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Sin cuerda

Por Maximiliano Montenegro

Paradojas de fin de siglo. A los ojos del Fondo Monetario Internacional, el 2000 será tan malo en Argentina como en Ecuador, el país que declaró una reestructuración unilateral en los intereses de su deuda externa. Crecería un pálido 1,5 por ciento, que sólo alcanzará para recuperar la mitad del producto que se perderá durante este año. La Alianza, el duhaldismo y Roque Fernández coinciden en desvirtuar tal profecía. Pero si las cosas sucedieran como prevén en Washington, Argentina sería uno de los tres países de menor empuje entre más de 130 relevados por el Fondo, en un año caracterizado por una asombrosa prosperidad mundial. Los países asiáticos volverían a calentar motores, al igual que Brasil, mientras que el Primer Mundo quedaría cada vez más lejos.
Los técnicos del FMI dudan de que, tras las elecciones, sobrevenga el shock de confianza salvador con el que sueñan los candidatos presidenciales. Temen que el financiamiento que requerirá el Estado y el sector privado el año próximo no logre ser cubierto por los mercados de capitales. Y desconfían de los países con tipo de cambio fijo en un mundo donde prevalecen cada vez más los regímenes cambiarios flexibles. En el Ministerio de Economía, en cambio, prefieren creer que el planteo de un escenario tan negro es una estrategia del organismo para negociar, en condiciones más rígidas, el ajuste fiscal después de las elecciones.
El World Economic Outlook (WEO, Panorama Económico Mundial), que se difundirá oficialmente a fin de mes en la Asamblea anual del Fondo Monetario (ver nota en cuerpo principal del diario), reconoce que, pese a que vivieron momentos de gloria, los años noventa se caracterizaron por una gran inestabilidad en los mercados emergentes y cuentan en el debe las crisis de México, Asia, Rusia y Brasil. Pero, a diferencia del WEO publicado en mayo último, esta vez el Fondo tiene una visión bastante más optimista de los mercados emergentes.
Fundamentalmente por dos motivos. Primero, porque, desde entonces, según el FMI, Brasil está encaminado en la buena senda, con “una recuperación mucho más rápida de lo esperado” (ver aparte). Segundo, si bien advierte que todavía existe “la fragilidad de la percepción de los mercados financieros, como quedó demostrado de nuevo con las turbulencias de julio”, destaca que Latinoamérica volvería a crecer a tasas considerables, en especial Chile y México. Tercero, porque los principales países asiáticos recobrarían tasas de expansión económica respetables (ver cuadro).

Sin embargo, Argentina es la excepción a la regla. En comparación al informe de mayo, la caída del PBI para este año es mayor y el pronóstico de recuperación para el próximo año menor.

Por lo tanto:
Argentina crecerá un tercio del promedio de los países subdesarrollados. Más precisamente, menos de un tercio de lo que lo hará Africa y Asia; menos de la mitad del promedio latinoamericano, y la mitad del promedio de Medio Oriente.

Entre los más de 130 países que integran el FMI, sólo Kuwait y Arabia Saudita la pasarían peor.

En épocas de estabilidad financiera, los países “emergentes” deberían crecer más que los desarrollados, porque, al ser la dotación de capital menor, los rendimientos son mayores. Así es como los economistas justifican, en Washington, la idea de la convergencia de los países “en vías de desarrollo” al Primer Mundo. Sin embargo, para el Fondo, Argentina quedaría muy abajo en relación al ritmo de expansión del Primer Mundo. E incluso, la mayoría de los países europeos crecerían el doble.

Un pronóstico tan sombrío, en especial después de un año de profunda recesión, tiene varias implicancias:

La más obvia es social: la desocupación no sólo no bajaría sino que muy probablemente aumentaría. En tanto, sería aún más intensa la presión a labaja de los salarios, con la que amenazan tanto Domingo Cavallo como Ricardo López Murphy.

Plantearía un serio problema para el sostenimiento de la Convertibilidad. Menor actividad económica significa menor recaudación tributaria, y por lo tanto más déficit fiscal. En los cálculos de las consultoras privadas, aún con el producto moviéndose al 3,5 por ciento como prevé Roque Fernández, el déficit duplicaría los 4500 millones acordados con el FMI. Por cada punto menos de PBI hay que sumar entre 800 y 900 millones más de déficit.

Según los ejercicios que hacen en diversos bancos de inversión, aún con las cuentas fiscales en línea con el Fondo y con una tasa de interés dos puntos menor a la actual, la economía necesita crecer un mínimo de 2,5 por ciento para que no aumente el nivel de la deuda en relación al producto. Este es otro de los indicadores de solvencia que los inversores miran con aprensión a la hora de decidir si financian o no a un país.

Conclusión: aun con un fuerte ajuste fiscal, la Convertibilidad transitaría por un estrecho sendero delimitado por las escasas oportunidades de inversión y el miedo de los financistas al default estatal.

Consultado por el tema, un técnico del organismo le dijo a Cash, desde Washington, que “el pronóstico es el más probable con la información que tenemos hasta hoy”. La misma fuente relativizó la probabilidad de que se concrete en la realidad el shock de confianza poselectoral con que imaginan los candidatos la salida del pozo recesivo. En tanto, enumeró las dudas que despierta la Convertibilidad, las cuales están reflejadas en el propio WEO: necesidades de financiamiento crecientes en el 2000; un déficit fiscal que inquieta a los mercados; y un rojo en la cuenta corriente del sector externo, pese la contracción económica, elevado. Esto último, según el funcionario, refleja los problemas de competititivad de una economía con tipo de cambio fijo en un mundo devaluado.

Tanto José Luis Machinea como Roque Fernández descreen del pronóstico del FMI. Dicen que con Convertibilidad o se crece mucho o se cae en un pozo, pero que, con este régimen, no existe término medio. La mejor prueba –argumentan– es la experiencia reciente, cuando la economía convertible anduvo a los saltos: alternando la brutal recesión del tequila y la actual, con años de alto crecimiento. Piensan que, con algo de suerte (mejora de precios de las commodities, baja del costo financiero), el nuevo gobierno alentaría a los inversores a apostar en el país, recreando el círculo virtuoso de otros años. Y especulan con que las pálidas del FMI son una estrategia para negociar cláusulas más duras de ajuste después de la elecciones.

En el Fondo, descartan esta teoría, a la que califican de “conspirativa”. Pero dan validez a la idea de que con Convertibilidad no existen términos medios. Dicen que hoy las chances están balanceadas entre el escenario de despegue rápido y el de crisis.


Cada vez menos tipos de cambio fijo
Lecciones de los ‘90

Al comienzo del WEO, el Fondo Monetario se refiere a las “lecciones de los noventa”. E identifica cuatro aspectos que diferencian a esta década de los años ochenta. Ellos son los siguientes:

La inflación ha sido reducido a su menor nivel en los últimos 40 años.

La integración de los mercados financieros ha avanzado a una velocidad inusitada y los flujos de capitales hacia los mercados emergentes alcanzaron una escala sin precedentes.

Históricamente, el ciclo económico de los países subdesarrollados se relacionaba positivamente con la marcha de los países industriales, debido al impulso que significaba el precio de las commodities que exportan los primeros. Sin embargo, esta lógica se partió en los noventa.Cuando los países centrales atravesaron etapas de estancamiento el crecimiento se aceleró en los mercados emergentes, motorizado por el combustible de los capitales golondrina en busca de rentabilidad. Precisamente, por este motivo, con Estados Unidos creciendo arriba del 3 por ciento, en una fase de expansión ininterrumpida desde principios de la década, hay quienes dicen que países como Argentina se vuelven poco atractivos, en especial si, como pronostica el FMI, muestran tasas de crecimiento pobres.

Finalmente, el Fondo afirma que “los tipos de cambio flexibles se han vuelto predominantes”. El informe asegura que “con las excepciones de los regímenes de Convertibilidad exitosos (como Argentina y Hong Kong son los más destacados) la tendencia generalizada es ir hacia tipos de cambio flexibles”. Y explica que estos regímenes cambiarios “reflejan más claramente las diferentes oportunidades de inversión en la economía” y “disminuyen la volatilidad en los flujos de capitales”. En otras palabras, contribuyen a que las inversiones no se concentren exclusivamente en el sector servicios y disminuye los riesgos de una salida masiva de capitales, cuando cambia el humor en los mercados.


Brasil “se recuperó más rápido de lo esperado”
O milagro mais grande do mundo

Para el Fondo Monetario, el gigante resurgió de las cenizas. “Subyacente a una recuperación en Brasil más rápida de lo esperado, se encuentra la firme determinación en la implementación del plan de estabilización, lo que ha llevado a la veloz reconstrucción de la confianza en la economía a partir de mayo”, dice el informe del organismo, en el que contrastan los elogios al socio mayor con las dudas que se siembran sobre Argentina. Para tener en cuenta desde este lado de la frontera, el FMI calcula la devaluación real de la moneda brasileña en 35 por ciento.
Para los técnicos del Fondo, la economía brasileña tocó un piso a fines del año pasado y empezó a recuperarse en la primera mitad del ‘99, “un resultado mucho mejor del esperado después de la crisis de enero”, reconocen. Si bien insisten con que el déficit fiscal es todavía elevado y deberá reducirse para disminuir la vulnerabilidad financiera, en Washington, ahora, parecen más preocupados por otros países de la región, empezando por Argentina. “En Brasil, la recesión asociada con la crisis ha sido menos severa de lo que se temía, pero existe una incertidumbre considerable por el contagio a otros países de la región”, advierten.
“Con el tipo de cambio estabilizado después de la sobrerreacción inicial, y con los efectos sobre la inflación controlados, las autoridades han sido capaces de reducir sostenidamente las tasas de interés”, explica el documento. Y agrega: “Mayores ingresos tributarios y firmes controles en el gasto público lograron mantener el superávit fiscal primario (antes del pago de intereses) por arriba del objetivo fijado para 1999 y esto, combinado con menores tasas de interés y un tipo de cambio más alto, empezó a revertir el aumento de la deuda pública de los años recientes”. Luego se refiere a los beneficios que debería mostrar próximamente la devaluación sobre las cuentas externas brasileñas: “Es de esperar sustanciales ganancias en la participación en los mercados de exportación en el futuro, dado la devaluación real del 35 por ciento durante la primera mitad del año”, afirma. Obviamente, y más allá de las condiciones objetivas en que se encuentra Brasil, semejante optimismo tiene que ver también con los compromisos asumidos por el FMI con el gobierno de Cardoso, en el que se juegan ambos por igual la poca reputación que les queda.
Otro de los países otrora en crisis y hoy estrella del Fondo es México, que “ha mejorado sus perspectivas de crecimiento, el cual está liderado por fuertes exportaciones industriales y un reciente repunte en el consumo doméstico. Pero que, por sobre todo, está aprovechando el motor de la de la economía norteamericana, su principal socio comercial, que –como dice el informe– “se halla en la fase expansiva más prolongada desde mediados del siglo XIX”.

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