
José Luis Machinea se queja de que los periodistas sólo buscan un título cada vez que le hacen un reportaje. Y se cuida. El principal candidato a ministro de Economía de un gobierno de la Alianza evita la polémica personal con el equipo económico y prefiere no contestar las descalificaciones que le arrojó el viceministro Pablo Guidotti por haber participado en el gobierno de Raúl Alfonsín. No me interesa lo que diga, replicó. De todos modos, a su estilo, no se guarda nada. Exige que Roque Fernández se cuide en tomar medidas que condicionen a la próxima gestión. Piensa que la situación económica de 1999 será difícil y reclama que el Gobierno no lo haga más difícil. Advierte sobre los riesgos de que se instale nuevamente el debate de la reelección. Anuncia que, en un eventual gobierno de la Alianza, se peleará con el lobby de los laboratorios por los precios de los medicamentos. Detalló algunas medidas que tomaría en el Ministerio de Economía, y que se incluirán en el plan económico que anunciará dentro de pocas semanas la Alianza. Y al final dio un título de tapa.
-¿Qué pasará en la economía en 1999?
-Las perspectivas de la economía dependen de dos factores. Por un lado, de la evolución de la economía internacional, en particular de Brasil. Para que Brasil no sea un riesgo tiene que reducir su tasa de interés en forma gradual, y sin sobresaltos en ese proceso. Y por otro, de lo que haga el gobierno en un contexto de año electoral. Si no se transforma la lucha de la interna justicialista en propuestas de estilo populista, como a comienzos de este año cuando se empezó a hablar fuerte de la reelección, la economía argentina podrá crecer entre 1 y 2 por ciento.
-El tema de la reelección ha vuelto después del triunfo del PJ en Córdoba.
-Si se instala nuevamente afectará a la economía. De hecho la afectó cuando estuvo en el tapete en marzo y en abril de este año. La reelección, si se consuma, afectará en el mediano plazo a la Argentina, no sólo a su economía, en su imagen para los inversores extranjeros. Los intentos de reelección más la interna dentro del justicialismo producirían un ruido adicional en la economía.
-Con esa estimación de crecimiento, del 1 al 2 por ciento, el sector externo se complica bastante. El déficit de cuenta corriente treparía a más del 5 por ciento anual.
-Con una economía que casi no crece, el déficit externo aumenta porque hay 1000 millones de dólares más de intereses y las remesas de utilidades crecen año tras año de la mano del incremento de las inversiones extranjeras. Los dividendos girados al exterior ascenderán de 1200 a 1300 millones en 1999. A ese escenario se le agregarán exportaciones constantes o levemente en baja e importaciones que crecerán de 2 a 3 por ciento. Es un tema preocupante un déficit externo del orden de 5 puntos del producto, y lo será mucho más para los inversores extranjeros.
-Año electoral, déficit externo creciente y una economía estancada. A un paso de que se precipite una corrida.
-No sé. Para que haya corrida en ese escenario hay que agregarle mucha incertidumbre sobre el futuro político. Y ése no sería el caso. Por lo que he hablado con inversores y empresarios, casi nadie piensa que la economía vaya a cambiar radicalmente por el resultado de las elecciones. La ventaja que tiene Argentina es que gane quien gane existen algunas cuestiones básicas que se van a mantener.
-¿Ese paso que mencionaba para desencadenar la corrida puede ser Brasil?
-Depende. Hasta ahora Brasil ha logrado la aprobación en el Congreso de una parte importante del paquete. Pero la suerte de Brasil se juega en la posibilidad que tenga de reducir fuertemente la tasa de interés en los próximos 60 días.
-Para la gente, 1999 será un año económico ...
-Difícil. Y le pido al Gobierno que no lo haga todavía más difícil.
Transición
-¿Qué le diría a Roque Fernández que no haga en el último año de gestión?
-Dos cosas. Una, que no traten de cumplir las metas fiscales bicicleteando gastos o anticipando impuestos. La otra, que no tome medidas que condicionen al próximo gobierno. Por caso, la renegociación de contratos que extiendan plazos de concesión, como peajes y ferrocarriles. O medidas económicas que se toman ahora pero que tendrán impacto en el próximo gobierno. Un ejemplo sería la cuota Hilton, cuya distribución vence en julio del año que viene, y no debe ser renovada por tres o cuatro años, sino sólo por seis meses. Me preocupa, además, que el Congreso haya aprobado la precoparticipación de impuestos por un período de dos años, y que no tenga vigencia hasta que se defina el nuevo régimen de coparticipación. También deben evitar nombrar todo el directorio del Banco Central aprovechando mayorías circunstanciales en el Senado. En definitiva, que dejen de condicionar al próximo gobierno.
-En caso de que sean gobierno, ¿removerán por decreto a Pedro Pou de la presidencia del Banco Central y a Carlos Silvani de la AFIP?
-No. Me opongo a que haya autonomía de la DGI, como se propone en el Congreso en un proyecto que ya tiene media sanción. El equipo económico también se opone a esa iniciativa. En el caso de Pou no tenemos la idea de sacarlo por decreto. Pero si el Gobierno carga demasiado las tintas, condicionando tanto a la próxima gestión, terminaremos haciendo cosas que preferiríamos no hacer. El Gobierno tiene que saber que el período de transición tiene que ser negociado con la oposición. Pero si acumulan uno tras otro condicionamiento, terminarán provocando la reacción de la oposición.
-Más allá de esa pelea, Pou sería el presidente del Banco Central de un gobierno de la Alianza?
-Es lo que marca la ley. Más allá de lo que yo piense. En principio lo sería porque lo marca la ley.
Lucha de lobby
-¿Le sorprendió la baja del desempleo (retrocedió del 13,2 al 12,4%)?
-Sí. Todavía no tengo ninguna explicación. La encuesta del Ministerio de Trabajo muestra que, en Capital y Gran Buenos Aires, el empleo privado creció medio punto entre octubre 97-octubre 98.
-Página/12 publicó hace dos semanas un informe reservado del Indec que señala que casi el 80 por ciento de los nuevos empleos fue en negro, concentrado en adolescentes y en mayores de 50 años, población que acepta trabajos precarios y de baja remuneración y calificación.
-Aunque fuese así, no deja de sorprender. Es evidente que la economía se desaceleró. Me resultaría absolutamente increíble pensar que la situación mejoró de agosto a octubre, cuando no hay ningún indicador que muestre un aumento del nivel de actividad económica.
-¿Por qué está de acuerdo en vetar el tope de las tasas de interés de las tarjetas de crédito?
-Hay que aumentar la transparencia de ese mercado. Obligaría a los bancos a publicar cuáles son los costos de las tasas de interés de las tarjetas. Haría una propaganda lo suficientemente fuerte para que los bancos traten de alinear sus tasas. Y algunos usuarios se decidan a cambiar de tarjeta. Primero hay que tomar medidas para aumentar la transparencia y competencia en ese mercado. Yo me pregunto ¿por qué límites a las tasas de las tarjetas y no a las de los créditos personales, prendarios, hipotecarios? Hay que evitar entrar en esa carrera. Se empieza con las tasas de las tarjetas y se termina por regular todo.
-¿Piensa lo mismo con los medicamentos? ¿Qué le parece la difusión de la lista de precios comparados de medicamentos, que mostró diferencias de hasta 500%?
-Ese es un sector donde ha habido un desfasaje fenomenal de precios. Es un mercado donde no hay transparencia. Le falta competencia. Hay asimetría de información. Pienso que los médicos tienen que recetar genéricos, como en otras partes del mundo.
-Para tomar esa medida tendrá que enfrentarse con el poderoso lobby de los laboratorios.
-Nos enfrentaremos con quien sea. Y eso es lo que quiere la gente de la Alianza. Como decimos que estamos en contra de ciertos controles y medidas populistas, también decimos que si hay mercados poco trasparentes manejados por gente muy poderosa lo denunciaremos y tomaremos las medidas necesarias. Si nosotros nos vamos a quejar solamente por la existencia del Estatuto del Docente y no vamos a reconocer la falta de competencia en algunos sectores de la economía, la Alianza se equivocará de discurso.
-¿Propondría precios de referencia para los medicamentos?
-Los precios de referencia, mínimos o máximos, en principio, no me gustan. Excepto que alguien me muestre que en determinado mercado no hay otra manera para que pueda funcionar con transparencia. Antes de poner precios de referencia exploraría todos los mecanismos de defensa al consumidor, por ejemplo recetando genéricos.
Medidas
-¿Cuáles serían las tres primeras medidas económicas que tomaría como ministro de Economía de la Alianza?
-Faltan diez meses. Tenemos tiempo para pensarlas.
-¿Cómo bajaría el desempleo?
-Crecimiento, respaldo a las pequeñas y medianas empresas, entrenamiento y educación, apoyo a las regiones y, por último, políticas específicas a ciertos sectores. Hay que subsidiar, con perdón de la palabra, a ciertas empresas para que tomen a jefes de familia mayores de 45 años, al tiempo que les dan entrenamiento.
-La baja de aportes patronales no demostró ser un factor dinamizador del empleo.
-La baja de aportes tiene otra función, que es la de mejorar la competitividad. Pienso que hay que disminuir aportes a los sectores de bienes transables, para que puedan competir mejor en el exterior o competir mejor con importaciones. Como creo que el crecimiento es el principal demandante de mano de obra, y la restricción a ese crecimiento es el sector externo, la baja de aportes se convierte en un instrumento de mejora de la competitividad.
-¿Aumentaría los aportes a las empresas de servicios privatizadas para bajarlos a otros sectores? Las privatizadas obtuvieron esa rebaja sin que la hayan trasladado a las tarifas.
-Pienso que hay que volver a analizar esa medida. Aquí aparece un tema crucial: cómo funcionan los entes reguladores de las empresas privatizadas y la competencia en esos sectores. Creo que en electricidad y distribución de gas funcionan relativamente bien. En otros no controlan. El ejemplo más claro es el de las rutas por peaje. No se evalúa ni se castiga a las empresas que no han cumplido con los contratos de inversión. No se constata la calidad de los caminos. Las ganancias excepcionales en peaje están atadas a falta de cumplimiento de inversiones. Como hay seguridad jurídica para los concesionarios, debe haberla para los consumidores. Los contratos se deben cumplir.
-¿Cómo frenaría el proceso de concentración, extranjerización y formación de monopolios?
-Puede haber concentración y no ausencia de competencia. Por ejemplo, la concentración en sectores de transables, la competencia la da la importación.
-Pero hay empresas con posiciones dominantes en varios mercados, como por ejemplo en el de las naftas.
-Hay una posición dominante de YPF en gas y en menor medida en combustibles. Se debe favorecer la competencia. Me parece bien la medida de facilitar la importación de combustible. Hay que buscar menor concentración en la producción de gas, mayor competencia en telecomunicaciones y mayor transparencia en las AFJP.
-¿Cómo les aumentaría a los jubilados?
-Yo pondría la prioridad en los jubilados pobres. El próximo gobierno tendrá pocos recursos. Entonces, esos escasos fondos habrá que destinarlos a atender a los sectores más necesitados. Y la única manera de hacerlo es con políticas focalizadas.
-¿Eliminaría los gastos reservados?
-Sí. Pero eso no alcanza. Eliminando esos gastos o la discrecionalidad en la transferencia de recursos a ciertas provincias no será suficiente para satisfacer todas las demandas. Con pocos recursos, hay que poner prioridades. La primera es la educación, y en ese rubro las escuelas de las zonas marginadas.
-¿Qué haría con el PAMI?
-Hay que analizar en detalle los ingresos y egresos del PAMI. Existe mucha ineficiencia. Lo primero que hay que hacer en el PAMI es transparentar la información. Debería publicar todos los meses a quién le paga por cada servicio que contrata. Basta de la corrupción asociada con los pagos del PAMI. Hay que hacer un gran banco de datos de los precios que pagan todos los hospitales del país y del PAMI. Así se logrará una disminución fenomenal en el gasto, como se consiguió en los hospitales de la ciudad de Buenos Aires.
-¿Está de acuerdo con la privatización del PAMI?
-Un caso más de condicionamiento al próximo gobierno. Se hacen contratos de cinco años cuando a este gobierno le queda menos de uno. Tengo dudas de la transparencia de ese proceso. ¿Por qué en esa iniciativa se deja afuera al servicio funerario y de ambulancia? Tengo sospechas de que hay negocios atrás.
-¿Cómo bajaría la evasión?
-La DGI ha destinado muchos recursos a la recaudación y pocos a la fiscalización. La única manera es fiscalizando más gente. A los mismos de siempre y a más. También hay que dar mayor capacitación a los agentes de la DGI para que se especialicen. Mayor inversión en recursos humanos premiando a los agentes con más éxitos. La DGI ha gastado muchísimo en informática y hay que sistematizar esa tarea.
-¿Privatizaría el Banco Nación?
-Hay que abrir el capital manteniendo el control público. Debe cotizar en Bolsa.
-Pero así se abre la puerta para una futura privatización. Usted no puede asegurar lo que hará una gestión posterior.
-Al Banco Nación no hay que privatizarlo porque hay claras imperfecciones en el sistema financiero argentino. Pero al mismo tiempo hay que mejorar su funcionamiento, debe ser auditado porque no puede ser que el Nación preste alegremente a amigos y parientes del Gobierno. Dentro de veinte años el Nación puede ser privado. Yo no hago de este tema una cuestión ideológica. En esta instancia de desarrollo del sistema financiero local es necesaria la banca pública hasta que los privados se extiendan y atiendan a todo el interior del país y a las pymes. En ese momento el Estado puede intervenir de otra manera en el sistema, como dando garantías. Yo no digo que el Banco Nación tiene que ser público de aquí a la eternidad.

-¿Aplicaría un impuesto extraordinario a las superganancias de las empresas privatizadas?
-No. Las controlaría mejor. Creo que esas ganancias son productos de no haber cumplido el contrato. Pero no les aplicaría un impuesto extraordinario. El contraste con Inglaterra es muy claro. ¿Por qué ellos sí pueden y nosotros no? Porque ellos tienen más de 200 años de democracia y de respeto a las reglas de juego del capitalismo. Y ése no es el caso de la Argentina. Sería una señal muy fuerte de que no se van a respetar ciertas reglas de juego. No aconsejaría esa medida.
-¿Para evitar un golpe de mercado?
-Sí, evidentemente. Si el mercado percibe que cambiamos violentamente las reglas de juego, hay un golpe de mercado. Eso es así.