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Límites
a la izquierda uruguaya
Prohibido tocar el modelo
Por
Raúl Dellatorre
Si
algún elemento hacía falta para demostrar que el discurso
del pensamiento único neoliberal ha pasado a ser un instrumento
clave de la política, la campaña electoral uruguaya lo acaba
de aportar. La izquierda agrupada en el Encuentro Progresista aparece
con las mejores chances de ganar la primera vuelta de los comicios presidenciales
el 31 de octubre, y la derecha ya le eligió la sábana para
vestirla de fantasma: la devaluación que el candidato socialista
Tabaré Vázquez traería bajo el brazo.
Pocos días atrás, un medio afín al Partido Colorado
(oficialista) había hecho referencia a las advertencias de funcionarios
del FMI, en el sentido de que un eventual triunfo de la izquierda provocaría
una retirada masiva de capitales financieros de la plaza de Montevideo.
El gobierno (futuro) puede tomar medidas, pero no puede dictarlas
en el área económica, advirtió el funcionario
holandés del Fondo Bob Traa, fijándole claramente los límites
a la futura gestión. Traa comparó al Encuentro Progresista
con el socialismo europeo, señalando que no incorporó
el cambio mental que sí se dio en Europa; siguen con la idea de
que el gobierno tiene que intervenir en toda la economía.
Las aclaraciones de los principales asesores económicos del Encuentro,
Daniel Olesker y Alberto Couriel, resultaron insuficientes para parar
la embestida contra la coalición que encabeza el Frente Amplio.
Rodolfo Nin Novoa, candidato a vicepresidente, mencionó un par
de semanas atrás que el futuro gobierno podría establecer
tipos de cambio especiales para apoyar al sector productivo. Allí
se desató una nueva ola de críticas e impugnaciones a cualquier
intento de violación de los principios del libre mercado.
Tanto el Partido Colorado como el Blanco (los otros contendientes en la
puja electoral) acusaron al Encuentro de estar planeando una devaluación.
Couriel intentó explicar las palabras de Nin. Lo que quiso
significar es que cuando un exportador requiere de algún tipo de
subsidio, se le da sobre la base de una devolución de impuestos,
pretendió aclarar. Pero no previó que estaba abriendo otro
flanco de ataque para la ortodoxia liberal, al hablar de subsidios.
Lo grave es que el senador Couriel entiende que la devolución
de impuestos es subsidiar las exportaciones. Eso lo hacen los enemigos
de Uruguay, no sus partidarios, le respondió el director
de Planeamiento y Presupuesto de la Presidencia, Ariel Davrieux, aprovechando
la sensibilidad de la gente respecto de las políticas que aplica
la Unión Europea a su producción agrícola. Los márgenes
están claros: el establishment puede aceptar cambios de tendencias
en el gobierno, pero no que el gobierno invada los terrenos que ya conquistó
el sacrosanto libre mercado.
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