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EL LIBRO GORDO DE LOS BEATLES


 Un catálogo casi perfecto de géneros musicales. Un doble vanguardista y revolucionario. El gran legado de cuatro músicos en pleno proceso de expansión mental. Todo eso y más en una hora y media de canciones. Un cumpleaños para festejar, de verdad.

Elogiar a los Beatles es como proponerse descubrir América: uno siempre llega tarde. De ese aplauso redundante y generalizado se desprendió un curioso fenómeno: algunos de sus fans se radicalizaron, y sintieron rechazo hacia los moderados y grises escuchas que sólo identificaban al grupo con éxitos como “She loves you” y “Yesterday”. El desafío del fanbeatle-adulto iría más allá, y resaltaría las zonas menos públicas y accesibles de su obra. Y el Album Blanco se convirtió en el examen de ingreso para dejar de ser un fan vulgar y pasar a ser considerado un erudito. Ese disco-examen cumple 30 años este mes.

A pesar de que su verdadero nombre es escueto y antipático (en realidad se llama The Beatles), su contenido es complejo, rico, diverso y abundante: más de una hora y media de música. Sobre este doble álbum se ha dicho mucho. Que es un catálogo de los géneros musicales que el rock exploraría en el futuro. Que es genial. Que es un anticipo de los rumbos que tomarían las obras solistas de Lennon, McCartney, Harrison y hasta Ringo. Que es demasiado largo. Que siempre guarda una sorpresa más. Que es un disco de culto, etcétera, etc. Sin embargo, uno de los datos más curiosos es que a pesar de tener 30 temas, se trata de un disco casi sin hits (en comparación con otros álbums del grupo, por ejemplo).

Tuvo mucho de trabajo individual, pero al mismo tiempo hubo poca obsesión por la sobregrabación, por el estudio. Simplemente tocaban instrumentos, y eso es perceptible en el sonido simple que tienen la mayoría de los tracks. Sin embargo, eso contrasta con el espíritu de las canciones: es extremo, cambiante, vanguardista, y a veces hasta cercano a la parodia.

Seguramente es Lennon -otra vez- quien mejor parado sale de este disco. Algunas de sus canciones suenan a contrapelo de lo previsible y son conmovedoras, como “Happiness is a warm gun”, “I’m so tired”, “Cry baby cry”, “Dear Prudence” y “Everybody’s got something to hide except for me and my monkey”, típica exponente del concepto lennoniano de aquellos años: “Yoko y yo contra todos los que se vengan”. También miró con cariño al blues, en “Revolution 1” y “Yer blues” y se animó al video-clip-sonoroavant garde de “Revolution 9”. McCartney fue más McCartney que nunca, y caminó con el mismo paso de ángel borracho que en toda su carrera solista: del milagro musical a la intrascendencia. Aportó sus rocks contundentes (“Birthday”, “Back in the USSR”), sus canciones hermosas (“Blackbird”, “I will”) y sus bandas de sonido para futuros documentales sobre animalitos (“Mother nature’s son”, “Martha my dear”). Sin embargo, uno de los grandes momentos revolucionarios del disco le pertenecen: “Helter Skelter”, el rock más salvaje de la campaña beatle, que bien podría ubicar a Sir Paul como prócer de la historia del heavy metal.

George Harrison se anotó su primer gran poroto como compositor con “While my guitar gently weeps” (que en la Argentina algún canalla tradujo como “Guitarra, vas a llorar”). Era el tema más importante escrito por Harrison hasta ese momento, y le anunciaba futuros éxitos como “Something” y “Here comes the sun”. Detalle: Eric Clapton tocó la guitarra líder, dato que no se señala en el disco. El otro golpe de George fue “Piggies”, una crítica a la burguesía que se complementaba con “Revolution 1” y permitía que los Beatles dieran el presente en el año del Mayo Francés y la Primavera de Praga. Pero el valor más importante con el que seguramente fanfarronea el Album Blanco en el paraíso de los discos de culto es que para escucharlo y amarlo no hace falta informarse, ni comprender su contexto, ni sentir simpatía, ni demandar actitud, ni ver el videoclip. Se trata de los Beatles. O sea, se trata de canciones.

JAVIER AGUIRRE

Reedición y fiesta

Los fastos de este aniversario vienen cobrando forma desde hace meses y se concretarán en estos días. El sello discográfico EMI lanzará en todo el mundo una reedición especial que incluirá una presentación distinta: reproducirá en miniatura el packaging original de la edición 1968, con el título del disco en relieve. Otra forma de festejar, en Buenos Aires, será la “Fiesta del Album Blanco”, que se hará el sábado 28 en el Club Unione e Benevolenza, Perón 1372, donde se regalarán CDs y se presentarán varios grupos (Menos Que Cero, Jaime Sin Tierra, Grand Prix, Ticket y una súperbanda con invitados sorpresa) para tocar en vivo versiones de temas del disco.

Una obra cumbre

por Tavo Kupinski
Guitarrista de Los Piojos.

Es un disco infernal, que deja huellas. Ayer, justamente, lo estuve escuchando. Creo que hay que entenderlo como una obra cumbre de la historia de la música, del mismo modo que a Sargent Pepper’s... y a Abbey Road. El Album Blanco me gusta muchísimo, tiene tantos temas buenos... Mis favoritos son “Rocky Raccoon” (le encantaba a mi viejo), “Happiness is a warm gun”, “Dear Prudence”, “Sexy Sadie”, “Piggies”... Y también me gustan “Ob-la-di, Ob-la-da” y “Revolution 9”, claro, que es el cuelgue total, bien de fines de los 60: un bardo general, todo a mil. Una vez, hasta me compré una edición pirata en vinilo, triple, que se llamaba Album negro, con tomas descartadas y rarezas. También es el disco en el que más se nota la diferencia entre qué es de Lennon y qué de McCartney. Pero al mismo tiempo está claro que en el momento de la grabación funcionaron como nunca en sentido de banda. Porque escuchás cualquiera de los temas y te das cuenta de que son, inconfundiblemente, los Beatles.

Difícil de entrar

por Leo García
Solista.

Antes que nada, quiero aclarar que para mí los Beatles son religión pura, folklore puro. Sin embargo, el Album Blanco me parece una obra muy compleja y difícil de escuchar. Me parece un disco demasiado individualista: cada músico está en lo suyo. Y creo que George Harrison saca provecho de eso porque tiene más libertad que nunca y demuestra su alto valor dentro de la carrera beatle. En ese sentido, es una obra reveladora. Por alguna razón siempre, igual, siempre me resultó complicado entrar en él. No siento haberlo escuchado tan a fondo como a cualquier otro disco de los Beatles. Es muy difícil como obra, y a mí me da pereza estudiar un disco. Desde ya, aclaro que me encanta. Lo siento como un desafío que todavía no afronté. En el fondo, aunque parezca raro, me gusta sentir que hay algo de los Beatles que todavía no tengo bien escuchado.