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Hace tiempo que se las esperaba. No es que hubiesen desaparecido, nada de eso. Una de ellas no deja de ser invitada de lujo en discos ajenos, y la otra desde hace ya mucho tiempo que no abandona los titulares de todo tipo de prensa. Pero hacía ya varios años que Courtney Love y Polly Jean Harvey, tal vez las dos mujeres más femeninas y al mismo tiempo más rockers y universales que dio el rock de los noventa, no se entregaban totalmente en un disco propio. No era fácil, está claro. Para ambas, su último disco editado --Love Through This (94) en el caso de Hole, To Bring You My Love (95) para P. J. Harvey-- significó elogios al por mayor, y un lugar propio dentro del panteón femenino del rock. Se sabe, nunca es fácil el siguiente paso luego de alcanzar la cima. Y menos cuando se trata de dar un trazo más sobre un cuadro que parece perfecto. El de la chica dispuesta a todo con tal de que vean más allá de lo que se puede ver, en el caso de Courtney. El de la artista maldita cuya único escape/trampa es el arte. Y el sexo. Y el rock’n’roll. Estamos hablando de Polly Jean Harvey, sí, pero los retratos obviamente se complementan. Más allá del clásico molde de chica sensible, o del reciente autismo femenino/posesivo de las últimas estrellas musicales del llamado sexo débil, P.J. y Love se sostienen por sí solas, explotan en sus canciones, y no tratan de explicar nada. Sencillamente son. Mujeres atractivas tanto para los hombres como para las mujeres. Que no venden sexo sino que lo desarman.

“Si el mundo está tan equivocado/ lo podés romper con una sola canción/ si el mundo está tan errado/ lo podés conquistar con sólo una canción”. Hole, “Awful”.

No es que las dos sean iguales. Son más bien opuestos. Por un lado está Courtney, una mujer madura que juega a explotar de la manera más adolescente posible en cada tema. Polly, en cambio, aún es una joven que se muestra lo más adulta posible --sin edad, incluso-- en sus canciones. Una lo ha visto todo, y sigue adelante. La otra no quiere ver nada, pero ya sabe qué hacer. Ambas son hijas del rock. Para Courtney, criada por hippies californianos, su infancia fue una pesadilla rocker y el sueño del rock’n’roll su único hogar. Para Harvey, hija de la campiña inglesa, su infancia pasó entre viejos discos de blues y músicos contratados por sus padres para llevar la música al pueblo.

Muñeca brava 1: Polly Jean, la chica inglesa de familia hippie que hace de su mundo privado una constante catarsis poética. Pasó de la oscuridad al rouge y los tacos altos y de ahí a la sencillez de cantar sobre amores perdidos.

Muñeca brava 2Courtney, la chica norteamericana de familia hippie que lo hizo todo, lo probó todo y aún sobrevive para contarlo. Ahora combina la furia de su pasado con el glamour de su presente de star. Y le queda bien, no?

De psiquis inestable, Polly nunca supo sobrellevar muy bien su fama. Por ejemplo, luego de la avalancha de críticas elogiosas que desató su primer disco, Dry, se mudó a Londres, pero terminó encerrada en un cuarto hasta que alguien tuvo la sabiduría de enviarla de regreso a su Yeovil natal. Courtney, por su parte, siempre hizo alarde de su terquedad y cinismo. Sobrevivió a todo: fue delincuente juvenil, desnudista en Japón, viuda grunge. Siempre estuvo en el ojo de la tormenta, y disfrutó con cada objetivo conseguido. Semejante vida le ha hecho aprender en carne propia las lecciones que imparte desde un verso del tema que da nombre a su nuevo disco, Celebrity Skin: “Tenés que tener cuidado con lo que deseas/ mejor que valga realmente la pena morir por ello”.

“¿Es este deseo/ suficiente, suficiente/ para elevarnos más alto/ para elevarnos por sobre todo?”. P.J. Harvey, “Is this desire?”.

Durante la pausa impuesta en sus respectivas carreras musicales, ambos iconos rockers encontraron refugio en el cine. Courtney, se sabe, logró un lugar en Hollywood de la mano del director checo Milos Forman y de aquel Armani que lució en la ceremonia de los Oscar. “Mi carrera J J cinematográfica recomenzó con Larry Flynt, pero me gustaría destacar que sólo me tardé tres meses en hacer ese film. Lo que realmente siempre me importó es hacer un gran disco que todo el mundo quisiera escuchar. Y con el grupo nostomamos todo el tiempo que hizo falta para conseguirlo”, declaró recientemente. Y agregó, contradiciendo aquella famosa declaración para la revista Rolling Stone: “Tengo que aclarar que es imposible rockear con un Armani. Es una sensación muy extraña que no creo que muchos entiendan, pero hace muy difícil agarrar una guitarra”.
El próximo papel de Courtney es en la biopic de un mítico cómico norteamericano llamado Andy Kaufman (su personaje más conocido fue el ridículo Latka de la serie Taxi), que en los tramos finales de su carrera llegó a participar en torneos de lucha libre, transformando su vida en un sketch. “Para prepararme para el film fui a hablar con la mujer a la que interpreto”, explicó Courtney. “Y ella me dijo que cuando Kaufman pasó por su etapa de lucha libre, pensaba que la gente entendía que era una broma. Algo que nunca sucedió. En ese momento pensé que me suele pasar lo mismo con todo lo que hago.”
En vez de lanzarse en torneos de lucha libre con directores de cine (y/o periodistas), el capítulo cinematográfico de Polly llegó recién después de su disco con John Parish, Dance hall at Louse Point (96), a la sazón el sucesor de To Bring You My Love. A las órdenes del director independiente norteamericano Hal Hartley, Harvey hizo de Magdalena, la secretaria de Jesús en “The book of life”, un especial televisivo que forma parte de una serie de la televisión francesa --”2000 seen by”-- sobre el fin de siglo. El programa de Hartley muestra cómo Jesús (Martin Donovan) llega a Nueva York en la víspera del 2000 para discutir sobre el fin del mundo con Dios y el Diablo. “Polly suele utilizar una intensa imaginería católica en sus canciones de amor torturado”, dijo Hartley al explicar por qué había convocado a la cantante, a la que conoció cuando utilizó su tema “Water” en el film “Amateur”. “Voy a volver a actuar, porque me encanta hacerlo”, declaró Polly. “También amo escribir. De hecho, me gusta pensar que mis canciones son una especie de resumen de lo que podría haber llegado a ser un cuento corto.”

“Cuando el fuego se acaba mejor que aprendas a fingir/ es mejor elevarse que desvanecerse”. Hole, “Reasons to be beautiful”.

“El éxito del pop de los noventa generalmente puede ser medido por la cantidad de veces que nos deja preguntándonos si hay algo malo en él, y si a pesar de todo, en nombre de una conciencia limpia o el buen gusto, podemos disfrutarlo”, escribió el periodista Eric Weisbard en el Village Voice respecto de Celebrity Skin. Es que el excitante (y anfetamínico) álbum que Hole acaba de editar genera comentarios de ese tipo. Después de la pausa en sus vidas públicas bajo la forma de CD’s, tanto Courtney como P. J. otra vez han apretado rec, y ahora se entregan mansamente al play de todo un mundo pop. “Mi disco es como si un P. J. Harvey hubiera lanzado una botella al mar intentando conseguir una canción pop”, declaró recientemente Love a MTV Noticias. “Es nuestro Hotel California. Un clásico disco de Los Angeles. Nuestro disco anterior no tenía nada alegre, en cambio éste ha llegado luego de un proceso orgánico, hemos vivido. Hemos visto el mundo y sabemos que está lleno de mierda. Somos conscientes de nuestro cinismo y de que, en mi generación, ese cinismo ha arruinado a la gente. Así que lo que intenté ser aquí es lo más perversa que quisiera ser, e incluso subversiva, pero al mismo tiempo hacer que el que escuche cada tema no pueda evitar tararearlo. Y recién después se dé cuenta de qué es lo que está cantando.”
Si Courtney se consagra campeona de la primera y segunda persona con las brillantes letras de su liposuccionado pero ineludible (y más que disfrutable) Celebrity Skin, Polly Jean se dedica a la tercera en su flamante Is this desire? Allí donde Love se expone y grita y señala, Harvey se sienta, entra en trance y cuenta. Si Celebrity ... es un disco de ruta --¿qué otra cosa puede ser un clásico disco de Los Angeles?--, elcuarto disco de P. J. es un álbum encerrado pero con todo un mundo privado. Después de haber probado y desechado los tacos altos y los vestidos largos que ornamentaron el lujo de su álbum anterior, Polly desanda el camino de tanta seducción buceando otra vez en el pozo de la desgracia ajena. Angelene, Elise, Catherine; ellas --y no Polly-- son las protagonistas de sus historias breves. “En mi disco anterior me había perdido como persona”, confesó recientemente en la revista inglesa Dazed and Confused. Aquí se vuelve a encontrar, bajo nombres ajenos. “Dije que no me importa si me llevás hacia lo más profundo”, canta en el vibrante y garbageano “No Girl So Sweet”. “Y no me importa si lo rompés todo. Pero, ¿cuánto más podés sacar de mí?”

“Cuando me levanto con mi maquillaje/ ¿alguna vez te sentiste tan usada?/ todo es tan carente de dulzura/ prostituta, camarera, modelo, actriz/ querés una parte de mí/ bueno, no me vendo barato”. Hole, “Celebrity Skin”.

Habla Polly: “Cuando era más joven solía ver las cosas de manera extrema. Ahora estoy comenzando a darme cuenta de que la vida es simplemente sobre ser, de momento en momento. No hay que hacer que las cosas sucedan. Las cosas suceden cuando deben suceder”.
Habla Courtney: “Ultimamente me da por pensar que hacemos arte para probarle a nuestros nietos que vale la pena tener nuestros genes. Por eso erigimos monumentos. Por eso quise hacer un gran disco”.

Una queriendo ser adulta, la otra manteniendo vivo su sueño adolescente. El destino encerrado en una o dos canciones, en nuevos discos para descubrir. ¿Es eso ser célebre? Siempre es cuestión de piel.

Martín Pérez