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Por M. Fernández López
Profeta en tierra ajena
Hoy por hoy, la obra que sistematiza todo el conocimiento económico, a través de los aportes del mayor número de estudiosos de todo el mundo, es la enciclopedia Palgrave. Una mención en ella supone, pues, algún grado de reconocimiento por la comunidad científica internacional. ¿Qué lugar merecen allí las contribuciones científicas argentinas? Registramos 14 obras creativas -es decir, exceptuando alguna antología o survey- de 6 argentinos: Guillermo Calvo (4 trabajos), Camilo Dagum (4), Rolf R. Mantel (1), Julio H. G. Olivera (1), Raúl Prebisch (1) y Miguel Sidrausky (3). A este último, la Palgrave lo cataloga como estadounidense y no como argentino. Aunque la muestra es muy chica, permite obtener algunos datos.
Por ejemplo: el 83 por ciento de los autores (o sea 5/6) se graduó en la Universidad de Buenos Aires (el restante, en la Universidad Nacional de Córdoba). Exceptuado Olivera, el 60 por ciento de los demás (o sea 3/5) fueron discípulos suyos, a saber, Mantel, Calvo y Sidrausky. O bien, Olivera y sus discípulos forman el 66 por ciento (o sea 4/6) de la muestra. La totalidad de los discípulos de Olivera ganó su acreditación como investigador de primera línea por sus estudios y trabajos en el exterior, y además, no fue captada en forma permanente para la docencia por su universidad de origen, sino por otra: Mantel (San Andrés), Calvo (Maryland/Di Tella) y Sidrausky (MIT). De los 14 trabajos, todos -.excepto el de Mantel, presentado en Salta, en la Asociación Argentina de Economía Política, y citado por el catalán de Harvard Mas-Colell- se publicaron en inglés y en revistas tales como Journal of Political Economy, Economie Appliquée, Econometrica, American Economic Review o Kyklos. La Palgrave se publicó en 1987, por lo que sus datos correspondían a algunos años antes.
En 1984, precisamente, obtuvo el Premio Nobel de Medicina César Milstein, cuyo perfil corresponde en grandes trazos a la media de los autores señalados: graduado y doctorado en la UBA, no absorbido por ella, con una destacada carrera y reputación ganadas en el exterior. Si bien el talento natural no se consigue en la escuela, para universitarios con capacidad y voluntad el camino parece bastante claro. Para las autoridades académicas y educacionales, el desafío es que irse no sea la mejor opción para que un joven halle reconocimiento intelectual y pecuniario a sus méritos y esfuerzos.
A.A.A.
No se asuste, ni vuelve López Rega ni se hablará de cine. La sigla compacta Acelerador de Albert Aftalion. ¿Qué es uno y qué es otro? Aftalion, por lo pronto, fue uno de esos economistas nacidos en lugares raros (como Paul Einzig, nacido en Transilvania). El nació en Bulgaria, en 1874, y vivió toda su vida en París, hasta 1956. Era un economista búlgaro, pero no vulgar. En cuanto a la aceleración, puede verse así: la producción (digamos, X) utiliza bienes de capital (digamos, K); pero la producción es una corriente de bienes y servicios, como el agua que sale de una canilla: cuánta agua o cuánta producción fluyen, depende de la extensión de tiempo que consideremos. Es como la distancia recorrida por un vehículo: depende de cuánto tiempo se tome en cuenta. Y distancia dividida tiempo es velocidad, como al decir, 100 Km por hora. Si la producción aumenta (digamos, en la cantidad +X) se necesitarán más bienes de capital (digamos +K). El incremento del capital se llama inversión (sea I, donde +K = I). Pero aumentar la producción es como aumentar la velocidad: pasar de 100 Km por hora a 130 Km por hora. El incremento de velocidad se llama aceleración. La relación entre incremento de capital e incremento de producción puede escribirse: I = a.(+X), donde a es elacelerador. El valor de a suele ser mayor que 1, lo que indica que para producir una unidad más de bienes hace falta maquinaria y equipo nuevos por un valor mayor que el de esa nueva unidad de producción. Ocurre que los bienes de capital duran muchos períodos productivos y pueden usarse una y otra vez. Aftalion descubrió el gran potencial del coeficiente a para generar fluctuaciones económicas, y lo definió como la relación entre un aumento esperado en la demanda de bienes de consumo y la producción de equipo necesario para generar los bienes de consumo adicionales. Así lo decía: una ligera expansión de las industrias de consumo exigirá una expansión más considerable en las industrias productoras de capitales fijos. Lo escribió en Les crises périodiques de surproduction (1913). Cuatro años más tarde, John Maurice Clark en La aceleración comercial y la ley de la demanda (1917) utilizó el mismo principio para explicar el ciclo económico, y a ese trabajo se remitieron los estudios posteriores, como el de Samuelson (1939), en el que combinaba el multiplicador keynesiano con el principio de aceleración.
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