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DES
economías
Por Julio
Nudler
Aunque Juan Carlos Pugliese
no lo creyera, en la economía pesa más a la postre el corazón
que el bolsillo. Quienes más compran según asegura
un estudio de la agencia publicitaria Bozell Vázquez y GEA Estudios
de Mercado no son los que más plata tienen, sino quienes
disfrutan de un mejor estado de ánimo, los más optimistas.
Esto podrá no ser demasiado novedoso para los economistas modernos,
habituados a valorar las expectativas, pero aun así conduce a conclusiones
sorprendentes. Como la de juzgar que un indicador llamado INCO (porque
mide la Confianza y el Optimismo) es más útil para detectar
compradores que el nivel socioeconómico (NSE) al que ellos pertenezcan.
Por este camino, la pobreza sólo consistirá en un estado
de ánimo, como suele decirse de la vejez. Así es que BV
explica que quienes ven positivamente el presente y tienen mejores
perspectivas son los que han comprado más, perteneciendo a distintos
niveles socioeconómicos, y no los que tienen más posibilidades
económicas reales. Hay que tener presente agrega que
el grupo que se define por su INCO alto (es decir, que tiene más
confianza y optimismo) está compuesto por gente de distintos NSE.
El estado de ánimo tiene tanta importancia que da lugar a autopercepciones
desconcertantes. Así, según esta investigación, en
el bimestre junio-julio, la gente situada en el nivel D1 (es decir, rayano
en la indigencia) no se veía tan mal como podría suponerse
desde afuera. El 1 por ciento de los interrogados de esa napa sumergida
respondieron: Vivimos bien, sin apremios (sólo el 2
por ciento de los ABC1 contestaron igual, ¿aunque entenderán
todos del mismo modo qué cosa es vivir bien?). Otro 31 por ciento
de los de más abajo fueron algo más medidos, exhibiendo
saludable frugalidad: Vivimos bien pero controlamos ciertos gastos.
Apenas uno de cada cinco de los D1 evaluaron estar muy escasos de recursos.
Para los negocios lo que cuenta, como se ve, es la buena onda, porque
si el estado de ánimo cae, se genera un freno, una barrera
que restringe la predisposición al consumo, tanto en los niveles
altos como en los bajos. ¡Arriba los corazones!
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