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El Baúl de Manuel

Por M. Fernández López

Mutatis Mutandis

John Stuart Mill, además de insuperable expositor de economía, fue un eximio lógico. Entre los métodos del conocimiento consideraba el de la concordancia, por el cual en dos casos que solamente tienen en común una circunstancia, esta última es la causa (o efecto) del fenómeno. El método se aplica a casos históricos. Por ejemplo: no puede decirse que Herbert C. Hoover y Carlos S. Menem tengan rasgos en común. Sin embargo, la salida de ambos de sus gobiernos tuvo como marco una recesión económica, con un alto índice de desempleo, cuyas administraciones fueron incapaces de resolver. En el caso de Hoover, confió la solución enteramente al mercado e hizo el pronóstico erróneo de que la caída económica duraría poco. En esto último le acompañó el mayor economista norteamericano, Irving Fisher. Ambos se equivocaron: ni el mercado resolvió el problema, ni la solución tardó poco en llegar. A Hoover le costó la reelección. A Fisher, perder su fortuna invirtiendo en valores cuyo precio caería a cero. Desde luego, la comparación se limita a unos pocos rasgos. En otros, debe cambiarse lo que haya que cambiar (mutatis mutandis, como dicen los economistas): Hoover se retiró de la política; Menem, todo lo contrario. La analogía sería perfecta si su continuador, Fernando de la Rúa, fuese comparable con F.D.Roosevelt. Y aquí el panorama es variopinto, pues Roosevelt tomó el fracaso de Hoover en materia de empleo como un grito de guerra, convocando a todas las fuerzas de la nación a un esfuerzo supremo. De la Rúa puso al desempleo como un objetivo más, entre otros como moralizar la administración pública, bajar la inseguridad, etc. Pero si hay que señalar una declaración enfática y en voz alta del presidente electo es: “un peso un dólar”. Vale decir, la estabilidad del tipo de cambio, o estabilidad del poder adquisitivo de la moneda en términos de bienes y servicios importados. Roosevelt no sólo habló del desempleo en la campaña electoral. Una vez en funciones, habló al Congreso y apeló a todas las fuerzas vivas, no haciendo de la batalla contra el paro forzoso una concesión del Estado sino un esfuerzo que requería del aporte de todos. Su Autoridad del Valle Tennessee fue una experiencia grandiosa y única, que podría repetirse aquí a lo largo del Paraná. Pero el camino no era fácil, y al transcurrir los cuatro años que hoy tiene De la Rúa por delante, en 1937, reapareció la recesión.


Vicente Vázquez Presedo (1928-1999)

Es muy penoso tener que despedir a alguien a quien se trató casi toda la vida, y sin cuyo trato nuestros recuerdos y experiencias nunca hubieran sido los mismos. Vicente Vázquez Presedo había nacido un 4 de julio de 1928, en Oleiros, el mismo pueblo que algunos años antes alumbró a una de las cumbres del análisis económico en la Argentina, don José Barral Souto, con quien Vázquez Presedo colaboraría y a quien, finalmente, sucedería en su sitial de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Estudió la secundaria en el Hipólito Vieytes, de Buenos Aires, y luego en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA (1946-52). Inició su carrera docente en 1951, como ayudante del Instituto de Política Económica, que dirigía Ovidio V. Schiopetto, y luego como ayudante de Análisis Matemático (1953). Completó su formación humanística en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. En 1956-58 estudió matemática y física en Munich y Göttingen. Al regresar, tuvo activa participación al crearse en 1959 la carrera de Licenciado en Economía, en especial en Matemática para Economistas, al lado del gran maestro Elías A. De Cesare. En 1961 fue becado por el gobierno francés para perfeccionar su conocimiento de Estadística en París. En 1963 compartió con Raúl E. Cuello una beca para estudiar Planificación Económica, ofrecida en el Programa de Desarrollo de la Escuela de Economía. Hacia 1965 la nueva historia económica llegó a través de Estudios de historia econométrica, de Conrad y Meyer, obra que influyó de inmediato en sus enfoques. Entre 1965 y 1968 trabajó en la Universidad de Oxford y en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UBA, y el resultado fue su ya clásico El caso argentino: migración de factores, comercio exterior y desarrollo 1875-1914, que publicó Eudeba en 1971. Le siguió Crisis y retraso: Argentina y la economía internacional entre las dos guerras (1978). En su paso por la cátedra de economía produjo Lecciones de economía experimental (1971) y Principios de Economía (1983). Amó a la metaeconomía, y ello le llevó a investigar el léxico técnico de los economistas, fruto de lo cual fue Vocabulario avanzado de la Economía (1981). El estudio de casos históricos le mostró la insuficiencia y dispersión de los datos, que reunió en Estadísticas históricas argentinas comparadas (1971, 1976), I y II, para el período 1875-1939. Aunque ya estaba alejado de la Facultad, su recuerdo quedará imborrable.