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LA PRIMERA ELECCION DE LA CHICA PLAYBOY TV ARGENTINA
La noche de las conejitas

Lo máximo fue una correcta bikini roja, o un vestido escotado. La gloria fue para Melina, y el contrato también. Playboy ya tiene su chica argentina.

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t.gif (862 bytes)  Faltó Nelly Raymond, hay que decirlo. Aunque su impronta haya quedado tan sellada en la gramática de los concursos de belleza que el viernes a la noche se repitieron en el abismo del milenio esos modos démodé, como de matrona signada para señalar a la reina, maneras que ella impuso cuando el país tenía Misses Argentina y no chicas Playboy. Aún en el VIP de El Divino Buenos Aires, donde una rusa a la que presentan como la playmate abril 1999 contesta en inglés con amabilidad de muñeca y es traducida con monosílabos y morisquetas de admiración por cualquiera de sus vaivenes, especialmente por los que encierra como tímida entre los brazos. Aun entre Moira Gough, Larita Bernasconi y otros famosos de los noventa, la Raymond persiste en el comentario de las mujeres adultas del VIP que creen haberla reconocido como remozada conductora de un programa de cable. ¡Qué diría del ágape de hoy si apareciera por esa puerta dejando pasmadas a sus detractoras! Aunque, claro, también es posible que se sintiera otra vez como en casa. Para la hora de la que hablamos, la fiesta estaba en su mejor etapa, considerando que se inauguraban las mesas con el buffet froid, los quesos, los fiambres y las barras de El Divino, lentas pero generosas. Esto es: la mayor concurrencia a la primera elección de la Chica Playboy TV Argentina, o sea numerosos trabajadores de prensa y allegados a los circuitos de la moda, habitués de presentaciones del mundo del espectáculo acostumbrados a saltear enemigos en la cola para la mesa de dulces, además de algunas barras de amigos de las aspirantes, disfrutaban con el cotilleo propio de las primeras copas de champán y la expectativa de un evento internacional y prometedor de carne, en el sentido de la abundancia cocasarlista. Para los ansiosos, el único adelanto que circulaba con sonrisas de promoción eran unas chicas lindas sin voluptuosidades de tapa que vestidas de largo y negro brillante, apenas mostraban el escote. No era lo que esperaban los hombres de la velada que, por más trajes de Mancini o Hugo Boss que lucieran, temprano ya sacaban a pasear el camionero interior entre ellos criticando a viva voz la desubicada sobriedad de las conejas. “¿Me querés decir donde están las tetas?” se preguntaba uno mirando hacia el VIP pleno de luces televisivas. Las chicas estaban lejos y no había posibilidad alguna de acceder a los vestuarios, entrevistarlas en plena producción, mientras se calzaban con dificultad los jeans ajustados, la remerita Playboy blanca y preparaban los trajes de baño. En vano imaginar sus amistades de grupo, sus miradas de competidoras, los sueños de muchacha argentina cultora de la buena figura, dos idiomas, algún estudio terciario, voluntades de fuego y la osadía de las que pueden atravesar la barrera Playboy, aunque ser una conejita sea tan problemático que puede perderse hasta el trabajo de vocera y la buena estampa ciudadana. Porque si Nelly fue la musa ausente del asunto, Guadalupe Vásquez, vocera de la Secretaría de Promoción Económica, licenciada en Ciencias Políticas de la UB y estudiante de periodismo de TEA fue la primera consagrada con fama repentina, esa que se logra según la promesa del viejo Hugh Hefner, siendo una chica de su harén universal. –Vení, dejá lugar para que la tomen a la rubia– le dice al cronista la Relaciones Públicas y dueña de Parrilla Rosa Elena Goñi, jurada, reforzando el maquillaje a pocos centímetros, en el VIP.Por conversar animadamente con Elsa Serrano, el cronista le ha dado la espalda a Raquelita Satragno (juradas las dos) y así no permite que la cámara chimentera avance. La Goñi está que arde con el diario porque ha salido en la nota de Susana Viau de reductos donde se reúnen políticos y servicios, presentada como cristiana filomontonera. “A mucha honra”, dice encorsetada en un escote tremendo y nombra a sus amigos en el poder. Lorecuerda bien a Chupete Manzano. Se acerca Raquel, mundana y sonriente. “Vení Raquelita, te presento”, interviene la Goñi. “Cuidado con lo que decís nena porque ésta es la yararáque mandó Página/12”. Pero ríen y toman champán y no se privan de comentar la actitud de la Serrano que, es cierto, “no para de dar notas y cada dos minutos dice que está quebrada”. Ninguna de ellas, ni el resto del jurado en el que están el actor Juan Ponce de León, la viuda de Armentano, Fernanda Villaverde, la rusa Sokolova, la Gough, la Bernasconi, han visto a las candidatas. La Serrano recuerda su primer concurso, “cuando Silvana Suárez salió segunda y como la Miss Argentina no pudo viajar, ella fue Miss Mundo”.Hay un punto donde se solidarizan. “La que yo iba a votar no está”, dice la Satragno. Todos hablan de ella, no sólo porque se la conoció como “la funcionaria que quiere ser conejita”, sino porque a tres días del concurso renunció por las presiones. Desde los comentarios del ministerio donde no hubo ascensorista que no la mirara como a “la que sale con el jefe” -Rogelio Frigerio nieto– hasta la opinión de sus superiores que terminaron pidiéndole que no apareciera más en las oficinas de Economía, que trabajara desde su casa. Arrepentida, aclara ahora que no estudió en la universidad para andar desnuda por ahí y que quiere ser una periodista seria. “Me ofendió que me señalaran con el dedo cuando el verdadero problema son los ñoquis, los parásitos y los corruptos”, largó en su descargo público.El VIP se vacía a la voz de mando de Clota Lanzeta. “Vamos, vamos, vamos...”, apura a las damas. Cuesta arrastrar a la Serrano que otra vez habla con las cámaras y repite su duda metafísica. “¿Hablarán estas chicas? Porque lo más importante es escucharlas”. Pues no. Pasada la medianoche el jurado se sentó frente a la pasarela al aire libre y sólo escuchó las explosiones de los fuegos artificiales con música de Pink Floyd, más tarde las voces de los conductores Marley y Daniela Urzi. Luego la vocecita de la Sokolova cuando Marley quiso saber qué le dijeron sus padres al enterarse que era una playmate. “You are crazy! What are you doing?”. Ejemplo internacional que trajo más explicaciones a la renuncia de la vocera. Y aquí la retórica de la Raymond funcionó de maravillas. O sea, conductores diciendo los datos de cada niña a medida que salían a escena. Edad. Medidas. Estudios cursados. Idiomas. Hobby. Una técnica en turismo por acá, una psicopedagoga por allí, una secretaria ejecutiva, una jugadora de polo, una que “ama correr al amanecer en la playa”. Primero pasaron en jean y remera, solas, después de que en una pantalla gigante se las veía presentar como en Playboy TV, poniendo unas voces sensuales que resultaban demasiado agudas. Después lo hicieron en bikinis rojas, escoltadas por dos muchachos en trajes de baño y miradas recias que despertaron de la parsimonia y la envidia a varias mujeres del público. En esa etapa del show fue que se perfiló la preferida de la tribuna. Alicia Agüero, de 25. Modelo Pamela Anderson, rubia y de labios hinchados en posición de beso siempre, si hubo gritos en la ceremonia fueron cuando ella se abrió camino. Pero al final salió segunda. La Chica Playboy Argentina resultó ser Melina Evangelista, de pelo cobrizo, 1.70 de estatura, 85/62/90 y ojos color miel. Es promotora y bailarina de danzas árabes. Dedicó su triunfo a su madre, su hermano “y la hinchada de Banfield”. A esa altura de los acontecimientos comenzaban las retiradas rápidas. Las barras de El Divino se habían cerrado traicioneramente a la prensa durante el show. Mork y Sheila, él international business, ella médica, decían no poder creer que el primer día de sus vacaciones en Argentina se encontraran con el evento Playboy, viniendo ellos de Los Angeles, y pedían a los periodistas direcciones de lugares de tango. Ya en la puerta Raquel Satragno mostrabacierto malhumor por su rol de jurado. “Yo no voté eso, habíamos decidido otra cosa”, dijo frente a cuatro periodistas. Había terminado el show. Cisneros Television Group ya tenía a su argentina para la selección que hará con chicas de todo el continente en Los Angeles. Nuestra Melina Primera deberá vérselas con pruebas de cámara y sesiones de fotos en el centro mismo del Cisneros Television Group, uno de los holdings de entretenimientos y comunicaciones más poderosos del globo. Por lo pronto Melina está tranquila aunque lamenta la “mala onda del final” con algunas perdedoras. Y le confesaba a este cronista un deseo último: “me encantaría salir en la tapa de Playboy rodeada de pelotas de fútbol. A los 17 iba a la cancha disfrazada de conejita, con el jean, la remerita y las orejitas verdes y blancas”. Ayer para festejar fue a ver a Vélez, aunque no se atrevió a usar las orejas porque no sabe si eso está permitido en los contratos. Sabe que aunque la gramática del concurso de belleza sea nuevamente la de la Raymond, hay que ver cómo es la que la espera en su nuevo mundo de chica Playboy.

OPINIONES

Por José Pablo Feinmann
Por Juan Sasturain

 

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