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El Buen Inversor

Buscando respuestas

Para los financistas ha comenzado una nueva etapa de la crisis. No tienen miedo a un crac de los mercados pero sí a una recesión mundial. Los bancos centrales bombean dinero para evitarla.

Por Alfredo Zaiat

La fuerte caída de las acciones y bonos luego de un rally alcista de casi dos meses convocó al recinto a los fantasmas tan temidos. Muchos pensaron que la crisis ya formaba parte de la historia luego del paquete de auxilio a Brasil, la baja de la tasa internacional y del incremento del capital del Fondo Monetario para que pueda salir al rescate de economías en llamas. Resulta evidente a los ojos de todos que esas medidas no han sido suficientes para dejar la crisis atrás. El repliegue de las cotizaciones les plantea a los financistas otro escenario. Y el interrogante que tienen reside en saber cuál será su destino en esta nueva etapa de la crisis. Existe coincidencia entre los analistas de los bancos de inversión que ahora no hay riesgo de un desmoronamiento súbito de los mercados, como se temía en los caóticos meses posteriores a la moratoria decretada por Rusia. Habrá fuertes ida y vueltas de los papeles pero ven improbable un crac de las plazas bursátiles. Esa certeza tiene como respaldo la oportuna intervención de los bancos centrales de los países desarrollados reduciendo las tasas de interés de corto plazo. Medida que asegura un bombeo permanente de dinero al mercado para evitar el derrumbe, dejando el mensaje que se abrirá aún más la canilla si resulta necesario para controlar el incendio.

El peligro que vislumbran los brokers para sus negocios del año próximo se refiere a enfrentar un panorama económico mundial con vientos recesivos. Por ahora, la economía de Estados Unidos ha mostrado signos de una vitalidad que sorprende hasta al más optimista. El índice de desempleo se ubica en el 4,4 por ciento y el producto sigue creciendo a un ritmo superior al 3,0 por ciento. Y lo que más asombra a los financistas es que esos indicadores se dan sin que se dispare un rebrote de la inflación.

De todos modos, Japón todavía no levanta a su gigante que sigue sin poder dar un paso para iniciar su reactivación, y las economías asiáticas todavía se están reponiendo de los golpes recibidos. Y en Europa persisten las dudas acerca del impacto que tendrá el Euro en sus economías. En definitiva, nadie se atreve a afirmar que la crisis no terminará afectando a las economías más poderosas del mundo.

Ante esa incertidumbre, resulta lógica la prudencia con que se manejan los corredores locales, puesto que ante ese panorama le suman el miedo a que el pulmotor artificial al que está conectado Brasil no aguante más allá de marzo. Y por si todo eso fuera poco, la economía argentina no muestra signos de vitalidad marcando un ritmo de crecimiento que no augura buenos resultados para las empresas.

Con todos esos elementos, el cóctel que resulta de esa mezcla no puede no dejar de marear hasta al más fuerte. Pero como en toda borrachera, el menos ebrio es el que puede sacar ventaja. Esa es la oportunidad que algunos financistas están esperando.