En esta obra, de nuevo fue la actriz la que comenzó el proyecto a partir de unas ganas locas de trabajar con Saer. Pero en este caso, además, Irina Alonso realiza la dirección y la puesta en escena de este oscuro e hipnótico cuento de Saer. “Soy una gran admiradora de la obra de Saer en general; es una escritura que me provoca el deseo de hacerla mía de algún modo –dice–. Este cuento en particular me estimuló el recorrido de la protagonista por los hitos de dolor de una vida, grabados como cicatrices y que son materia de la obra; en este caso el soneto que va creando mientras hace este recorrido.” El cuento está escrito en primera persona y cuenta la vida gris de Adelina Flores, una poeta mayor que en su momento tuvo un éxito moderado, hoy un poco olvidada, casta y con una fascinación morbosa con su cuñado, con quien vive un poco a la fuerza. La obra de teatro es el texto y la actriz, que se aprendió todo el cuento de memoria antes de adaptarlo durante los ensayos, probando sus posibilidades espaciales antes de hacer el recorte. “Al trabajar con un material no teatral, tenemos las palabras, pero ninguna obligación con respecto al contexto en el cual decirlas –explica–. Es un material más poroso que el texto teatral, donde la situación total está definida por el autor.” Lo que resulta es el trabajo de una directora mimetizada con un texto que ama. Cómo decir esas palabras, qué hacer con el cuerpo mientras el cuento avanza, como si el objetivo fuera hacer que el personaje de Saer se vuelva carne y hueso.

Sombras sobre vidrio esmerilado, Querida Elena / Sábado 21 hs. / $40