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William Cline, economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales
“En diez años podrán salir de la convertibilidad”
  Por Claudio Zlotnik  
Ese pronóstico le pertenece al principal economista del influyente IFI de Washington.

William Cline es economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IFI), con sede en Washington. El IFI agrupa a más de 250 instituciones financieras de todo el mundo y tiene llegada a los organismos internacionales y al poderoso Grupo de los Siete países más desarrollados. Cline, que llegó a Buenos Aires para participar de las Jornadas de ABRA, diálogo con Cash. Se mostró optimista respecto de cómo la Argentina sorteará la crisis financiera mundial. Y propuso recién para dentro de una década ponerse a pensar en salir de la convertibilidad.

-¿Cómo evalúa la salud de la convertibilidad en medio de la crisis, donde se están produciendo devaluaciones competitivas?
-Este modelo continúa siendo la ruta correcta para la Argentina. Aquí el público piensa que es el tipo de cambio el que determina los precios internos. Por la experiencia histórica argentina, que incluye a la hiperinflación, las expectativas de inflación están directamente ligadas con la paridad cambiaria. Pongo un ejemplo: el won coreano se devaluó un 85 por ciento en casi un año, pero la inflación apenas saltó un 8 por ciento. En cambio, si hubiese una devaluación en la Argentina, supongamos en un porcentaje similar al que ocurrió en Corea del Sur, los precios se remarcarían como mínimo en un 50 por ciento. Por eso, lo que más les conviene es mantener la convertibilidad. Les da un ancla muy fuerte a las expectativas sobre estabilidad de precios.

-Entonces, por determinismo histórico, sería casi imposible salir de la convertibilidad.
-No se puede decir que durará para siempre. Estamos a pocos años de la experiencia de la híper. Es cierto que tardará bastante tiempo hasta que ese proceso deje de influir en las expectativas. No podría arriesgar cuánto tiempo debería pasar, pero entiendo que recién dentro de cinco o tal vez diez años podrán pensar en alguna alternativa. Por ahora, implementar cualquier otra cosa sería inútil y contraproducente. Sólo empeoraría las cosas.

-¿No cree que la rigidez de la convertibilidad podría jugar en contra si en algún momento el Gobierno se ve obligado a tomar medidas presionado por la crisis?
-Creo que no. Todavía hay muchas cosas por hacer para alejar a la Argentina de los peligros sin la necesidad de alterar el tipo de cambio. Aún hay espacio para flexibilizar las relaciones laborales y para que las empresas aumenten su productividad.

-¿Qué probabilidades ve de que la Argentina sufra una corrida en contra del peso?
-Muy pocas chances. Creo que el país mejoró sus principales variables económicas desde el tequila. A diferencia de hace tres años, ahora posee un muy buen nivel de reservas; su sistema financiero se ha fortificado y no está ahogada por vencimientos de deuda de corto plazo, como sí ocurrió en los países del sudeste asiático. El desequilibrio de cuenta corriente es la mitad de lo que tenía México en el ‘94, cuando estalló la crisis.

-¿La economía local está a salvo de la crisis?
-En economía es muy difícil predecir que no habrá problema bajo algunas circunstancias. Pero este país está en una posición fuerte para resistir una ola de pesimismo de los mercados. Incluso si llega a haber serios problemas en Brasil. Los números macroeconómicos son buenos. El déficit de cuenta corriente es del 4 por ciento del PBI, la mitad de lo que tenía Tailandia cuando estalló su economía. Y, con el probable desaceleramiento de la economía, también disminuirá el déficit. En todo caso si esto, por alguna circunstancia, no fuera a suceder, yo recomendaría metas más ambiciosas en materia fiscal -aun cuando ello implique subas de impuesto- antes de devaluar el peso.

-¿Cómo percibe que los inversores internacionales evalúan a la Argentina?
-Este es un momento en que la Argentina inspira respeto. Contribuyó el hecho de que en octubre del año pasado no sufrió ningún shock, pese a que Brasil tuvo que duplicar las tasas de interés. Y me refiero además a que cayó muy bien el anuncio de la suspensión del plan para construir 13 mil kilómetros de autopistas. Es una buena muestra que dio el Gobierno hacia el mundo de que el país no quiere correr riesgos. Espero que también haya inteligencia para mantener la cautela en materia de gastos, especialmente en los tiempos electorales que se avecinan.

-Finalmente, ¿cuál es su percepción de la crisis? A fines del año pasado usted pensó que cedería en un par de meses, pero la cuestión se extendió. ¿Qué fue lo que pasó?
-La importancia de los problemas en Asia no fueron debidamente medidos al principio. Ahora hay mucha más información. Este mayor flujo de datos -paradójicamente- condujo a esta nueva ola de pesimismo de los mercados hacia las economías asiáticas. Y a este efecto se sumaron los conflictos sociales y políticos en Indonesia y, ahora, la recesión japonesa. Pese a todo, creo que habrá una tendencia hacia la normalización en los próximos meses, siempre y cuando Japón adopte medidas y Wall Street no se sume al efecto cascada. Esta crisis se caracterizó por el notable efecto contagio.