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Jueves 15 de Julio de 1999
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Un luthier se dio el lujo de juntar a Cerati y al Chizzo en un mismo disco

LA CLINICA DEL DR. RAMOS

Andy trabaja desde hace 16 años con buena parte de la comunidad rockera argentina, construyendo, reparando y curando instrumentos. El resultado de la relación toma forma, ahora, con un disco en el que cantan los Gustavos y otros tantos músicos notorios, por el placer de hacerlo para un buen amigo. Aquí, la historia.

¿Cuánto costaría y quién pudiera juntar a Gustavo Cerati y al Chizzo en un disco? ¿Y si se sumaran Ricardo Tapia, Richard Coleman, Jota Morelli, Beto Zamarbide, Ricki Sáenz Paz, Ulises Butrón, Alfredo Toth y el Negro García López? El “culpable” no es un visionario productor, ni siquiera una entidad de defensa de los derechos de los peones de campo, ni tampoco una fundación para la reivindicación del navegador Netscape. El hombre capaz de unir las gracias totales con el blues boliviano fue !un luthier! Andy Ramos, con paciencia y alma de entrenador de fútbol, se tomó tres largos años y al final logró que todos ellos y más aportaran sus habilidades musicales sin cobrar un solo peso. “El único que quiso guita fue Oscar Moro. Por supuesto le dije que no, me parecía ridículo que Cerati y Chizzo ni mencionen la palabra plata y él reclame su cachet como si se tratara de un trabajo profesional”, revela. Parece casual, pero no lo es. Ramos, guitarrista egresado del De Falla, anónimo por militancia y alumno de Malosetti padre, debe su poder de convocatoria a los 16 años que lleva trabajando como luthier personal de Fito Páez, Peligrosos Gorriones, Los Pericos, Los Brujos, Soda Stereo, Charly García, Diego Frenkel y Los Cadillacs, por nombrar algunos clientes notables.
“A Gustavo lo conozco hace mucho tiempo. Trabajé con él en los discos de Soda Stereo y hasta tenemos el mismo peluquero. Mi primera idea había sido hacer un disco solista con su producción artística. Pero como él estaba ocupado –eran los tiempos de la separación de Soda–, no pudo. Sin embargo, se comprometió a participar del disco. El tema que canta es una chacarera moderna", informa Ramos sobre "Chaca new", la canción que lleva la voz de Cerati. La participación del líder de La Renga tiene otra historia: “A Chizzo lo llamamos por teléfono para que venga a cantar. Y lo hizo con la mejor predisposición. Y eso que yo no había tenido contacto personal con él antes. Solo teníamos referencias mutuas, pero nunca nos habíamos cruzado. 'Decir mentiras' es bien power trío”.
“Nadie sabía lo que venía a grabar, pero confiaban en mí. Sino, ni se hubiesen molestado”, cuenta. A Beto Zamarbide, histórico metálico criollo, el luthier lo enganchó dos días antes que regresara a EE.UU. Había venido al país para editar el disco de Logos. Ramos lo vio, lo fue a buscar a Chacarita, se tomaron el 71 y se metieron en el estudio para hacer “Alguna vez”.

–¿Cómo hiciste para ganarte el sí gratis de tantos músicos para que participen de un trabajo que todavía no está resuelto comercialmente?

–Porque saben que soy auténtico. Y además tengo una gran amistad con casi todos. Date cuenta de que a estos tipos, le pagues lo que le pagues, no van a grabar tan fácilmente para cualquiera. En cambio, yo levanté el teléfono y vinieron sin hacer ninguna cuestión. Hay un respeto humano que es esencial y saben que soy un desconocido porque no me vendo, no transo.

–¿Cuál es la idea clave de este proyecto que parece tan diverso?

–Aunar distintos estilos como la chacarera, el blues y el reggae y vencer esas antinomias inservibles del tipo Soda Stereo vs. los Redondos. Buscar una esencia bien nacional, sin prejuicios de ningún tipo. Creo que las rivalidades le han hecho mal a nuestra música. Y hay que empezar a desterrarlas.

–¿Por más que la luthería sea una profesión devaluada?

–No me importa. Además ése es un problema cultural. Acá hay luthiers que se han mandado sus buenas cagadas y desprestigiaron el ambiente. Vos podés hacer una guitarra mejor que un norteamericano, pero la gente siempre va a preferir la de ellos. Nadie es profeta en su tierra, pero acá no sólo que no hay profetas. Encima son lacayos. De todas maneras, creo que el campo de la luthería en nuestro país es muy virgen. Solamente hay buenos constructores de instrumentos. Pero nadie tiene la magia de un Stradivarius, ni por asomo.

–¿No te sentís un poco cirujano, mediando entre la vida y la muerte cuando “curás” guitarras?

–Laburo como un traumatólogo. Lo mismo que uso yo para cortar la madera de las guitarras, ellos lo usan para cortar huesos. En diferentes planos, ambas son profesiones sangrientas. Si vos ves cómo enderezan los huesos y cómo te ponen el clavo metálico, te querés morir. Lo mismo les pasa a los músicos, cuando ven que yo, para enderezar el mango de sus guitarras, giro la cabeza y le pego con un formón, se impresionan como si estuvieran en una sala de intervención quirúrgica. Un día, Coleman le había roto la cabeza a una Hammer. Lo invité a que vea cómo la reparaba. Al principio, todo bien, pero cuando agarré la agujereadora y empecé a darle al mango, dijo “me voy, porque me estoy sintiendo mal”.

CRISTIAN VITALE