Sobre
la muerte de Mark Sandman
Canción
para mi muerte
E.F.
No
llegó. No pudo ser.
En French fries w/pepper, una de las varias páginas
inspiradísimas de Like swimming, Mark Sandman canta: En
el 6/6/66 era chiquito, no entendía un carajo/ en el 7/7/77,
once años después, no estaba mucho mejor/ para el 8/8/88
ya era demasiado tarde para cambiar algo/ y para el 9/9/99 espero estar
sentado en el porche trasero, tomando vino tinto y cantando: OoOooohhh...
papas fritas con pimienta.
Bueno, no llegó. El domingo, Morphine se presentó en un
festival en los Jardines del Príncipe, en Pallestrina, una localidad
italiana cercana a Roma. Al término del segundo tema, Sandman
sufrió un infarto y se desplomó, y ya no pudo ser reanimado.
Quizá haya algo de belleza en esa muerte sobre las tablas, aferrado
a su milagroso bajo de dos cuerdas, base de los hipnóticos climas
del grupo. Pero la muerte nunca es buena compañera, y entonces
queda la tristeza por el adiós de un músico enorme, la
misma melancolía que exudan sus canciones, la introspección
de un tipo que se tuteaba con la oscuridad.
Mark Sandman tenía 46 años, un proyecto fallido llamado
Treat Her Right y una banda en la que sus obsesiones artísticas
se plasmaron de la mejor manera: las pruebas están ahí,
en Good (1992), Cure for pain (1993), Yes (1995), Like swimming (1997)
y el compilado B-Sides and otherwise. Hablaba un castellano casi perfecto
y poseía un ácido sentido del humor; todas esas cualidades
quedaron de manifiesto en los shows de Dr. Jekyll, en junio del 97.
En esa ocasión, en un reportaje realizado para este diario, Sandman
respondió a una consulta puntual sobre el arte de tapa de sus
cuatro discos, que representan la tierra, el aire, el fuego y el agua.
¿Qué viene ahora?, preguntó este cronista,
y el bajista de dos cuerdas, el hombre de la voz cavernosa y las letras
de nivel literario, respondió Bueno... el próximo
será desde el espacio exterior. Parece macabro, pero a
él le gustaría la broma.
Encuentro
con ¿el diablo?
DANIEL
TOGNETI
Nunca
pensé encontrarme con el diablo tan vivo y sano como vos y yo.
La cuestión es que Fidel Castro Ruz, 72 años, metro noventa
de estamenta, líder de la Revolución Cubana, guerrillero
que cambió la fajina por el traje oscuro más acorde con
los tiempos que corren, mito/leyenda/prócer del siglo doble XX
que ya terminó, es para muchos el diablo.
Pero no, Fidel tiene más cosas de Jesús que de Judas,
a seguir:
Tiene barba. Quizá sin opción, eligió el marxismo,
una religión de ateos.
Fue educado por los jesuitas. Cuando bajó del Granma
barco que lo llevó a Cuba para pelear lo recibieron
a los balazos y quedaron 12 soldados (¿apóstoles?), entre
ellos el Dr. Guevara, liderados por el Uno, como lo apodaban
en Sierra Maestra. Está debatiéndose con el Papa para
batir los records de permanencia en el top one. Acreedor de un análisis
marxista casi religioso de la realidad, pronostica un Apocalipsis (de
hecho estuvo al borde de uno, como protagonista, durante la crisis de
los misiles del 62). ¿Acaso alguna vez estuvo el mundo
tan cerca de desaparecer?
Mundo unipolar, fin de la historia, globalización, discurso hegemónico,
frente a esto Fidel parece un outsider que pateó el tablero de
ajedrez cuando los demás quieren jugar al senku.
Pero, vamos a los bifes. La semana pasada en Río de Janeiro hubo
una reunión de 48 jefes de Estado y Fidel. Contexto: ciudad tomada,
11.000 militares custodiando, putas, mendigos y pixotes (los pibes de
la calle, de allá) fueron raleados de las tradicionales tarjetas
postales, para que Río vuelva a ser la Cidade Maravilhosa,
al menos por 2 días. Seguridad: Fidel llega acompañado
de 110 hombres cubanos asignados a evitar un atentado contra su persona.
53 de ellos tenían permiso de la policía brasileña
para portar armas.
Habíamos llegado a Río para la cobertura de la Cumbre,
con el secreto deseo de poder tener un contacto con él. Sabíamos
que no era fácil. Empezamos mal, muy mal, mientras Fidel hablaba
con periodistas, nosotros nos encontrábamos en algún lugar
de la ciudad derrochando nuestra energía en presidentes que se
veían inaccesibles. Nos ocupamos de un clásico: la comitiva
argentina en los viajes, léase Kohan, Zulemita, Roque, Di Tella,
Gostanian y Elsa Serrano, entre otros. Eso sumado a algunos chistes
con mandatarios de Venezuela, Paraguay y países varios.
Faltaba el Comandante.
La Cumbre terminó. Teníamos el dato que Fidel tenía
una cena pendiente con su nuevo amigo en la región, el presidente
venezolano Hugo Chávez. El lugar elegido: el hotel de Chávez.
Allí fuimos y nada, ningún coche oficial cubano. La moral
de la tropa baja, escaseaba el tiempo y el viejo guerrillero se mostraba
huidizo. Fernando Lojo, productor, toma las riendas y decide cruzar
Río hasta llegar al hospedaje de Fidel. Buena noticia: el Mercedes
Benz negro y blindado que especialmente se hizo traer de Cuba descansaba
en la puerta. Mala noticia: acaba de hablar una hora para la prensa
en el lobby. No todo está perdido, los movimientos indican que
está por bajar. Los guardaespaldas toman posiciones, nos paramos,
y se ponen delante de nosotros. Aparece Fidel, conversa con una periodista
del Jornal do Brasil (bonita ella), no nos podemos acercar, no nos dejan.
Le gritamos: Comandante, para la televisión argentina,
un mensaje. Fidel gira su cabeza, su canciller Felipe Pérez
Roque le señala la cámara, y, en cámara lenta,
muy lenta, se acerca a nosotros. Tres, dos, uno, cero. Fidel Castro
está al lado mío. Ahora viene lo mejor.
Fueron 45 minutos de conversación, casi un monólogo. ¿Quién
se anima a interrumpirlo? Algunos conceptos. El Che y su versión
actual apta para merchandising: Es el personaje del siglo, su
sueño era hacer la revolución en la Argentina. El se hubiese
reído de todo eso. SubComandante Marcos: Escribe
muy bien, me gustaría conocerlo. Menem: Es mi amigo,
cuando estamos en privado me trata bien, cuando habla con laprensa es
otro. Hay dos Menem. Novias: Estoy enamorado de todas las
mujeres del mundo. platónicamente. Clinton-Monica: No
tengo becarias, no juzgo a Clinton, además dejé de fumar
habanos. Maradona: Lo admiro, ha sido muy honesto en reconocer
los problemas que tiene. Jesús: Si hubiese nacido
en el siglo pasado sería comunista. Nosotros también queremos
multiplicar los peces, repartir el pan y el vino. Además en la
Biblia no hubo solo caso de indigestión.
Esto decía Fidel, en vivo y en directo, a 30 infinitos centímetros
de mí. Cada tanto me tomaba del brazo y me miraba a los ojos,
si quería afirmar algo. Era como un sueño: ¿Te
imaginas si viene Fidel solo y le podés preguntar lo que quiera?,
cuantas veces lo habremos pensado con los productores del programa.
Mientras esto sucedía me miraba con Fernando Lojo, y Miguel Manchita
Voraz Azpiroz (el hombre que pasará a la historia como
el que se negó a sacarse una foto con él), y no lo podíamos
creer. Te repito, parecía un sueño. Se pueden hacer muchos
juicios de valor sobre Fidel y la Revolución Cubana. Es más,
estuve en Cuba y vi cosas que no me gustaron y también vi salud
y educación de primera en un país pobre que vive del turismo
y el monocultivo. El mundo les es adverso, no es fácil 40 años
de bloqueo de EE.UU. Pero nadie debe tener dudas de que Fidel es uno
de los tipos más grosos que quedan en el mundo. Todos lo admiran,
hasta sus enemigos. Por último, sólo quiero decirles que
estoy muy feliz de haberlo entrevistado.
Estuvo chévere.
Una primera parte de esta entrevista con Fidel Castro para Caiga
quien caiga fue emitida el martes y un segmento más extenso
se verá el próximo martes 13.