Nacida en medio de la agitación social y cultural de Mayo del ’68, la Quincena de los Realizadores fue desde entonces una suerte de contra Festival de Cannes, un espacio paralelo dedicado –en palabras de Oliver Pére, su director, que este año se despide de esa función para asumir en Locarno– a “un cine de autor, libre, independiente, contestatario, más allá de las etiquetas, más allá de las fronteras”. Y si la sección oficial de Cannes brilla en nombres propios, este año la Quincena no le va en zaga, empezando por su película de apertura, Tetro, de Francis Ford Coppola. La película –rodada en Buenos Aires con un elenco internacional– parecía un número puesto para la competencia oficial, pero cuando a Coppola le ofrecieron en cambio una función especial fuera de concurso, se ofendió y se la llevó a la Quincena. Aunque el más rutilante, el de Coppola, no es el único apellido que suena fuerte en la Quinzaine. Aquí estarán algunos de los directores más valiosos y arriesgados del cine contemporáneo, como el portugués Pedro Costa, el coreano Hong Sang-soo, el japonés Nobuhiro Suwa y los franceses Luc Moullet y Alain Guiraudie. Lo cual promete una verdadera batalla de festivales.