Domingo, 14 de agosto de 2016 | Hoy
18:41 › ENTREVISTA A SUSANA MALCORRA, MINISTRA DE RELACIONES EXTERIORES
Por Sebastian Abrevaya
Inscripta en la tradición de la diplomacia internacional, Susana Malcorra cuida sus palabras. Y no sólo las cuida porque es la canciller de Argentina, sino porque es un cuadro técnico-político en plena campaña para llegar a la secretaria general de Naciones Unidas. En diálogo con Página/12 y otros medios gráficos, Malcorra contextualiza, modera, suaviza, transita por ciertos márgenes para evitar cualquier choque frontal. Se esfuerza por no contradecir al presidente, Mauricio Macri –quien llamó “guerra sucia” al terrorismo de Estado– y a la vez marcar su posición al respecto. “No hubiera usado el término guerra sucia pero tampoco sé exactamente cómo y en qué contexto lo usó así que no quiero ir más allá de eso”, asegura la ministra y agrega su propia interpretación de la posición presidencial: “Yo he usado el número de 30 mil (desaparecidos) pero no me parece que, y eso creo que quiso decir el Presidente, si hubieran sido 9 mil no le quita gravedad al tema”. Estados Unidos, Venezuela y Malvinas, entre los temas salientes de un diálogo de más de una hora con la responsable de las relaciones exteriores del país.
–¿Cómo va su candidatura a secretaria general de la ONU?
–Es un largo camino. No es una elección por democracia directa, con lo cual hay que saber leer lo que pasa. Por ahora los votos son todos, como se dice en la jerga, del mismo color. Es decir no hay aplicación del voto diferenciado de los P-5 (en referencia al grupo de los cinco países que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad). Obviamente cuando exista, cambia la dinámica de la votación. En lo personal estoy muy satisfecha porque de la primera a la segunda votación, cuando es evidente que miembros del Consejo de Seguridad polarizaron mucho más la votación, quedé posicionada muy bien. Quedé como tercera candidata y la primera mujer. Me parece que lamentablemente en términos generales, el voto a las mujeres está mucho peor que el de los hombres. Creo profundamente que todavía hay un voto sesgado en contra de las mujeres. A igualdad de capacidades, siempre hay un pequeño margen negativo con las mujeres.
–¿Si eventualmente no gana, se va a quedar como canciller?
–No hay nada que indique que me tenga que ir salvo que el Presidente, me indique que me vaya. Que está por supuesto dentro de las cartas. Así como no hay contradicción entre ser la canciller y aspirar a la Secretaría General, no hay ninguna contradicción en perder esa aspiración y mantenerse como canciller.
–Dirigentes opositores afirman que su candidatura condiciona la política exterior del país. ¿Qué responde?
–Mis lineamientos como canciller son los lineamientos de la política exterior del país fijados por el Presidente y trabajo con total coherencia y consistencia. Pensar que el proceso de eventual acceso a ser secretaria general puede tener una contradicción con la política exterior de la Argentina es realmente pensar que la Argentina está en posición antinómica con la secretaría general de Naciones Unidas. No es así. De hecho, hay cuestiones en las cuales yo he mantenido una posición que hubiera sido mucho más cómodo eventualmente no dedicarme a ello pero he mantenido la posición que el Presidente ha querido y he manejado los temas con la misma pasión y la misma convicción de siempre.
–¿Argentina tiene alguna estrategia respecto de la autoproclamación de Venezuela como presidente del Mercosur?
–La posición de la Argentina es que no hay automaticidad de traspaso. No lo hubo nunca. Siempre que ha habido traspaso ha habido una reunión del Consejo del Mercosur. Siempre ha habido una presentación del informe de la gestión de quien deja la presidencia pro témpore, que es una forma de transparencia y de mostrar lo que se ha hecho. Y en ese mismo acto se hace el traspaso a la nueva presidencia pro témpore. Lamentablemente la decisión de Uruguay de dejar la presidencia en una fecha determinada a través de una carta nos ha posicionado en una situación muy atípica que es que no hubo un traspaso pero se asume un traspaso. Esto genera un vacío que yo creo que es malo para el Mercosur.
–La Canciller de Venezuela dijo esta semana que Macri quiere romper el Mercosur...
–La canciller Delcy Rodríguez tiene una convicción muy fuerte respecto de haber recibido la presidencia pro témpore. Creo que es una fuerte y apasionada defensora de la perspectiva de Venezuela y yo la respeto como tal. No voy a entrar en un diálogo de confrontación porque me parece que eso también afecta no sólo las relaciones entre no- sotros sino la visión que tiene el mundo respecto del Mercosur.
–¿Cuál es el papel que tiene el Vaticano con respecto a la situación de Venezuela, según el diálogo que ha tenido con el canciller Pietro Parolin?
–Me da la impresión de que estamos muy cerca de que el Vaticano efectivamente esté dispuesto a participar porque la situación se ha agravado. Me parece que es claro que en distintas ocasiones se ha abierto la frontera con Colombia. Hay un reconocimiento de que el desabastecimiento ha tenido un impacto profundo. Estamos cerca de que se pueda armar una combinación que incluya algún paraguas del Vaticano al diálogo.
–¿Cuál es la agenda con Estados Unidos en materia de Seguridad y Defensa?
–Lo que salió de la compra de aviones no es cierto. No hemos comprado aviones a Estados Unidos. Por un lado, hay toda una cuestión de equipamiento en el cual hay que invertir para que tenga sentido tener las fuerzas armadas. Estados Unidos y otros países muchas veces hacen renovación de equipamiento a nivel de tecnología y descartan cosas que para nosotros son sumamente interesantes. Entonces se puede entrar por un canal de compra a un precio muy, muy descontado. Por otro lado, hay toda una cuestión de entrenamiento y formación en las cuestiones que son prioridad para nosotros, entre ellas el narcotráfico. La ministra Bullrich está viendo como utilizar este acuerdo para producir un entrenamiento muy puntual para el manejo de las fronteras en lo que haga la lucha contra el narcotráfico. Hay múltiples líneas de trabajo que tienen que ver con una lectura de que la cuestión de utilización tanto de las fuerzas de seguridad como la fuerzas armadas tiene que alinearse con sus capacidades. Balancear entre lo que tiene que ver la lucha contra el narcotráfico y la protección de las fronteras y después encontrar las formas internas en el país de trabajar sobre la gente, los derechos humanos, los que están absorbidos ahora por la droga.
–El Presidente calificó como “guerra sucia” al terrorismo de Estado llevado adelante por la última dictadura. ¿Usted coincide con esas apreciaciones?
–No escuché todas las declaraciones. Me parece que algunas se sacaron de contexto. Creo que el Presidente le dio una entidad muy seria a la gravedad de lo que pasó en la década del 70. Yo personalmente creo que lo que pasó fue realmente desastrozo. He dicho en muchísimas ocasiones, mientras he estado fuera del país, que lo que viví en esa Argentina en ese período me preparó para entender desde lo malo cómo se puede llevar el poder del Estado al límite. Y me parece que lo que tenemos que hacer es recordarlo siempre para precisamente construir instituciones que impidan que el Estado en cualquier circunstancia infrinja los derechos de los ciudadanos, que puede ser en el extremo de matarte o hacerte desaparecer. Pero puede ser muchas otras cosas, que no llegan a ese extremo pero que aún así carecen del respeto que uno merece como ciudadano. Creo que el Presidente está totalmente convencido de esto.
–Hacía mucho que en Argentina no se escuchaba el uso del concepto de “guerra sucia” y mucho menos en boca de un Presidente. ¿No afecta eso la política de Derechos Humanos?
–Yo personalmente no uso el concepto de “guerra sucia”. Creo que hubo un enfrentamiento asimétrico, que obviamente le da una responsabilidad al Estado distinta a la que le da a otros jugadores. También creo que otros jugadores intervinieron de una manera que no se correspondía con la convivencia. Pero creo que hay una asimetría, el Estado tiene una responsabilidad por encima de todo, de defensa y respeto de las instituciones. No hubiera usado el término guerra sucia pero tampoco sé exactamente cómo y en qué contexto lo uso así que no quiero ir más allá de eso. Lo que sí digo es que el compromiso con los derechos humanos es profundo. Haber nombrado a Leandro Despouy como coordinador de estas cuestiones para asegurarnos que alineamos todas las cosas que convenimos en el mundo en la aplicación y en la interpretación es un ejemplo de compromiso con los Derechos Humanos y así lo ha definido el Presidente.
–El Presidente dijo que no sabía si los desaparecidos eran 9 mil o 30 mil. Otros dirigentes del oficialismo han tratado de minimizar y poner en duda el número de desaparecidos en Argentina. ¿Usted qué posición tiene?
–Yo he usado estando en el exterior, en Naciones Unidas, el número de 30 mil como un número de referencia. La realidad es que no podemos entrar en un tema matemático en esto. ¿Cuál es el tema? Es una enormidad. Pero tengo que decir que no tengo una prueba de 30 mil casos concretos. Cuando uno mira las paredes del Parque de la Memoria no suma 30 mil. Ahora, que sean 9 mil o que sean 30 mil, me parece que el punto que intentó hacer el Presidente es que no quita la enormidad del problema. Fue un horror lo que pasó. Fue una de las décadas más oscuras de la historia de la Argentina. Y es una década en la cual el Estado no se manejó como corresponde a la responsabilidad del Estado. Eso es absolutamente insoslayable. Vuelvo a decir, he usado el número de 30 mil pero no me parece, y eso creo que quiso decir el Presidente, que si hubieran sido 9 mil no le quita gravedad al tema.
–¿Dónde estamos parados hoy en el tema Malvinas?
–Nosotros tenemos una relación con el Reino Unido que va más allá del tema Malvinas. Dicho esto, Malvinas es una diferencia profunda que tenemos con el Reino Unido y se lo ha dicho el Presidente al primer ministro Cameron, en dos ocasiones, y lo he hablado yo con mi par Amón cuando lo visité en Londres. Estamos ahora iniciando el diálogo con la nueva administración. Estamos previendo que haya la posibilidad de un encuentro en el G-20. Mientras tanto creemos que hay posibilidades de llevar adelante algunas cuestiones que sirvan para distender aspectos que no tienen sentido. Ejemplo, hemos avanzado ya en una primera visita exploratoria del comité de la Cruz Roja para ver qué habría que hacer para identificar a todos los que están enterrados en forma anónima en las Malvinas. Hay una cuestión vinculada a vuelos, que por allí se reflejó como que estamos haciendo un swap entre el tema hidrocarburos y vuelos. No tiene nada que ver uno con otro. Hay una línea de trabajo que tiene que ver con la posibilidad de vuelos, que tenemos que trabajar. Hay una preocupación por parte del Reino Unido de la cuestión de la ley de Hidrocarburos que para ser sincera tiene desde lo legal algunos puntos que tenemos que revisar. Todo esto se va a hacer con responsabilidad, respeto a la ley y sobretodo con el reconocimiento que éste diferendo es para nosotros un deber constitucional. Nada va a pasar de un día para el otro. No esperen medidas espectaculares para la primera plana de los diarios. Yo estoy convencida de que hay voluntad para avanzar y restaurar ciertos vínculos de respeto y confianza.
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