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Por M. Fernández López
La
naturaleza de la empresa
En mi infancia sin Coca Cola, se me servía en la
mesa un chorrito de vino y soda. A veces el vino tenía un dejo
a alcohol de quemar. Mucho después, esa forma de adulterar el vino
aparecería como actividad organizada, no casual, y razón
de numerosas intoxicaciones y muertes. Pero una apenas, entre infinitas
otras formas de hacer dinero minando la salud, la confianza y aun la vida
de los demás. ¿Es la empresa una máquina de hacer
ganancias, caiga quien caiga, ya obreros reducidos a servidumbre y estafados,
ya consumidores engañados por falsas promesas? El sagaz Smith hablaba
del empresario como alguien que tiene generalmente interés
en engañar y en explotar al público. Al lado de mi
casa, una fábrica tiene cada semana una cola de gente que fue despedida
sin sueldo. Hace poco se prohibió una propaganda que prometía
reducción de peso mediante tabletas. Ayer una banda coloreaba pastillas
que vendía como remedios, otra vendió siete veces el mismo
auto. La competencia es lucha a matar o morir. Los muchos negocios que
vemos cerrados, son los cadáveres de competidores vencidos. Bajo
Felipe II, se podía dar la vuelta al mundo pasando de una posesión
española a otra: un viajecito así para juntar fondos, prometía
ingente lucro. Francis Drake lo propuso, y luego de una recaudación
entre capitalistas en la que también obló la reina Mary,
viajó alrededor del mundo: 1577-80. Los hostigados por Drake defendían
sus bienes, como hoy uno defiende el auto o el quiosco ante un robo por
esos miniempresarios que llamamos chorros. Y terminaban igual,
dando su vida para enriquecer a un puñado de vivos. Al volver,
las ganancias fueron distribuidas, y Drake y su nave se elevaron al rango
de glorias nacionales. ¿Usted alega que no es igual recolectar
lo hecho por otros que producir algo nuevo? En efecto, son distintos medios
para un mismo fin: cazar la mosca, engañando a quien la tiene.
Una actividad muy respetable, la de las AFJP, no produce nada directamente:
cuando se establecieron, hace cinco años, todos vimos una verdadera
caza de argentinos, o mejor, de la plata que entraba a sus bolsillos.
En la busca de ganancia todo vale, la captura es lo que cuenta. Por ello,
desde el origen del hombre, empresa es captura: viene de la raíz
indoeuropea ghend, de ahí el latino prehendere y nuestro
aprehender o apresar. De donde derivaron: depredar, presa
(cosa apresada o robada) y empresa.yde.
El
padre de nuestras cuentas nacionales
La Gran Depresión puso al paro forzoso en el centro
de la escena política, y a la magnitud del ingreso nacional como
variable dentro de los modelos económicos. Y para ser operativos,
los modelos necesitaron valuar empíricamente el ingreso nacional.
Hacerlo fue obra de Simon Kuznets en EE.UU. En la Argentina, Raúl
Prebisch en 1920 había sido alumno de Alejandro Bunge (quien estimó
el ingreso nacional de 1917), en 1925 subdirector nacional de Estadística
(el ingreso nacional es resultado de un buen sistema estadístico)
y en 1933 lector de los primeros esbozos de la Teoría General de
Keynes (quien introdujo al ingreso nacional como variable). A poco de
asumir como gerente general del BCRA ocurrió la experiencia recesiva
de 1937-8, y diseñó una política anticíclica
que despertó admiración, pero requería estadísticas
del ingreso nacional: necesitaba el Kuznets argentino. Por esos años,
era alumno del curso de estadística de Carlos E. Dieulefait Manuel
Balboa, rosarino, recibido de contador público nacional en la Universidad
Nacional del Litoral. En 1941 Balboa entró a la Sección
Estadística de la Oficina de Investigaciones Económicas
del Banco Central. Según reminiscencias de A. Fracchia, entre 1942
y 1946 en dicha oficina (convertida en Departamento en 1944) Prebisch
organizó un equipo de trabajo y discusión que conducía
Balboa, y que produjo una estimación del ingreso nacional en 1942
muy bien hecha, no publicada, y en 1946 publicó estimaciones del
valor agregado a precios corrientes e índices de volumen físico
de producción por sectores de actividad, para 1935-45. Además,
implantó una rutina de estimaciones, a cargo del equipo de
renta nacional, bajo su dirección, que fueron integrando
Enea Avondoglio, Alberto Fracchia, Angel Monti, Jorge Zorzano, Manuel
Alonso Olivera, Jorge Treviño, Ernesto Monteverde, Jorge Daudé
y otros. En 1952 el equipo pasó a la Secretaría de Asuntos
Económicos y produjo el mítico Libro Blanco de Producto
e Ingreso de la República Argentina en el período 1935-54
(1955). Luego Prebisch se lo llevó a la CEPAL en Santiago de Chile.
En 1957 se sumó al equipo de la ONU que estudió el Desarrollo
económico de la Argentina (1958). Todos los países latinoamericanos
aprendieron con sus cursos de Contabilidad Nacional. Prebisch le instaba
a escribir sus memorias, pero no lo hizo hasta hoy. Ojalá esta
nota le dé ánimo.
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