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Pesimismo por futura suba de la tasa

Año perdido

En la city piensan que nada bueno les espera en lo que queda del ‘99. Más bien, están preparados para alguna sacudida. A las dudas electorales les suman el probable aumento de la tasa internacional.

Por Claudio Zlotnik

En la city no se esperan tiempos felices. Todo lo contrario. Los financistas están convencidos de que en lo que queda del año deberán atravesar más sobresaltos que alegrías. Hace un año el fantasma era Brasil. Ahora, que la economía del vecino aparece más previsible y ordenada, el que infunde temor es Alan Greenspan. El poderoso presidente de la Reserva Federal (banca central estadounidense), el hombre más escuchado por los inversores de todo el mundo, está a punto de dar una mala noticia a los mercados emergentes, entre ellos el argentino.

Dentro de dos semanas, los doce directores de la FED decidirán el aumento de un cuarto de punto en la tasa de corto plazo. Y si bien la medida apunta a regular la marcha de la economía de los Estados Unidos, sus efectos se sentirán en los emergentes. El indicio de una suba del costo del dinero son evidentes: la tasa de los bonos a treinta años del Tesoro cerró el último viernes en un nivel que no se registraba desde noviembre del ‘98 -.6,14 por ciento anual-. Desde entonces, la tasa venía en franco descenso tocando mínimos del 4,8 por ciento, en octubre de 1997.

Precisamente, con los datos de la caída de la economía rusa y los posteriores temblores en Brasil, que amenazaban con poner en jaque a la floreciente economía de Estados Unidos, Greenspan dispuso tres rebajas consecutivas de la tasa de corto. Pero ahora, logrado el objetivo de evitar un ciclo recesivo, el banquero quiere ponerle un freno a la notable expansión del consumo subiendo la tasa y evitar, así, un probable rebrote inflacionario.

Pero la suba del costo del dinero impactará en Argentina. En primer lugar, el Gobierno deberá pagar más caro por la deuda. Y ese diferencial repercutirá inmediatamente en el sector privado. Las empresas, que ya vienen sintiendo las restricciones crediticias -.de hecho sólo las compañías líderes están accediendo al mercado de capitales-, también sufrirán el aumento de la tasa. A su vez, el costo del dinero se reacomodará a la nueva realidad en el mercado doméstico. Y a los consumidores les subiría desde el financiamiento de la tarjeta de crédito hasta el préstamo hipotecario. La conclusión de estos movimientos queda a la vista: la salida de la recesión se retrasará.

Así, el despegue de la economía, que se avizoraba para la segunda parte del año, tendrá una traba nueva, que se suma a las incertidumbres que ya cargaban los inversores: el período preelectoral. En ese sentido, los financistas sospechan que la menor actividad económica golpeará a la recaudación y que al Gobierno le será complicado cumplir con las metas fiscales pautadas con el Fondo para este año, aun cuando éstas ya han sido retocadas.

En la city ya dan al ‘99 por perdido. Greenspan está a un paso de disolver las esperanzas de los optimistas que todavía quedan en el microcentro. Habrá que esperar al 2000 para ver si soplan nuevos aires.