Miércoles, 15 de julio de 2009 | Hoy
DISCOS
6-The high end of low
Marilyn Manson. Universal
Hace años era la perfecta amenaza: “Tomá la sopa o lo llamo a Marilyn Manson”. Pero el ex discípulo de Trent Reznor perdió el filo, y en su nuevo disco hasta se anima a algo que en su reino puede entenderse como un blues (“Four rusted horses”) o una power ballad (“Running to the edge of the world”). Los buenos momentos de “Leave a scar” o la larga diatriba de “I want to kill you like they do in movies” se contrapesan con lugares comunes como “Arma–goddamn–motherfuckin–Geddon” o “Unkillable monster”. Podría ser peor. Podría ser mejor. Lo malo es que es intrascendente. E. F.
10-The Third World
Gato Barbieri. RCA
Eran otros tiempos. En 1969, el que sería uno de los discos más importantes de su época remarcaba en su contratapa, por ejemplo, que el Gato Barbieri había nacido en la misma ciudad que el Che Guevara. Pero lo importante era que ese espíritu de revolución estaba en la música. Barbieri brillante, junto a Charlie Haden en contrabajo y un grupo que incluía a Roswell Rudd en trombón y Lonnie Liston Smith en piano, sencillamente inventan allí una nueva música: un cierto foklore imaginario en primer plano y el jazz de fondo. D. F.
8-Amanda
Roberto Moreno Cuarteto. Independiente
Roberto Moreno pone su virtuosismo al servicio de este cuarteto notable, y no al revés: en esta ecuación aúrea radica el poder de su música. Partiendo del territorio ampliamente definido como jazz, sus composiciones conectan con aires de zamba, festejo o chacarera, carnavalitos, alguna samba y camdombe. Con una instrumentación de bajo, guitarra, vientos, batería y cajón peruano, transitan temas de Moreno y de Eduardo del Aguila (guitarrista del grupo) y homenajes como el que abre el disco, la adaptación de un tema de Carol Kaye, “la dama del bajo”. K. M.
9-Buenosaurios
Acho Estol y la Orquesta Moscas de Bar. Acqua
He aquí una muestra feliz del tan declamado –y escasamente encontrado– “nuevo tango”. En su trabajo en paralelo a La Chicana, Acho Estol marca la cancha actual del género con letras que resuman cierta sordidez arltiana, arreglos originales, una sólida y numerosa formación. Y además abre el juego a una cantidad de intérpretes que hacen suyo cada uno de los temas, de Tata Cedrón a Palo Pandolfo, de Juan Vattuone a Antonio Birabent. Dos perlitas del disco: “Ratones de laberinto”, en la voz de Alfredo Piro; “Mi involución”, cantada por Chino Laborde. K. M.
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