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Mano Negra, Kid Loco, FFF, desde el país de los campeones
MUSICA CHAMPAGNE
En esta producción, el No se suma a un fin de semana bien bleu, rouge et blanc. Uno de los integrantes de la familia Chao habla de la mano que cambió la historia del rock latino. El músico del momento cuenta cómo y por qué apunta a conquistar el mundo. Y una de las bandas que animan el festival Inrockuptibles dice lo suyo. Bon appetit...
Antoine Chao habla de Mano Negra
Simplemente ¿adiós?
Otoño en París. Y la música latina sigue de moda. El verano francés -y europeo- fue principalmente cubano, y la historia continúa aún con el frío. Compay Segundo es rey y todos se postulan para príncipes. Los parisinos mueven el cuerpo, y Antoine Chao no parece estar muy feliz con el asunto. Aunque no es lo de mover el cuerpo lo que le moleste, claro. Lo que sucede es que, con este furor, la radio en la que yo trabajo dejó de ser un placer para ser un negocio, se explica Toño, director musical de Radio Latina en París (en la que se programa exclusivamente música en castellano). Todos dicen que en los últimos años esta radio ha ido creciendo, los ratings suben, y para todos estamos mejor. Pero para mí, estamos peor. Eso es algo de lo que me doy cuenta cuando miro la lista de temas que debo pasar: cada vez me gusta menos la música de la radio. Hay que dejar a todos felices, y entonces sucede que lo que me gusta queda ahí en la esquina, dice, señalando una repisa en la que se destaca claramente un compact de Plastilina Mosh, entre otros.
Ubicada casi en el límite del radio céntrico de París, Radio Latina prácticamente ha sido el refugio de Toño Chao desde la separación de Mano Negra. Ex trompetista del grupo y hermano de Manu, el menor de los Chao boys es hoy uno de los pocos integrantes del grupo que ha dejado casi por completo la música. Cuando terminé con Mano Negra me quede por dos años con el Royal de Lux, precisa. Y ahora colaboro con Philippe Decoufle, montando radios en sus espectáculos. La trompeta para mí apenas fue siempre un instrumento para sacarlo todo afuera. Aunque, en realidad, la explosión del final del grupo fue tan fuerte que para todos se hizo necesario un cierto silencio. Cuatro años de silencio. Pero ahora las semillas de Mano Negra están de regreso: Clandestino es éxito en París, ya comienzan a sonar los nuevos grupos de los otros ex integrantes, y -como una cereza sobre la torta- se acaba de editar en Francia un grandes éxitos de Mano Negra, con un par de inéditos como regalo. Todos necesitamos de un cierto reposo para poder digerir la historia. Incluso Manu, dice Toño. Pero ahora ya está todo listo para que Mano Negra tenga sus sucesores, apunta convencido.
El grandes éxitos de Mano Negra llega en el momento justo: no sólo cuando se cumplen diez años de la sorpresiva aparición del grupo dentro del panorama del rock francés, sino incluso cuando todos los integrantes parecen haber recompuesto sus relaciones luego del largo tironeo alrededor del nombre. Eso fue algo que nos dividió en dos, recuerda Toño. Porque para nosotros siempre fue muy duro ver a otra gente ser Mano Negra, y ya lo sufrimos en la última época de Casa Babylon. Y para los nuevos era una putada tener que cargar con el nombre. Es mucha responsabilidad ser Mano Negra. Diez años atrás, recuerda también Toño, ser Mano Negra no costaba mucho. De hecho, precisa, para el primer disco (Patchanka) no había grupo alguno. Aquel primer disco salió enterito de las carpetas de Manu, cuenta su hermano. Porque por entonces él andaba con dos grupos, Hot Pants y Les Carayos. Pero con ninguno de ellos podía hacer lo que quería. Porque los Hot Pants sólo querían tocar Chuck Berry con botas y campera de cuero, y porque Les Carayos, aunque tenían mucho de lo que en el futuro sería Mano Negra, no era su grupo. Así que para grabar las canciones que compuso aquí y allá durante dos años, apenas estaba yo para acompañarlo. Y otro grupo de Sèvres, nuestro pueblo, que se sumó sólo para la grabación. Una década más tarde, la edición francesa de Les Inrockuptibles -comentando la edición del Best of...- aún recuerda que nadie vio venir la explosión de la Mano. Cuando Manu nos mostraba el disco, nosotros le decíamos que se compusiera una cancioncita pegadiza de esas que él sabe componer. Pero no hizo falta,cuenta Toño. Y agrega: Creo que recién ahora Manu entendió lo que nosotros le decíamos, ahora que está tranquilo siendo Manu Chao a secas y no cargando con Mano Negra. Pero el repaso de la actividad de los ex integrantes del grupo no se queda en su líder. Todos están volviendo ahora, dice. Además de Marousse, el grupo que Santi armó para acompañar a su hermana Marina -que ya tiene un disco grabado que pasó sin pena ni gloria- los ex Mano Negra se agrupan en dos nuevos proyectos que están por salir a la luz: Flor de Fango y P18. Flor de Fango es el grupo de Daniel, el guitarrista, que trata de hacer un mestizaje de rock chicano, boleros y corridos. En él tocan Philippe, nuestro percusionista, y Napo, un ex integrante de Chihuahua. Y P18 es un proyecto cojonudo que montó Tom, el tecladista. Su idea es armar un drumnbass latino, y para eso fue a buscar a una familia de músicos cubanos, una madre y sus dos hijos. P18 ya firmó con Virgin, y cuando salga de gira reunirá a buena parte de la familia de la Mano, ya que -además de sumarse Daniel y Philippe- Toño también daría el presente. Voy a ir de DJ, y tal vez toque un poco la trompeta, para no perder la costumbre, se entusiasma.
Desde su escritorio en Radio Latina, no deja de fascinarse con el hecho de que Mano Negra haya hecho lo suyo y haya dejado de ser. Fuimos a buscar lo nuestro, y cuando lo encontramos no lo transformamos en entretenimiento. Simplemente dijimos adiós, resume. Cuando se le comenta que en su reciente paso por Latinoamérica Manu no dejó de destacar que Mano Negra podía llegar a reunirse para algún objetivo en particular, Toño confirma que la idea era rearmar el grupo para girar por Europa en coincidencia con las elecciones para el Parlamento Europeo. Pero por ahora no va a salir, aclara, y no dice mucho más. Es hora de dejar Mano Negra de lado, e ir en busca de algún plato en el restaurante chino a la vuelta de Radio Latina. El mestizaje no se detiene nunca en París.
MARTIN PEREZ
enviado especial a París
fff reincide en buenos aires
Ciudadanos
universales
Marco Prince, el vocalista de la Federación Francesa de Funk o como quiera llamársela (hay varias opciones para la sigla), explica la génesis en pocas palabras: Empezamos como dos chicos (él y Niko, el bajista) haciendo ruido (noise) en garajes, hasta que decidimos, no recuerdo exactamente por qué, hacer una banda. Los que llegaron no sólo eran buenos músicos: cuando un decide pasar el 75 por ciento de su tiempo con unas personas, ellas tienen que ser más que tus amigos. Desde esa época fuerte de la escena underground (junto con Mano Negra o MC Solaar), han entrado en contacto con otras expresiones como Jamiroquai, Daft Punk, los belgas Deuss, Radio Ed o Korn, con los que comparten festivales, amistades o simplemente buena onda. Musicalmente tienen en común lo que el fogoso morocho define como una ciudadanía universal: es como si los estilos musicales hubieran estallado, explica.
Para él, la búsqueda de pureza en la música puede llevar a querer la pureza ideológica, que es muy peligrosa. No existe la pureza como tal, cuando se busca algo perfecto, finalmente todo se parece y todo es igual. Me gusta la mezcla. La música punk es la expresión de lo que no es perfecto, y a la vez es algo muy fuerte. En Francia, la cuestión racial está a flor de piel y él lo sabe bien. Ahora cuando me meten preso y ven que soy el cantante de la FFF, me sueltan. Antes, tenía que pasar toda la noche adentro. Pero si yo salgo, cada noche hay 300 que se quedan en la cárcel. FFF hizo una canción para la notable película El odio (1995) de Mathieu Kassovitz, que cuenta esa situación, aunque Marco explica que allá en Francia la gente que vive en los suburbios pensó que el film mostraba las cosas demasiado lindas, limando los bordes ásperos para que no duela.
Hoy, el cantante reconoce que poco queda de la vieja nueva ola multiétnica del rock francés, polarizada entre unas pocas bandas que consiguieron contrato con multinacionales y otras sin circulación o disueltas. Pero está lleno de esperanzas: en los suburbios de toda Francia hay intensa actividad de grupos de hip-hop callejero que se debaten entre lo simple, que es muy bueno, y el simplismo, que no lo es tanto.
MAXIMO ESEVERRI
Kid Loco, el favorito de Cerati
Lejos en Berlín
Parece obvio, pero es imposible no pensar en Gustavo Cerati cuando uno está frente a Kid Loco. Tal vez en las fotos no sea posible apreciar su sutil resemblanza, pero hay algo en el corte de su cara, en su nariz tal vez, en la mirada. Es un aire que, tomando cerveza casi ausente en un oscuro bar de París -o incluso pasando discos antes del show de Moloko en una universidad de Londres, donde se encontró con el No por segunda vez-, termina dominando la mirada de su entrevistador. Hoy en día la gente no escucha los discos, no quiere descubrir nada, no tiene tiempo, dice. Compran lo que ya conocen, o si no escuchan sólo los cuatro o cinco primeros temas de un álbum y luego lo guardan. Lo que yo quise hacer con mi disco es contar una historia. Hacer un CD que se pueda escuchar de comienzo a fin.
Con el formidable A grand love story -que como los de Daft Punk y Air, cosechó elogios en Inglaterra antes que en Francia-, Jean Yves Prieur logró volver a su infancia prepunk. Lo mío es psychodelic-hip-hop, dice, jugando con las definiciones. Pero, en realidad, lo primero que hace al encontrarse por primera vez ante un periodista de origen argentino es preguntar precisamente por Cerati. Porque fue el ex Soda el responsable de invitarlo al Festival Inrockuptibles, invitación que Prieur terminó descartando a su pesar. Había prometido estar en Nueva York para la presentación de un disco para el que compuse un tema con la cantante de Saint Etienne, pero también fue imposible. Ni Buenos Aires ni Nueva York, mi destino esa semana será Berlín, explica el francés, que sin embargo quiere saber cosas de su ex anfitrión. Es una gran estrella allá, ¿no? Le voy a escribir una carta disculpándome, diciéndole que fue mi culpa. Tal vez podamos hacer algo la próxima vez que surja una oportunidad, sugiere.
-¿De dónde sale la idea del título de tu disco? Porque es una cosa que llama la atención, al igual que el dibujo infantil de la portada, que recuerda a Alicia en el País de las Maravillas...
-Sí, ésa es la idea. La hizo un artista amigo al que le mostré las tapas de algunos discos de rock psicodélico, como para que se inspirara. Quería salir del cliché de utilizar fotos de los setenta, como las que ilustraron mis primeros EP. Quería algo distinto para un disco distinto. Que para mí es más como la banda de sonido de una película, algo que me di cuenta cuando escuché juntos todos los temas que había compuesto. Todo era muy pacífico, el fruto de un buen período de mi vida. Así que se juntó eso, y las ganas de hacerle un homenaje a los Beastie Boys. Soy un gran fan de su música y de su sello, Grand Royal. Así que por eso el nombre terminó siendo A Grand Love Story. Un homenaje a una vida tranquila y al sello discográfico de los Beastie Boys.
-Al escucharlo, me sorprendió descubrir todo tipo de referencias. Incluso un aire a Pink Floyd en la introducción de algún tema... No es algo común, realmente.
-Es que soy un gran fan de la música psicodélica de la época que va de 1966 a 1973. Me gusta todo: música negra, blanca, norteamericana, inglesa. Siempre me gustó, pero hasta la llegada del cd era muy difícil conseguir discos como el de, no sé, Jefferson Airplane. No suelo comprar CDs, pero cuando se trata de música psicodélica tengo una gran colección. Es lo que me gusta.
-¿Empezaste tocando música de ese tipo?
-Oh, no, nada de eso. Yo empecé a tocar música en la época punk. Era un joven muy enojado y realmente pensaba que no había futuro. Mi cabeza, musicalmente muy cerrada, en lo único que pensaba era en los Clash y los Sex Pistols. Con el tiempo me fui involucrando en la escena alternativa francesa y creé el sello en el que grabaron los Beurier Noir, el grupo anterior del cantante de Les Negresses Vertes. Luego, al ingresar en los ochenta, dejé un poco de lado la guitarra y comencé a hacer música con computadoras. Estuve en un grupo Mega Reefer Scratch, que mezclaba soul, hip-hop y reggae, pero dejé la banda luego de que sacase un solo simple. Después de otro par de experiencias rápidamente abortadas, decidí trabajar solo. Es mejor, porque no me puedo separar de yo mismo, así que es una experiencia destinada a durar... (se ríe)
-Una de las cosas más interesantes de la música electrónica actual es el hecho de que es la continuación de aquel grito de guerra punk: Hacelo vos mismo.
-Es así. Hoy en día, con un sampler y una buena colección de discos, cualquiera puede hacer una buena grabación. No hay que saber tocar la guitarra o los teclados. Si tenés ideas, las podés realizar rápido. Sólo tenés que tomar lo que necesitás.
-Viéndolo desde afuera, parece como si en la actualidad hubiese una nueva escena musical francesa con la aparición de músicos como Air, Daft Punk o Dimitri from Paris...
-Pero no es tan así. En realidad lo que sucede es que, después del éxito de Daft Punk, todo el mundo se puso a mirar hacia acá. Fue como pasó con Bjork, que cuando apareció ella todos se pusieron a mirar hacia el norte, y descubrieron Islandia. Esta vez buscaron en el mapa, y descubrieron Francia. La culpa es de Daft Punk y de Mc Solaar.
-¿Ellos te motivaron para componer tu música?
-No, para nada, apenas los conozco. Los de Daft Punk son unos niños, y yo ya tengo tres hijas a las que me gustar hacerles de comer. Así que luego de mis ocho horas de trabajo en mi estudio, me voy a casa. No salgo mucho, y no conozco la escena musical parisina, realmente.
-No deja de ser extraño que uno de los nombres de la nueva movida musical francesa tenga más que ver con Mano Negra que con Air.
-Es que esa es mi época. Y Manu, por ejemplo, es un tipo genial. No era muy fan de su música, sinceramente. Para mí no era algo nuevo, tenía demasiadas referencias a The Clash o a la música de un gran circo. Pero cuando uno los veía en vivo era otra cosa. Eran increíbles, muy poderosos: como los Clash. La música no era lo importante, sino la energía.
-¿Qué pensás de la nueva escena electrónica actual?
-Es algo raro. Hoy en día puedo ser fan de Bjork, por ejemplo. Pero recuerdo que veinte años atrás no soportaba a grupos como Tangerine Dream o Klaus Schulze. Eran muy aburridos...
-¿Y cómo es que, musicalmente, el kid punk se transformó en Kid Loco?
-(Piensa) Quince años de marihuana, creo... (más risas)
M.P.
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