Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
NO

todo x 1,99

Clara de noche

Convivir con virus

Fue

Será

Ediciones anteriores

 

Jueves 8 de Julio de 1999
tapa tapa del No

Sobre la muerte de Mark Sandman

Canción para mi muerte

E.F.


No llegó. No pudo ser.
En “French fries w/pepper”, una de las varias páginas inspiradísimas de Like swimming, Mark Sandman canta: “En el 6/6/66 era chiquito, no entendía un carajo/ en el 7/7/77, once años después, no estaba mucho mejor/ para el 8/8/88 ya era demasiado tarde para cambiar algo/ y para el 9/9/99 espero estar sentado en el porche trasero, tomando vino tinto y cantando: ‘OoOooohhh... papas fritas con pimienta’”.
Bueno, no llegó. El domingo, Morphine se presentó en un festival en los Jardines del Príncipe, en Pallestrina, una localidad italiana cercana a Roma. Al término del segundo tema, Sandman sufrió un infarto y se desplomó, y ya no pudo ser reanimado. Quizá haya algo de belleza en esa muerte sobre las tablas, aferrado a su milagroso bajo de dos cuerdas, base de los hipnóticos climas del grupo. Pero la muerte nunca es buena compañera, y entonces queda la tristeza por el adiós de un músico enorme, la misma melancolía que exudan sus canciones, la introspección de un tipo que se tuteaba con la oscuridad.
Mark Sandman tenía 46 años, un proyecto fallido llamado Treat Her Right y una banda en la que sus obsesiones artísticas se plasmaron de la mejor manera: las pruebas están ahí, en Good (1992), Cure for pain (1993), Yes (1995), Like swimming (1997) y el compilado B-Sides and otherwise. Hablaba un castellano casi perfecto y poseía un ácido sentido del humor; todas esas cualidades quedaron de manifiesto en los shows de Dr. Jekyll, en junio del ‘97. En esa ocasión, en un reportaje realizado para este diario, Sandman respondió a una consulta puntual sobre el arte de tapa de sus cuatro discos, que representan la tierra, el aire, el fuego y el agua. “¿Qué viene ahora?”, preguntó este cronista, y el bajista de dos cuerdas, el hombre de la voz cavernosa y las letras de nivel literario, respondió “Bueno... el próximo será desde el espacio exterior”. Parece macabro, pero a él le gustaría la broma.


Encuentro con ¿el diablo?


DANIEL TOGNETI

Nunca pensé encontrarme con el diablo tan vivo y sano como vos y yo. La cuestión es que Fidel Castro Ruz, 72 años, metro noventa de estamenta, líder de la Revolución Cubana, guerrillero que cambió la fajina por el traje oscuro más acorde con los tiempos que corren, mito/leyenda/prócer del siglo doble XX que ya terminó, es para muchos el diablo.
Pero no, Fidel tiene más cosas de Jesús que de Judas, a seguir:
Tiene barba. Quizá sin opción, eligió el marxismo, una religión de ateos.
Fue educado por los jesuitas. Cuando bajó del “Granma” –barco que lo llevó a Cuba para pelear– lo recibieron a los balazos y quedaron 12 soldados (¿apóstoles?), entre ellos el Dr. Guevara, liderados por el “Uno”, como lo apodaban en Sierra Maestra. Está debatiéndose con el Papa para batir los records de permanencia en el top one. Acreedor de un análisis marxista casi religioso de la realidad, pronostica un Apocalipsis (de hecho estuvo al borde de uno, como protagonista, durante la crisis de los misiles del ‘62). ¿Acaso alguna vez estuvo el mundo tan cerca de desaparecer?
Mundo unipolar, fin de la historia, globalización, discurso hegemónico, frente a esto Fidel parece un outsider que pateó el tablero de ajedrez cuando los demás quieren jugar al senku.
Pero, vamos a los bifes. La semana pasada en Río de Janeiro hubo una reunión de 48 jefes de Estado y Fidel. Contexto: ciudad tomada, 11.000 militares custodiando, putas, mendigos y pixotes (los pibes de la calle, de allá) fueron raleados de las tradicionales tarjetas postales, para que Río vuelva a ser la “Cidade Maravilhosa”, al menos por 2 días. Seguridad: Fidel llega acompañado de 110 hombres cubanos asignados a evitar un atentado contra su persona. 53 de ellos tenían permiso de la policía brasileña para portar armas.
Habíamos llegado a Río para la cobertura de la Cumbre, con el secreto deseo de poder tener un contacto con él. Sabíamos que no era fácil. Empezamos mal, muy mal, mientras Fidel hablaba con periodistas, nosotros nos encontrábamos en algún lugar de la ciudad derrochando nuestra energía en presidentes que se veían inaccesibles. Nos ocupamos de un clásico: la comitiva argentina en los viajes, léase Kohan, Zulemita, Roque, Di Tella, Gostanian y Elsa Serrano, entre otros. Eso sumado a algunos chistes con mandatarios de Venezuela, Paraguay y países varios.
Faltaba el Comandante.
La Cumbre terminó. Teníamos el dato que Fidel tenía una cena pendiente con su nuevo amigo en la región, el presidente venezolano Hugo Chávez. El lugar elegido: el hotel de Chávez. Allí fuimos y nada, ningún coche oficial cubano. La moral de la tropa baja, escaseaba el tiempo y el viejo guerrillero se mostraba huidizo. Fernando Lojo, productor, toma las riendas y decide cruzar Río hasta llegar al hospedaje de Fidel. Buena noticia: el Mercedes Benz negro y blindado que especialmente se hizo traer de Cuba descansaba en la puerta. Mala noticia: acaba de hablar una hora para la prensa en el lobby. No todo está perdido, los movimientos indican que está por bajar. Los guardaespaldas toman posiciones, nos paramos, y se ponen delante de nosotros. Aparece Fidel, conversa con una periodista del Jornal do Brasil (bonita ella), no nos podemos acercar, no nos dejan. Le gritamos: “Comandante, para la televisión argentina, un mensaje”. Fidel gira su cabeza, su canciller Felipe Pérez Roque le señala la cámara, y, en cámara lenta, muy lenta, se acerca a nosotros. Tres, dos, uno, cero. Fidel Castro está al lado mío. Ahora viene lo mejor.
Fueron 45 minutos de conversación, casi un monólogo. ¿Quién se anima a interrumpirlo? Algunos conceptos. El Che y su versión actual apta para merchandising: “Es el personaje del siglo, su sueño era hacer la revolución en la Argentina. El se hubiese reído de todo eso”. SubComandante Marcos: “Escribe muy bien, me gustaría conocerlo”. Menem: “Es mi amigo, cuando estamos en privado me trata bien, cuando habla con laprensa es otro. Hay dos Menem”. Novias: “Estoy enamorado de todas las mujeres del mundo. platónicamente”. Clinton-Monica: “No tengo becarias, no juzgo a Clinton, además dejé de fumar habanos”. Maradona: “Lo admiro, ha sido muy honesto en reconocer los problemas que tiene”. Jesús: “Si hubiese nacido en el siglo pasado sería comunista. Nosotros también queremos multiplicar los peces, repartir el pan y el vino. Además en la Biblia no hubo solo caso de indigestión”.
Esto decía Fidel, en vivo y en directo, a 30 infinitos centímetros de mí. Cada tanto me tomaba del brazo y me miraba a los ojos, si quería afirmar algo. Era como un sueño: “¿Te imaginas si viene Fidel solo y le podés preguntar lo que quiera?”, cuantas veces lo habremos pensado con los productores del programa. Mientras esto sucedía me miraba con Fernando Lojo, y Miguel “Manchita Voraz” Azpiroz (el hombre que pasará a la historia como el que se negó a sacarse una foto con él), y no lo podíamos creer. Te repito, parecía un sueño. Se pueden hacer muchos juicios de valor sobre Fidel y la Revolución Cubana. Es más, estuve en Cuba y vi cosas que no me gustaron y también vi salud y educación de primera en un país pobre que vive del turismo y el monocultivo. El mundo les es adverso, no es fácil 40 años de bloqueo de EE.UU. Pero nadie debe tener dudas de que Fidel es uno de los tipos más grosos que quedan en el mundo. Todos lo admiran, hasta sus enemigos. Por último, sólo quiero decirles que estoy muy feliz de haberlo entrevistado.
Estuvo chévere.

Una primera parte de esta entrevista con Fidel Castro para “Caiga quien caiga” fue emitida el martes y un segmento más extenso se verá el próximo martes 13.