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El Baúl de Manuel

Por M. Fernández López

La naturaleza de la empresa

En mi infancia sin Coca Cola, se me servía en la mesa un chorrito de vino y soda. A veces el vino tenía un dejo a alcohol de quemar. Mucho después, esa forma de adulterar el vino aparecería como actividad organizada, no casual, y razón de numerosas intoxicaciones y muertes. Pero una apenas, entre infinitas otras formas de hacer dinero minando la salud, la confianza y aun la vida de los demás. ¿Es la empresa una máquina de hacer ganancias, caiga quien caiga, ya obreros reducidos a servidumbre y estafados, ya consumidores engañados por falsas promesas? El sagaz Smith hablaba del empresario como alguien que “tiene generalmente interés en engañar y en explotar al público”. Al lado de mi casa, una fábrica tiene cada semana una cola de gente que fue despedida sin sueldo. Hace poco se prohibió una propaganda que prometía reducción de peso mediante tabletas. Ayer una banda coloreaba pastillas que vendía como remedios, otra vendió siete veces el mismo auto. La competencia es lucha a matar o morir. Los muchos negocios que vemos cerrados, son los cadáveres de competidores vencidos. Bajo Felipe II, se podía dar la vuelta al mundo pasando de una posesión española a otra: un viajecito así para juntar fondos, prometía ingente lucro. Francis Drake lo propuso, y luego de una recaudación entre capitalistas en la que también obló la reina Mary, viajó alrededor del mundo: 1577-80. Los hostigados por Drake defendían sus bienes, como hoy uno defiende el auto o el quiosco ante un robo por esos miniempresarios que llamamos “chorros”. Y terminaban igual, dando su vida para enriquecer a un puñado de vivos. Al volver, las ganancias fueron distribuidas, y Drake y su nave se elevaron al rango de glorias nacionales. ¿Usted alega que no es igual recolectar lo hecho por otros que producir algo nuevo? En efecto, son distintos medios para un mismo fin: cazar la mosca, engañando a quien la tiene. Una actividad muy respetable, la de las AFJP, no produce nada directamente: cuando se establecieron, hace cinco años, todos vimos una verdadera caza de argentinos, o mejor, de la plata que entraba a sus bolsillos. En la busca de ganancia todo vale, la captura es lo que cuenta. Por ello, desde el origen del hombre, empresa es captura: viene de la raíz indoeuropea ghend, de ahí el latino “prehendere” y nuestro “aprehender” o apresar. De donde derivaron: depredar, presa (“cosa apresada o robada”) y empresa.yde.


El padre de nuestras cuentas nacionales

La Gran Depresión puso al paro forzoso en el centro de la escena política, y a la magnitud del ingreso nacional como variable dentro de los modelos económicos. Y para ser operativos, los modelos necesitaron valuar empíricamente el ingreso nacional. Hacerlo fue obra de Simon Kuznets en EE.UU. En la Argentina, Raúl Prebisch en 1920 había sido alumno de Alejandro Bunge (quien estimó el ingreso nacional de 1917), en 1925 subdirector nacional de Estadística (el ingreso nacional es resultado de un buen sistema estadístico) y en 1933 lector de los primeros esbozos de la Teoría General de Keynes (quien introdujo al ingreso nacional como variable). A poco de asumir como gerente general del BCRA ocurrió la experiencia recesiva de 1937-8, y diseñó una política anticíclica que despertó admiración, pero requería estadísticas del ingreso nacional: necesitaba el Kuznets argentino. Por esos años, era alumno del curso de estadística de Carlos E. Dieulefait Manuel Balboa, rosarino, recibido de contador público nacional en la Universidad Nacional del Litoral. En 1941 Balboa entró a la Sección Estadística de la Oficina de Investigaciones Económicas del Banco Central. Según reminiscencias de A. Fracchia, entre 1942 y 1946 en dicha oficina (convertida en Departamento en 1944) Prebisch organizó un equipo de trabajo y discusión que conducía Balboa, y que produjo una estimación del ingreso nacional en 1942 muy bien hecha, no publicada, y en 1946 publicó estimaciones del valor agregado a precios corrientes e índices de volumen físico de producción por sectores de actividad, para 1935-45. Además, implantó una rutina de estimaciones, a cargo del “equipo de renta nacional”, bajo su dirección, que fueron integrando Enea Avondoglio, Alberto Fracchia, Angel Monti, Jorge Zorzano, Manuel Alonso Olivera, Jorge Treviño, Ernesto Monteverde, Jorge Daudé y otros. En 1952 el equipo pasó a la Secretaría de Asuntos Económicos y produjo el mítico Libro Blanco de Producto e Ingreso de la República Argentina en el período 1935-54 (1955). Luego Prebisch se lo llevó a la CEPAL en Santiago de Chile. En 1957 se sumó al equipo de la ONU que estudió el Desarrollo económico de la Argentina (1958). Todos los países latinoamericanos aprendieron con sus cursos de Contabilidad Nacional. Prebisch le instaba a escribir sus memorias, pero no lo hizo hasta hoy. Ojalá esta nota le dé ánimo.