bares y fondas, y siempre con un oído puesto en sus alrededores sociales, el cantautor dio con el perfil desde su primer disco (Atrapados en Azul, 1997) con “México insurgente”, en honor a los zapatistas mexicanos o “Papá, cuéntame otra vez”, un corte “progre” que se metió en la boca de todos y elaboró, a partir de allí, una fluida conexión con colectivos sociales. Con las Madres de Plaza de Mayo, por caso, a quienes ofrendó “A las madres de mayo”. Con la causa cubana no gusana, a través de la participación en ciertos trabajos discográficos destinados a recaudar fondos para la construcción de un hospital infantil en La Habana. O con los niños refugiados de Gaza, a través de la canción “Luces errantes”. “Tengo la necesidad moral de dar cuenta de las situaciones injustas. Y ahora me toca enfocar en España, donde realmente no hay nadie que esté en condiciones de decir que no le afecta lo que pasa”, dice
–Bueno, supongo que la élite que ve desde la barrera esta u otra crisis, no, pero cualquier ser humano que no pertenezca a ella se ve tocado de una u otra manera. Lo noto como músico en mi trabajo. Y con gente cercana: antes de venir para aquí, uno de mis mejores amigos me decía que lo iban a echar del trabajo, que iba a engrosar la lista de desempleados en España; mi madre, que es funcionaria, ha padecido la decimonovena bajada de sueldo... en fin, hoy por hoy me sorprende la capacidad de aguante del español. Por suerte, hay cierto despertar de la sociedad a través del movimiento de los indignados, pero me sorprende que no haya sido algo más contundente, que no haya tenido una continuidad mayor, porque la situación es insostenible.
–Sí, y es terriblemente peligroso porque provoca un desencanto social por la clase política. Si bien existen opciones de partidos minoritarios que están creciendo, porque canalizan un poco ese desencanto, por lo general la gente se siente huérfana, y el peligro es que el desencanto puede contagiar a la democracia. Es terriblemente preocupante que en un país como Grecia tenga representación en el Congreso un partido que se declara abiertamente neonazi. Esto habla de una sociedad asustada, en estado de shock, que no encuentra respuestas. O sí... hay una frase que circula por el poder y dice “España tiene que hacer los deberes”.
–Tal cual. Deberes que hablan de darle un carácter de obligatoriedad a unos ajustes y unos recortes que generalmente no son de carácter obligatorio, porque no tienen carácter científico.
–La música en directo, en España, ha dependido en gran manera de las administraciones públicas. Existía una tradición que distinguía a España, y era que los municipios solían subvencionar mucha música en directo, y eso ya no existe. Es un problema cuando no existe un tejido empresarial y hay que recomponer una costumbre: pagar entradas a un precio alto. Además, se da el caso de que para las producciones culturales el IVA ha subido del 8 al 21 por ciento, cuando en Francia sigue siendo del 8. Esto también impactó fuertemente en el cine, y hay un 20 por ciento de salas que se ven obligadas a cerrar por esta situación, porque ese 12 por ciento de aumento era el margen de beneficio que les quedaba. Por un lado, digamos que la cultura no entra dentro de las prioridades de un gobierno conservador, de derecha, y por otro, el gasto de la gente tiene otras prioridades.
–Me sorprende que los músicos no sean más contundentes en sus expresiones públicas. Creo que está haciendo falta un cierto activismo por parte de un colectivo que se dice cronista de la realidad que le toca vivir, pero que no lo está haciendo. Me pregunto, cuando para bien o para mal haya pasado todo esto, qué diremos los músicos cuando nos pregunten qué hicimos. Así como la gente del cine ha sido más combativa, unida, agremiada y cojonuda como hicimos todos durante el NO a la guerra de Irak, ahora los músicos han permanecido al margen. Digo “han”, porque considero que soy un tipo que se significa bastante políticamente.
“Todo empieza y todo acaba en ti” no parece, en principio, denotar compromiso. Es una canción romántica, típica de otro de los carriles en los que Serrano se mueve con facilidad, cuya letra –bien representada en el video– lo muestra muerto por una mujer. Pero él le da una vuelta. “Bueno, sí, la canción es de amor de pareja o algo así, pero me ha servido como para extrapolar lo que uno debe hacer cuando se enamora, que es jugársela, exponerse, arriesgarse, a lo que debe hacer uno ante una realidad política adversa, que es tomar la iniciativa y buscar en uno mismo la llama que alumbre ese camino que se dirige al cambio, al lugar soñado. La verdad es que cualquier historia que cuentes hoy está traspasada por la crisis. Es un ruido de fondo que está en todo”, sostiene y reubica la mirada en otras dos canciones que sí le entran más directo al tema: “Despierta” y “Habrá que someter a referéndum”, en especial. “Hablo de despertar, porque es el momento, un momento que creo se está dando recién ahora con el movimiento de los indignados, que responde a una toma de conciencia por parte de una ciudadanía que está sumida en el hartazgo, que está cansada de que no se la tome en cuenta. Y de someter a referéndum, que alude a que seamos tenidos en cuenta, consultados como merecemos ante la marea de acontecimientos que nos toca vivir”, explica.
–Bueno, es que la vida son historias de amor. Yo le canto a todo lo que me emociona: mis vivencias, lo que leo en los periódicos, lo que veo más allá del horizonte, en fin, todo eso es susceptible de convertirse en canción.
–Ultimamente venía escuchando cantautores irlandeses como Damien Rice o Glen Hansard, que se ven absorbidos por la pasión en la interpretación. Es gente que tiene canciones con una dinámica exagerada. Canciones que empiezan con voz y guitarra, y de repente los estribillos se abren hacia guitarras eléctricas contundentes, o hacia arreglos de cuerda. Gente que parece tener cierta austeridad que no es tal. Yo intenté recuperar esos recursos en mis canciones: empezar con voz y guitarra y abrirme después a los estribillos con arreglos de cuerdas. Esa sencillez. Por más que hay ejercicios de estilo como el tango “Mañana porteña en Madrid” o “Te debo una canción”, donde toco el charango, me apetecía ir por el lado de la vanguardia de la canción de autor.
–Creo que es un disco sosegado. Digo que es un nuevo comienzo, pero no rompe con los anteriores. Responde más a un estado de ánimo y una disposición mental, a la necesidad de buscar otra dirección. Y en ese lugar estoy, porque a nivel personal también me toca vivir nuevos horizontes. A lo mejor tiene que ver con la crisis, ¿no?, en el sentido de buscar un nuevo comienzo.
–Vengo a una Argentina que está viviendo una etapa de crecimiento sin parangón y representa una oportunidad única para ocupar el lugar que merece, después de una historia reciente tan llena de sufrimiento, sangre y lágrimas. Desde España a veces uno dice, “joder, quizá debiéramos aprender de los argentinos esa capacidad de levantar la mirada y recuperar la autoestima”, más allá de lo político, más allá del fatalismo que parece que al argentino lo lleva a cuestionar cada proceso en el que le toca vivir o presagiar catástrofes todo el tiempo... digo, más allá de eso, el argentino tiene la capacidad de sentir que, aunque todo se derrumbe, no viene el fin. Creo que nosotros, que estamos en estado de shock vital, deberíamos aprender de esa capacidad de apretarse los machos y tratar de soportar el vendaval.
–La verdad es que en España no ha tenido mayor trascendencia que los aspavientos de los dirigentes políticos que, sobreactuando un poco, han puesto el grito en el cielo. Creo que la ciudadanía, en términos generales, no se ha visto afectada ni económica ni anímicamente. Me han dicho que resultaron un poco controvertidas las declaraciones de Serrat y Sabina sobre el tema, pero la verdad es que allí pasaron sin pena ni gloria. Es más, en España hay una revista nueva que se llama Mongolia, que es parecida a vuestra Barcelona en el sentido de la ironía y la sátira, y sacó una contraportada en la que salía el ministro de Industria, José Manuel Soria, diciendo “devolvednos vuestro petróleo” (risas). A nivel personal, veo la decisión del gobierno argentino como un ejercicio de soberanía sin más, y la mayor parte de los ciudadanos españoles lo ve igual. Lo ve como un suceso de la política internacional ajeno y lejano, y consciente de que no va a afectar nada en su vida cotidiana.
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