Un
enviado SOLDADO
A
impulso de melodías otoñales y versos oscuros, El Soldado
concibió Alas Rotas, su segundo disco. Después de una
aparición pública iluminada por la presencia redonda (hasta
el Indio Solari prestó la voz en un par de temas), el hombre
de Palermo Viejo repite sus canciones folk, modera el tono hasta la
languidez, y aborda cuestiones religiosas: No es que Dios perdió
el camino / El siempre estuvo acá, canta en Fe.
Voló al cielo a pedir perdón, / Claro que el Señor
no lo pudo atender / Le dijeron El te va a ver en la cruz... te verá
en la cruz, susurra en El Perdón, una balada
sombría y arreglada por un cuarteto de cuerdas, que marca un
poco el sonido del cd.
Este disco es más versátil. El primero era más
homogéneo, de canciones folk, apunta El Soldado sentado
a la mesa de un bar que bordea la placita Cortázar. No
hay un gran cambio, pero algo se nota, dice. La declaración
es acertada: no hay casi cambios, y mucho menos riesgos. Sí hay
un acercamiento a otros sonidos, como el country y el pop, pero El Soldado
sigue prefiriendo el rock, el blues y el folk en tonos graves. El
primer disco era más americano, sigue. Este creo
que es más inglés, y también, a pesar de tener
cosas acústicas, tiene bastante de eléctrico. En cuanto
a las letras, traté de tener más vuelo, no decir las cosas
de manera tan directa. Sin llegar a ser abstracto o subliminal, es más
ambiguo.
Después de vender unas 10 mil copias de su debut Tren de Fugitivos
(el efecto redondo), El Soldado se rodeó de una banda integrada
por Conejo Jovilet en guitarra, Diego Dall en bajo, Rubén
Fernández en batería y Leonora Arbiser en acordeón.
Y como para deshacerse de una vez por todas de los fantasmas ricoteros,
declara: Uno va buscando un sello personal, un estilo. No se trata
de inventar nada nuevo, pero sí de encontrar cierta personalidad.
Y creo que eso lo voy consiguiendo. De a poco.
P.P.
García
López vuelve con su banda
Aca
estoy
Seguro
que alguno pensó que había largado la viola y me había
puesto una ferretería, bromea Carlos García López.
Es que, desde fines de 1997, cuando dejó (por segunda vez) la
banda de Charly García, poco se ha sabido del virtuoso guitarrista:
apenas que grabó en el disco de Fito Páez y Joaquín
Sabina y que, de vez en cuando, despuntaba el vicio de las seis cuerdas
junto a su propio grupo, la García López Band. Pero, para
El Negro, es tiempo de volver en serio. Por eso ya tiene
registrados los demos para un segundo cd (el primero, Da Cruz, salió
en 1993) de su trío, que ahora completan Andrés Dulcet
en bajo y Pablo Maturana en batería. Y como para entrar en calor,
este sábado adelantará algunos de sus nuevos temas en
el teatro Santa María del Buen Aire, como parte de un ciclo que
la GLB continuará en el mismo escenario el 10 de julio, el 7
de agosto y el 11 de setiembre.
¿Cómo es volver a empezar de cero después
de haber tocado con alguien como Charly García?
La primera vez que me fui de la banda de Charly habíamos
tocado hasta en el Ritz de Nueva York, o sea que veníamos con
un glamour de aquellos. El golpe es medio fuerte, pero tiene su encanto,
porque ésta es mi banda. Y eso me da la fuerza para
levantar el bajón de no tener el mismo público ni tanto
glamour ni tanta producción. Hay que hacerla a pulmón.
No vamos a pegar los afiches en la calle, pero si tuviéramos
que hacerlo, lo haríamos. Sucede que, en este momento, lo mejor
que me puede pasar es tocar.
Hace poco, Andrés Calamaro dio a entender que García
había perjudicado a sus músicos y que nadie pudo sobrevivir
a esa experiencia. Fijate dónde están los que tocaron
con Charly, declaró.
Bueno, yo estoy acá, y estoy bárbaro. Podría
estar tocando con cualquiera de los grandes, como siempre lo hice, pero
quiero hacer conocer mi música. Con Charly tuvimos problemas
por cuestiones de laburo, pero lo arreglamos entre nosotros; yo no le
hice juicio ni nada. Tocar con él durante nueve años me
abrió la cabeza musicalmente. Por ejemplo, ahora compuse dos
temas acústicos, cosa que ni se me hubiera ocurrido cuando estaba
en La Torre. Y también empecé a darle más bola
a las letras, que antes no me preocupaban tanto. Para mí, Charly
es el más capo. Por eso me jode que vengan algunos y me pregunten:
Che, ¿está tan loco Charly? Está tan
loco como capo, boludo. Si no te gusta que se pinte, jodete. Por algo
es Charly, hace lo que se le canta el culo y sigue creando expectativa.
Eso no lo consigue un loco, sino un talento.
Pero hoy no volverías a tocar con él.
Ni con él ni con nadie. Le aposté todas las fichas
a la García López Band.
R.C.
CAZA
DE BRUJAS
Mucha gente olvida (o nunca se dio cuenta) de que
empecé mi banda como una crítica a estos símbolos
de desesperación e hipocresía. El nombre Marilyn Manson
nunca ha celebrado el triste hecho de que EE.UU pone
a los asesinos en la tapa de la revista Time, dándoles tanto
notoriedad como a nuestras estrellas de cine favoritas. Desde Jesse
James a Charles Manson, los medios han convertido a los criminales en
héroes. Y han creado dos nuevos cuando publicaron esas fotos
de Dylan Klebold y Eric Harris en la tapa de cada diario. No se sorprendan
si cada chico presionado tiene, de pronto, dos nuevos ídolos.
Cuando hay que echarle la culpa a alguien acerca de los asesinatos en
la secundaria de Littleton, Colorado, tiren una piedra y encontrarán
al culpable. Nosotros somos los que toleramos que los chicos tengan
armas, y los que sintonizamos un canal y vemos minuto a minuto lo que
hacen con ellas. Creo que es terrible cuando muere alguien, en especial
si es un ser querido. Pero lo más ofensivo es que, cuando estas
tragedias suceden, a la mayoría no le importan más que
el último episodio de la temporada de Friends o The Real World.
Yo estaba enmudecido al ver a los medios hacer lo que hicieron, sin
perderse una lágrima, entrevistando a padres de chicos muertos,
televisando los funerales. Después vino la caza de brujas.
Los periodistas responsables han dicho que Harris y Klebold no eran
mis fans es más, que odiaban mi música. Pero
aún si hubieran sido fans, eso no es una excusa, ni significa
que la música tenga la culpa... ¿Ustedes creen que Kip
Kinkel también fue inspirado por la música, o acaso no
es culpa de su padre, que le compró el arma que usó para
matar a sus compañeros en Springfield, Oregon? ¿Y que
es lo que le inspira a Bill Clinton a bombardear a la gente en Kosovo?
¿Fue algo que le sugirió Monica Lewinsky? ¿Por
qué justificamos un asesinato y el otro no?
Extracto
de una nota firmada por el mismísimo Marilyn Manson, a propósito
de su supuesta culpabilidad intelectual sobre los asesinatos
de Denver, aparecida en la edición norteamericana de la revista
Rolling Stone. Por si hacía falta, el texto deja
en claro la lucidez de el/la performer.