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Inversores
inquietos como en el tequila
Clima de pesimismo
Los brokers están castigando al mercado
argentino porque no les gusta cómo se desarrolla la transición
política y, fundamentalmente, porque la economía no muestra
signos de reactivación.
Por Claudio Zlotnik
En la city no existen motivos para festejar. Las malas
noticias se van sucediendo una tras otra. A un año del inicio del
ciclo recesivo, los operadores todavía no vislumbran la luz al
final del camino y están convencidos de que la situación
es peor que durante el tequila. Mientras tanto, en la plaza se van reflejando
los síntomas del trance. Los bancos de inversión internacionales
desalientan la exposición en la Argentina y el mercado está
cada vez más deprimido. Encima, retornaron los temores de un alza
de la tasa en los Estados Unidos.
La última desilusión recibida por los financistas fue la
rebaja en la evaluación que la calificadora de riesgo estadounidense
Standard & Poors (S&P) hizo sobre la Argentina, al pasar
de estable a negativa su perspectiva sobre la
economía. Aunque esperada por los operadores de la city dicho
sea de paso, lo más probable es que otras agencias de riesgo imiten
la actitud de S&P, la novedad no hace más que profundizar
el clima de desánimo que se vive en el microcentro.
Los bancos de inversión de Estados Unidos y Europa vienen recomendando
a sus clientes desactivar posiciones en la Argentina. El Bilbao Vizcaya,
Merrill Lynch, Goldman Sachs y hasta la CFI (Corporación Financiera
Internacional), dependiente del Banco Mundial, ubicaron a unos escalones
más abajo a los activos locales, por lo que éstos ya aparecen
como menos interesantes que los mexicanos, brasileños, chilenos
y, en algunos casos, que los peruanos.
Es un clásico que los inversores pierdan interés por llevar
sus fondos a los países que se encuentran en medio de una campaña
electoral, pero también es cierto que el deterioro de los números
de la economía dejan entrever que la recesión perdurará
y que el próximo ocupante de la Casa Rosada podría verse
en aprietos para cumplir con los vencimientos de la deuda. Sobran ejemplos
del camino oscuro por el que atraviesa la economía. Los precios
de las materias primas exportadas por el país, representativas
del 60 por ciento del total de las ventas al exterior, vienen cayendo
en picada. A su vez, la recaudación impositiva se deprime mes a
mes y a Roque Fernández le cuesta cada vez más caro financiarse.
De hecho, el denominado riesgo país viene creciendo
semana tras semana, y ya se encuentra en un nivel que duplica al que existía
un trimestre atrás.
En este marco, sólo las empresas líderes pertenecientes
al sector servicios (bancos, compañías públicas privatizadas)
tienen posibilidad de lanzar títulos de deuda. Al resto se les
cierran las puertas para encontrar financiamiento. Si las condiciones
no mejoran, los problemas podrían sucederse durante el próximo
año. En el 2000, el sector privado debe afrontar vencimientos con
acreedores externos por 8400 millones de dólares.
Pero las perspectivas negativas no terminan ahí. Alan Greenspan,
el titular de la Reserva Federal (banca central estadounidense) volvió
a alertar que subirá la tasa de interés de corto plazo ante
la mínima señal de brote inflacionario en los Estados Unidos.
Los financistas no tardaron en reaccionar y buscaron refugio en los seguros
bonos del Tesoro estadounidense. Otro aumento del costo del dinero no
haría más que aplastar aún más a la ya resentida
economía.
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