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Clara de noche

Convivir con virus

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Jueves 29 Julio de 1999
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convivir con virus


Por si alguien tiene la peregrina idea de que las que siguen son historias de ficción, pues no, esto sucedió:
Situación uno: Chico conoce a chica. Se enamoran. Muy, muy profundamente. “Se respiran, se acuestan, se olfatean/ se penetran, se chupan, se demudan.” Todo muy cálido, muy poético. Pero hay un pequeño detalle: él no quiere usar forros. Se le baja, no le gusta, dice que no entiende de amores envasados. Ella intenta una discusión. Sí, después de coger. O sea, argumentos que pueden servir para la próxima vez. La chica se ha hecho más de un análisis. El chico también, pero hace mucho. Su vida sexual, dice, nunca fue muy agitada, es más, tuvo una pareja estable desde su último análisis y no cree necesario repetirlo porque CONFIA EN ELLA –es decir en su anterior pareja–. La chica enamorada, de más está decirlo, no tiene por qué confiar en LA OTRA. Pero él la obliga. ¿Cómo? No poniéndose el forro y exigiéndole a ella, a ella sí, a que se haga un análisis de vih, porque su vida sexual SI fue agitada. Conclusión: la chica enamorada no sólo debe acostarse con su amado sino también con la ex amada de él. Preguntas: ¿Quién es más peligroso? ¿Quién somete a quién? ¿Quién los cuida de embarazos no deseados?
Situación dos: Pareja enamorada emprende vacaciones por separado. A la vuelta ella comete el sincericidio de confesar una infidelidad (con forro). El comienza un largo camino de paranoia. Un día se le inflaman los ganglios, al siguiente se despierta transpirado por la noche. Toma su miedo, hace una pelota y se la devuelve a ella. La acusa de que probablemente los dos se hayan contagiado del tercero. Le exige que se haga un análisis. Ella le dice que si él es quien teme que vaya al médico y averigüe. El dice que no puede porque si se entera que tiene el virus no lo va a poder soportar. Ella accede, no le muestra el resultado y lo abandona. Pregunta: ¿Qué es lo que él no podía soportar, la idea de la enfermedad o de la infidelidad?
Preguntas, queridos amigos, que cualquiera se puede contestar usando eso que en criollo llamamos sentido común, aunque todo el mundo sabe que es el menos común de los sentidos. Por si a alguien le queda alguna duda, es bueno recordar que el sexo es una relación de poder y que las mujeres cargamos con siglos de sometimiento. De hecho la epidemia encuentra su mejor caldo de cultivo entre las mujeres de 14 a 25 años. Y ya son demasiadas palabras para los buenos entendedores que tienen este diario en sus manos.

MARTA DILLON