Por si alguien tiene la peregrina idea de que las que siguen son historias
de ficción, pues no, esto sucedió:
Situación uno: Chico conoce a chica. Se enamoran. Muy, muy profundamente.
Se respiran, se acuestan, se olfatean/ se penetran, se chupan,
se demudan. Todo muy cálido, muy poético. Pero hay
un pequeño detalle: él no quiere usar forros. Se le baja,
no le gusta, dice que no entiende de amores envasados. Ella intenta
una discusión. Sí, después de coger. O sea, argumentos
que pueden servir para la próxima vez. La chica se ha hecho más
de un análisis. El chico también, pero hace mucho. Su
vida sexual, dice, nunca fue muy agitada, es más, tuvo una pareja
estable desde su último análisis y no cree necesario repetirlo
porque CONFIA EN ELLA es decir en su anterior pareja. La
chica enamorada, de más está decirlo, no tiene por qué
confiar en LA OTRA. Pero él la obliga. ¿Cómo? No
poniéndose el forro y exigiéndole a ella, a ella sí,
a que se haga un análisis de vih, porque su vida sexual SI fue
agitada. Conclusión: la chica enamorada no sólo debe acostarse
con su amado sino también con la ex amada de él. Preguntas:
¿Quién es más peligroso? ¿Quién somete
a quién? ¿Quién los cuida de embarazos no deseados?
Situación dos: Pareja enamorada emprende vacaciones por separado.
A la vuelta ella comete el sincericidio de confesar una infidelidad
(con forro). El comienza un largo camino de paranoia. Un día
se le inflaman los ganglios, al siguiente se despierta transpirado por
la noche. Toma su miedo, hace una pelota y se la devuelve a ella. La
acusa de que probablemente los dos se hayan contagiado del tercero.
Le exige que se haga un análisis. Ella le dice que si él
es quien teme que vaya al médico y averigüe. El dice que
no puede porque si se entera que tiene el virus no lo va a poder soportar.
Ella accede, no le muestra el resultado y lo abandona. Pregunta: ¿Qué
es lo que él no podía soportar, la idea de la enfermedad
o de la infidelidad?
Preguntas, queridos amigos, que cualquiera se puede contestar usando
eso que en criollo llamamos sentido común, aunque todo el mundo
sabe que es el menos común de los sentidos. Por si a alguien
le queda alguna duda, es bueno recordar que el sexo es una relación
de poder y que las mujeres cargamos con siglos de sometimiento. De hecho
la epidemia encuentra su mejor caldo de cultivo entre las mujeres de
14 a 25 años. Y ya son demasiadas palabras para los buenos entendedores
que tienen este diario en sus manos.
MARTA
DILLON