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Internet reflejo del mundo

Ser digital o no ser

Por Claudio Scaletta

Las nuevas tecnologías, en tanto emergentes de transformaciones económicas más profundas, siempre encuentran en su avance antagonistas y legitimadores. Entre los primeros, los luditas –que en los albores de la revolución industrial destruían furtivamente las maquinarias de la naciente industria textil– representan el ejemplo paradigmático. La ideología dominante, en cambio, siempre ha estado entre los apologistas; históricamente presentó a las nuevas técnicas como instrumentos para la liberación del hombre en el camino hacia la sociedad armónica.
Internet –fetiche tecnológico de nuestra época– no escapa a esta dinámica. En www.i-connect.ch/uimonen/INET97sp.htm la antropóloga noruega Paula Uimonen contribuye al debate con algunos interrogantes: “¿Estamos actualmente construyendo una Sociedad de la Información Global no excluyente, o un mundo estratificado de ricos en información y pobres en información? ¿Quiénes tendrán acceso a la sociedad de la información y quiénes quedarán atrás? ¿Serán sólo los jóvenes, ricos, educados y expertos en computación que sepan inglés, los que calificarán como miembros de esta nueva sociedad? Y si fuera así, ¿en qué situación queda el remanente constituido por la mayoría de la población mundial? (...) ¿Estamos actualmente encaminándonos hacia un nuevo Renacimiento, una era de la Ilustración, o es probable que continuemos en el sendero actual de marginalidad y desintegración social? ¿Están las desigualdades existentes siendo rediseñadas, o se están reforzando, esta vez con el agregado del acceso y el no acceso a la información?”.
El espacio-tiempo virtual permite complementar desde una publicación salteña. En www.iruya.com/ent/claves/fortuny.htm las investigadoras Roxana Ortín y Marcela Fortuny sostienen que las visiones catastrófica y optimista frente a las tecnologías de la información deben tamizarse con la crítica y la cautela. Bill Gates, factótum de Microsoft, y Nicholas Negroponte, el futurólogo director del Media Lab del MIT, se cuentan –obviamente– entre los optimistas-apologistas que pregonan mejoras en la calidad de vida, los intercambios comerciales y en la democratización de la información. Para las analistas salteñas estas valoraciones armónicas ofrecen “un fuerte contraste con la minimización en el tratamiento de consecuencias inciertas o negativas tales como: ausencia de mecanismos de previsión relativos al impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad, aumento del desempleo, rol de los países que no producen tecnología de punta ni deciden al respecto”. La perspectiva optimista –agregan– forma parte del discurso monolítico neoliberal que no admite alternativas y resulta, en el mejor de los casos, de una ingenuidad y simpleza alarmantes. “La realidad ofrece elementos de análisis que difieren mucho de la posibilidad de un mundo homogéneo, más democrático, en el que se compita en paridad de condiciones”, concluyen.