Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Finanzas

E-Cash

El Baúl de Manuel

E-mail

Volver

LA HERENCIA

Por Roberto Navarro


Cuando el presidente Carlos Menem deje el poder en diciembre dejará como herencia una deuda pública de 136.760 millones de dólares, más del doble que la que recibió de Raúl Alfonsín en 1989. Las declaraciones de los candidatos presidenciales, Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde, en cuanto a conseguir una “condonación” o “tratamiento político” que alivie semejante carga, volvieron a poner sobre el tapete la restricción más importante con que se encontrará el próximo gobierno. Quien gane en la elección de octubre tendrá que afrontar, en los cuatro años siguientes, compromisos por capital e intereses de 86.545 millones de dólares.

La decisión del G8, el grupo de las naciones más ricas del mundo, de condonar el 35 por ciento de la deuda externa de 36 países pobres instaló nuevamente el tema en la agenda política. Luego fue el Consejo de la Internacional Socialista que en el documento final de su reciente reunión en Buenos Aires instó a rever el tratamiento de la deuda de los países subdesarrollados. El mismo día, el candidato justicialista pronunció la frase de campaña que ya había utilizado Menem en 1989 (ver recuadro): “Estoy a favor de la condonación”, disparó. Para no quedarse atrás, De la Rúa propuso “un tratamiento político” de la deuda. En los días posteriores intentaron calmar a los mercados explicando que no habían dicho lo que habían dicho.

Cash realizó un informe sobre la herencia que Menem le dejará al futuro presidente. Los que usen lentes para leer, pueden sacárselos, los números son gigantes:

136.760 millones de dólares será la deuda pública al finalizar el mandato del presidente Carlos Menem, 145 por ciento más que cuando asumió. La cifra podría aumentar considerablemente si se consolidan las deudas que se mantienen con los familiares de desaparecidos, las que surgen de malas liquidaciones jubilatorias y los juicios que afronta el Estado. Sólo los contratistas de Yacyretá reclaman 1500 millones.

37,7% es la relación entre la deuda pública y el Producto Bruto Interno (PBI). Más importante que el valor absoluto de la deuda es la relación con los principales indicadores macroeconómicos. El reciente recálculo del PBI realizado por Economía comenzó a preocupar a los economistas, que ven que la relación deuda/PBI está casi al mismo nivel que la que tenía Brasil cuando padeció la crisis financiera que terminó con la devaluación del real.

89.244 millones de dólares fue la disminución del patrimonio del sector público desde 1991. Cifra que surge de sumar el incremento de la deuda, más lo percibido en concepto de privatizaciones, ya sea en dólares o títulos a valor nominal. La pérdida de la propiedad de prácticamente la totalidad de las empresas del Estado por parte de todos los argentinos sirvió apenas para que la deuda no sea todavía más elevada.

86.545 millones de dólares tendrá que desembolsar el próximo gobierno para afrontar los compromisos de deuda e intereses que vencen entre el 2000 y el 2003. Monto más que optimista, porque está calculado sobre la base de un déficit fiscal cero y a las mismas tasas de interés que el Estado está pagando en la actualidad. La realidad es que el Estado, al no poder hacer frente a sus compromisos, está canjeando deuda vieja, pactada al 4 por ciento, por nuevas emisiones de bonos al 11 ó 12 por ciento. Y que la suba de tasas que acaba de instrumentar la Reserva Federal significará un nuevo aumento en los intereses que paga el país, ya que el 48,2 por ciento de la deuda está tomada a tasa variable.

25,4% es la relación entre los intereses que devenga la deuda pública y las exportaciones. Este indicador es particularmente relevante porque la mayor parte de la deuda está expresada en divisas. Sólo el 7,8 por ciento de la deuda es en pesos. Si el país lograra hacer crecer sus ventas alexterior por sobre los intereses tendría una mayor capacidad de pago. La caída de los precios de las commodities, registrado en el último año, hace más pesada la carga.

11,9% es el porcentaje del presupuesto nacional que se utiliza para pagar los intereses de la deuda, más del doble que el que se destinaba hasta hace cinco años. Como los intereses crecen aceleradamente y la recaudación tributaria disminuye a causa de la recesión, el peso de los intereses cada vez es mayor, condicionando la distribución del gasto de los próximos años.

8.207 millones de dólares son los fondos destinados al pago de los intereses de la deuda en 1999. Esta cifra es igual a la suma de los gastos destinados a educación, más salud, más el pago anual de un millón trescientas mil jubilaciones mínimas.

70% es la proporción de la deuda que está expresada en bonos del Estado. Hasta 1992 la tres cuartas partes de la deuda argentina tenía como acreedores a bancos del exterior y a organismos internacionales (FMI, BID y otros). Luego del plan Brady, la deuda quedó en manos de cientos de miles de inversores que compraron títulos públicos. Esto dificulta la negociación y mucho más las aspiraciones de una condonación.

140.561 millones de dólares es la deuda externa total, pública más privada, al 31 de marzo pasado. Más del doble que los 60 mil millones que se adeudaban a principios de la década. El mayor crecimiento estuvo en el sector privado, que ya participa en el 40 por ciento de la deuda con 56.894 millones. El hecho cobra relevancia si se recuerda que la deuda pública nace de la estatización de la deuda privada ejecutada por Domingo Cavallo a principios de los ochenta. ¿Quién cargará con el pasivo del sector privado esta vez?

46,7% es la relación entre la deuda externa pública y privada y el Producto Bruto In-terno. Si bien hay países desarrollados que tienen deudas aún superiores a su Producto, para Argentina es particularmente peligroso porque no cuenta con un mercado de capitales en el cual financiarse. Las recientes crisis financieras internacionales están dificultando la renegociación de los pasivos, principalmente a las empresas privadas, algunas de las cuales ya han dejado de cumplir con el pago de Obligaciones Negociables.

3.790 dólares es la deuda externa per cápita. Cada bebé argentino que llega al mundo viene con una pesada mochila a cargar. El déficit fiscal, que hasta la década pasada se financiaba con emisión monetaria, la que se consideraba un impuesto al pobre porque generaba inflación, hoy se financia con deuda, indeseable herencia para las próximas generaciones.

Fuentes: Ministerio de Economía, Ecolatina, M&S Consultores y el Instituto de Investigación de la Central de los Trabajadores Argentinos.


Orlando Ferreres, economista de Duhalde
“No podemos pedir una condonación de la deuda”

Orlando Ferreres fue viceministro de Economía en el inicio del gobierno del presidente Menem y desde hace tres años es el economista más cercano al candidato a vicepresidente por el justicialismo, Ramón Ortega. El ex ejecutivo de Bunge & Borg que, junto con Remes Lenicov, el economista de Duhalde, está a cargo de delinear las propuestas económicas de la fórmula justicialista, aseguró a Cash que “el problema de la deuda se superará en un año”.
–La deuda pública desde que asumió Menem se duplicó.
–El proceso de privatizaciones que vivió el país debería haberse traducido en una reducción de la deuda. El problema es que en los últimos años nos estuvimos endeudando para cubrir gastos corriente. Sería más aceptable si el endeudamiento se hubiese traducido en un aumento de los activos, pero fue al revés. De todas maneras, hay que aclarar que el mayor crecimiento de la deuda externa se dio en el sector privado. Y fue un endeudamiento lógico, porque la única manera de crecer en un país que no tiene un mercado de capitales propio es endeudarse en el exterior.
–¿Qué piensa de las declaraciones de Eduardo Duhalde en cuanto a conseguir una condonación de la deuda?
–Duhalde se refería a la deuda de los países más pobres a los que se les perdona la deuda porque, en realidad, no tienen ninguna posibilidad de pagarla. Sus palabras fueron sacadas de contexto. Argentina nunca podría reclamar un tratamiento igual cuando, por su ingreso per cápita, ya está en condiciones de gestionar su ingreso a la Organización de Países Desarrollados.
–¿Cuál es el camino entonces para reducir el peso de la deuda?
–Ya estamos en la senda adecuada para reducir la deuda. En cuanto Argentina logre ser calificada como Investment Grade bajará fuertemente la carga de los intereses. Esa calificación es la que se exige a la mayoría de los inversores institucionales del mundo para invertir en un país. Con una mayor oferta de crédito las tasas pueden caer hasta cinco puntos, lo que significaría un ahorro de más de cinco mil millones anuales. Confío en que en un año podemos conseguir el cambio en la calificación. Además, habrá que reducir el gasto público.
–¿Qué gastos hay que reducir?
–Lo que se debe hacer es un estudio microeconómico. Buscar en cada sector del Estado los gastos innecesarios. Hay muchas duplicaciones en las erogaciones. Por ejemplo, el tema de las exportaciones: una parte se administra en el Ministerio de Relaciones Exteriores; otra, en el de Economía; otra, en el Banco de Comercio Exterior. En cada una se gastan fondos en el mismo trabajo. Así sucede en varias áreas del Gobierno.


José Luís Machinea, referente económico de la Alianza
“Nos debilitan la capacidad de pago”

El principal candidato al Ministerio de Economía en el caso de un triunfo de la Alianza en octubre próximo está de acuerdo con Fernando de la Rúa en que la solución del pago de la deuda va a requerir de algún tipo de acuerdo político con las naciones desarrolladas. En una entrevista con Cash, aseguró que “si Estados Unidos y Europa no disminuyen los subsidios agrícolas, a Latinoamérica le va a ser muy difícil pagar su deuda”.
–¿Está de acuerdo con De la Rúa en que se le debe dar un tratamiento político al tema de la deuda?
–El dijo claramente que hay que honrar la deuda externa. Pero a la vez remarcó que hay un problema de iniquidad: por un lado el país debe pagar sus deudas y, por el otro, las naciones en las que residen los acreedores de la Argentina aplican políticas proteccionistas que debilitan la capacidad de crecimiento de la economía y, por ende, la posibilidad de repago.
–¿Usted percibe que hay posibilidad de que la Argentina sea escuchada en ese reclamo?
–La Unión Europea habló de comenzar a negociar en el 2001. Pero hay un creciente reclamo de los países en desarrollo, como consecuencia de la caída de los precios agrícolas internacionales, a los que se suman otros países, como Australia y Nueva Zelanda. Si no modifican su actitud, no sólo les va a costar cobrar, sino que, además, tendrán problemas para colocar sus productos, porque impedirán el desarrollo de los países perjudicados. Por último, deberán tener en cuenta las tensiones políticas que se pueden generar si no se destraba esta situación.
–¿Qué gastos recortará la Alianza, si llega al Gobierno, para equilibrar las cuentas públicas?
–La reducción del déficit debe venir de la mano de la recuperación económica, no de la baja del gasto. Lo que sí hay que hacer es una reasignación de recursos. Se va a ahorrar muchísimo dinero imprimiendo transparencia en la gestión. Un ejemplo: el PAMI tiene un solo contratista que se ocupa de los geriátricos, otro que acaparó todos los servicios fúnebres. Con sólo incorporar competencia, como se hizo en la Ciudad de Buenos Aires, bajarán sensiblemente los gastos.
–¿Cuál es la propuesta de la Alianza para afrontar el pago de la deuda?
–Bajar el déficit fiscal, de la mano del aumento de la recaudación; reducir el riesgo país, para mejorar la calificación y conseguir menores tasas de interés, y promover una negociación sobre subsidios agrícolas, utilizando el poder del Mercosur, ampliado con Chile y otros países.