Dos
fiestas
P.
P.
Entre
las ediciones argentinas que está dejando este invierno, hay
dos que acaban de aparecer y que comparten algo, más allá
de que sonora y conceptualmente estén en los antípodas.
Giradioses publicó por las suyas su segundo disco, Hi-Fiesta.
Los Gardelitos firmaron contrato con Sony y editaron Fiesta Sudaka (Parte
1). Los dos hablan de fiestas desencantadas, musicalizadas y relatadas
desde lugares muy distintos. Como lo anuncia en la tapa, el de Giradioses
es un disco de música estereofónica, con un
pie en la electrónica y el otro en la instrumentación,
pero los dos firmes sobre las melodías inspiradas en el easy
listening y las letras trabajadas desde la metáfora y la descripción.
La producción artística es de Daniel Melero, que canta
en dos temas el romántico Melanie y Espuma
de ananás, para acompañar la voz aniñada
y afilada de la cantante del grupo, Agustina Mendiburu Elicabe.
El
disco de Gardelitos muestra un cambio respecto de su convencionalista
primer álbum, Gardeliando. Cierta ortodoxia barrial del grupo
no desapareció, pero Fiesta Sudaka abre con un tema surfer instrumental,
arreglado con cuerdas, y parece como si de golpe la celebración
se hubiera mudado a California (o al menos a Mar del Plata). Después
le sigue el rock and roll proletario de 6 AM, al estilo
Chuck Berry, y el sonido Gardelitos se restablece para andar por el
resto del disco con algunos rhythms and blues, aires de candombe y guitarras
rockeras.
La Hi-Fiesta de Giradioses es Hi por el sonido Hi-Fi, no por el estado
de ánimo. Es una fiesta de martinis secos, mujeres de madrugada
con el rimmel corrido, humo y desencanto. Llegaban músicas
extrañas desde el combinado/ pura interferencia de los radioaficionados/
no había más disfraces ni más invitados/ sólo
fantasmas bailando semi idiotizados, describe el estribillo de
Surfiesta, y ahí está el vuelo de Roger Delahaye,
tecladista, guitarrista y escriba de la banda. La de Gardelitos es una
fiesta en los suburbios, en el patio mal iluminado de una casa en Lugano.
Desencantada también, pero por la miseria: no hay muchas chicas,
se escucha rocanrol, blues, y se toma vino barato. Del lado de afuera,
Los Gardelitos ven la fiesta de la clase burguesa y reprueban: ¡Ay!
Qué aburrida que está la fiesta/ con todas esas chetas
con cara de limón.
Los Gardelitos hablan del Comandante Marcos, de levantarse a las seis
de la mañana para ir a laburar y de estar duro como una
piedra. Giradioses habla de mujeres que seducen con la certeza
de un velocirraptor, luces de limusinas y espuma de ananáes.
Todas son ilusiones, pero reflejan dos caras de la luna del rock nacional
de esta década.
Serenata
Su
piel es de cobre, y su voz es rojo español/ Su vibra es dorada,
hasta que la mata su rabia/ Quiere ver el mundo/ Un cuerpo armonioso/
Una boca cruel como la muerte// Cabalga en una fantasía que todavía
no probó/ Se mira en cada espejo para chequear su silueta/ Los
hombres que se dan vuelta para mirarla/ Las bocinas que suenan a su
paso/ Le dan la prueba:
Desde que nació/ El amor es su juego// Me ama, Miss Argentina/
Aunque se esconde tras su sonrisa/ Es libre, Miss Argentina/ Goteando
sangre/ Con mucho estilo// Le gusta quedarse en la cama a mirar películas/
Quiere un marido que la adore y le obedezca/ Disfruta de juegos de niños,
y de juguetes de fútbol/ Se ríe sin vergüenza// Le
gustan los Rolling Stones/ Tiene un hermanito que usa remeras de los
Ramones/ Es tímida y sensible y no conoce los juegos más
duros/ Pero, loco, sabe amar// Es fácil, Miss Argentina/ Una
obra de arte sin marco/ Es libre, Miss Argentina/ Pero Venus es un juego
peligroso// Salva mi espíritu con su luz humana/ Es voraz, perezosa,
e imposible de agradar/ Se viste sexy/ Y le tiene miedo a muchas cosas/
Como estar sola// Volvió con su mamá ahora/ Tiene más
de 25 años/ Traté de conservarla, pero me enterró
vivo/ En amor y nacimiento y celos/ Y en todas las emociones liberadas/
Gritando juntas.
La
canción se llama Miss Argentina y es el track 4 del
disco Avenue B, el nuevo disco de Iggy Pop, producido por Don Was y
con participación del trío Medeski, Martin & Wood,
con edición mundial prevista para el 7 de setiembre. Semejante
declaración de amor está dedicada a su novia argentina,
hoy viviendo en el barrio de la Boca y estudiando en la facultad.
Cómo
es hacer rock en todo el país
¡Argentina!
¿Argentina?
CRISTIAN
VITALE
MENDOZA
En los últimos tres años, el rock mendocino sufrió
un proceso de cuatro etapas tan efímeras como intensas: apogeo-crisis-caída-renacimiento.
Por lo menos en cuanto a las bandas: algunas no bancaron que los circuitos
de difusión se cerraran de golpe y vinieron a probar
suerte a Buenos Aires. Karamelo Santo, que llegó hace dos años
es el ejemplo más notable. El resto se quedó a soportar
las malas en su tierra y algunos, como Los Camisones conocidos
como los Sonic Youth mendocinos lograron zafar. Y hoy, son el
orgullo de la provincia.
Al
revés de lo que pasa en otras provincias, este renacer del rock
mendocino se dio desde arriba. En el marco del ciclo Mendoza
Suena, la clase política optó por apoyar y no por combatir
la producción rocker, como pasa en otros lugares el No
ya ha informado sobre la magra situación en Santa Fe, Córdoba
o Chubut. Hay alrededor de 300 bandas de todos los departamentos
de la provincia, que están compitiendo para acceder a la grabación
de mil discos, costeados por la gobernación. Oportunismo al margen,
la iniciativa fue la causa del renacimiento. Están todos
como locos presentando demos. La provincia está convulsionada.
Hace unos meses estaba todo mal, pero ahora el rock suena en el aire.
En realidad, la iniciativa de los peronistas está buena, se están
poniendo mas o menos las pilas. Pero te queda por pensar cuánto
se chorean, es decir, si te dan esa oportunidad ¿cuántas
no te dan?, dice Martín, guitarrista de In Puribus, banda
funk-hardcore a punto de editar su primer trabajo, titulado Casco.
La nueva camada de la tierra del vino la componen grupos de variados
estilos. Si bien, se dice, es una provincia de música bolichera,
el rock tiene su ghetto. Se comprueba yendo a los recitales de Hora
Cero (hard rock de Las Heras), Anima Vil (Hip-Hop), Superamigos (rock
alter!), Golpe Bajo (Rap), Planeta Garbo (Pop a lo Soda), Slam (Hardcore),
Glamour (grupo de mujeres que intentan fusionar a los Pixies con Portishead),
Fata Morgana (que remite a ¡Pescado rabioso!), La Parlanta (latin
rock). Y El Tomate Guillermito (rock esquizo) que cuenta con handicap:
las presencias de Leonardo Maturano y Lucas Villafañe, baterista
y tecladista respectivamente de Karamelo Santo. Piro, percusionista
de los Karamelo, está instalado en Bs. As. con la banda, pero
viaja cada dos o tres meses. Y así define el panorama, desde
un costado más crítico: Mendoza es un reflejo de
lo que pasa en el país. Los jóvenes están muy desilusionados
con el sistema y cuesta armar un recital, porque se bardea automáticamente.
Hay mucha bronca contenida, mucha ansiedad que deriva de no tener lugares
para plasmar inquietudes. Martín, de Impurivus, coincide:
Cuando estábamos allá hoy viven en Capital
solíamos tocar en lugares no convencionales, como restaurantes
o quinchos. Corríamos las mesas y armábamos el show. Pero
se pudría todo y no podíamos seguir tocando. Entonces,
nos íbamos a galpones y seguíamos con la fiesta. A veces
hay que hacerse cargo.
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