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Jueves 16 de Septiembre de 1999
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MALENA D’ALESSIO, CIUDADANA RAPPER, DEFINE LOS ESCRACHES QUE ORGANIZA
Y EN LOS QUE PARTICIPA ACTIVAMENTE

Muchos se habrán preguntado por el destino de Actitud María Marta, una de las bandas de hip hop y sus derivados más prometedoras de la década. Pues bien, tras una pausa de más de un año, su cara visible anuncia el regreso y reflexiona acerca del mejor y más original método de protesta que haya creado joven alguno en la Argentina menemista.

ESTEBAN PINTOS

Malena D’Alessio sabe lo que quiere y lo quiere ya. Siempre lo supo. Ahora tiene 24 años y por momentos, casi inconscientemente, habla de su “pasado” como de algo muy pasado. “Ahora es como empezar de nuevo, y eso está bueno”, dice, e inmediatamente pregunta: “¿Sonó medio vieja eso de empezar de nuevo, no? En realidad, lo suyo bien merece un repaso: Malena irrumpió en el rock argentino de los noventa al frente, junto a una simpática morocha llamada Alicia, de Actitud María Marta, un dúo de jovencitas e iracundas raperas al frente de una banda de rap-metal. Grabaron una canción –especie de himno antipatovica de discoteca– llamada “A mí me rebota y a vos te explota”, que sorprendía desde lo explícito. Pero ésa era la canción caballo de Troya. Detrás venía “Hijo de desaparecido”, toda una declaración. Y encima, se armó todo un lío cuando quisieron colocar una foto que mostraba un reluciente sorete sobre la imagen de la nefasta junta Videla-Massera-Agosti, la primera de la última (por suerte, toquemos madera) dictadura militar. Después firmaron contrato con la multinacional Polygram y grabaron un prometedor disco debut, titulado Acorralar a la bestia, producido por el IKV Sergio Verdirame, que incluía aquellas y otras furibundas canciones.
No era casual todo aquello, claro. Malena era hija de un militante montonero, desaparecido en 1977. Los medios, rockeros y no, se echaron encima de la primera aparición más o menos pública de una “representante” de una silenciosa generación de pibes que crecieron sin sus viejos y que, peor aún, no sabían qué había sido de ellos (ni para llevarle una flor al cementerio). Malena, a regañadientes –desconfía de la mayoría de los periodistas, después de algunas experiencias poco edificantes según su testimonio– tuvo que contar algo de su historia y todo eso. El grupo iba para adelante, las chicas tenían lo suyo y durante más de un año y medio tocaron mucho. Pero después... la (casi) nada. Hasta estos días, en que Actitud María Marta ha reaparecido con nuevos integrantes –compartieron una fecha en Cemento con El Otro Yo, tocaron en San Miguel, prometen más shows–, nueva compañera rapper para Malena y nuevas canciones, que se supone irán a parar a un todavía lejano segundo disco.
Ahora Malena está sentada en un bar del centro relatando algunos pormenores de su flamante independencia familiar. En realidad, más que eso, está frente al No para contar qué fue de todo ese tiempo de “ausencia”, de lo que pasó y de lo que va a pasar, y también de lo que piensa de HIJOS, de los escraches y de la siempre latente posibilidad de un vengador. Pero primero la banda. Dice Malena, “estuve guardada desde hace un año y medio... Bah, en realidad, hacía un año y medio que no tocaba”. Y explica: “Como que se disolvió la banda. El bajista se fue, estuvimos buscando otro, ya no nos veníamos llevando bien con Alicia y en determinado momento hablamos, y ella decidió que no quería seguir. Todo venía medio mal... Son esos momentos en que salís con todo o te hundís. Y bueno, algunas cosas se hundieron y otras salieron. Yo, en un principio, no tenía muy claro qué hacer, si seguir, si hacer otra cosa. Pero poco a poco me fui dando cuenta de que me sentía plenamente identificada con el grupo, con lo que habíamos hecho. Este es mi grupo, cual hincha de fútbol que tiene la camiseta de su equipo, yo tengo la de mi grupo. Y seguimos”.
Pero parece que vos sos Actitud María Marta...
–No me cuestiono demasiado eso. Ahora somos lo que estamos. Antes Actitud María Marta tenía una formación y ahora tiene otra. Y yo estoy en las dos.
Pero, ¿sos la jefa?
–Bueno, digamos, que en este momento soy la que planteó el proyecto, la idea del grupo. Pero jefa que salgo con el palo de amasar a mandonear, no... Espero no serlo.
En todo caso, tomás las decisiones.
–En el buen sentido, sí. Me gusta dirigir lo que hago, no me gusta participar solamente... No sé, no entiendo mucho tu pregunta...
Bueno, vos sos la que rearmó la banda, escribe la mayoría de las letras, habla por la banda...
–No voy a decir de mí misma que yo soy Actitud María Marta, porque en este momento somos los que estamos. Pero, sí, yo soy la que empujé para seguir con el proyecto. Eso sí.
Malena está entusiasmada con la nueva formación, en la cual sólo se mantiene de la etapa anterior el baterista Marcelo Baraj. Ya no está Alicia, ahora está Karen (otra morocha). Y la banda suena más relajada, menos contracturada: hay canciones que siempre suenan a base hip hop pero que se permiten incorporar otros ritmos. Las épocas de distorsión extrema parecen haber quedado atrás. Actitud María Marta ya no toca “A mí me rebota y a vos te explota”, pero sí “Hijo de desaparecido”. No es para menos: Malena forma parte de la vital comisión de escraches, parte de la agrupación HIJOS, seguramente el grupo de jóvenes más creíble y activo que ha dado la década. Ellos inventaron esta particular forma de señalar a todos los asesinos y cómplices de los asesinos de la dictadura que, “gracias” a la invalorable colaboración de los dos gobiernos democráticos, pueden andar por ahí, sueltos. Los escraches la entusiasman tanto como su banda, incluso hay una nueva canción que habla de eso (ver aparte). Ahí está, asegura Malena, la mejor explicación de todo. “En general, lo que tengo que decir... El mejor lugar para realmente entenderlo está en las letras, que es donde una se expresa como quiere.” Volviendo a los escraches, la chica aclara: “En realidad, más que de HIJOS, soy parte de la comisión Escrache. Digo: somos los que los organizamos los escraches de HIJOS, porque ahora está de moda hacerlos para cualquier cosa...”
La circunstancia familiar que te tocó vivir, ¿tuvo que ver con que decidieras salir a decir las cosas públicamente en una banda de rock?
–No me creo un producto de eso, pero sí lo siento de una manera diferente y de manera más personal. Capaz que no me hubiera pasado nada, igual estaría cantando rap porque es la música que me gusta. Coinciden un par de cosas: me gusta escribir, me gusta el rap. Y bueno... Siento que tengo cosas para decir, así que fue juntar todo eso: tres por uno... (Risas.) Es cierto que en un principio mi circunstancia familiar tuvo que ver, me dio mucho empuje para salir. No bien me dieron una posibilidad de expresarme, no fui a cantar problemas de adolescentes del tipo de esos programas de la tele. Es cierto que me dio un empuje especial, pero yo siempre trato de dejar en claro –no sólo porque me haya pasado a mí, sino porque es lo que pienso– que también es una cuestión de decir lo que piensa una ciudadana. Por eso tengo esa posición de cuestionarle a la gente, que se hagan cargo, porque no es una cuestión mía o de otro hijo de desaparecidos, porque si no nada tendría sentido. No me parece que el único tema importante sea éste, me interesa hablar de este tema, principalmente porque fue una cuestión que... Cuando yo era chica, te diría que hasta era un problema decir que eras hijo de desaparecido, no te miraban bien. Y no podía creer que nadie, que ninguna banda hablara de ese tema. Me llamaba la atención que en las letras de esos grupos no dijera nada. Me parecía insólito, o por lo menos muy raro.
Y los escraches vienen a completar esa idea...
–Es que opera desde la cuestión física, no sé, vamos a la casa del chabón... Me interesa eso: ir a lo concreto. No quedarnos en el verso, que es de lo que tanto estamos rodeados. Porque además es lo que yo pregono, así que si yo misma no lo hago me sentiría una mentirosa... Ojo que sé que lo que hacemos con los escraches no es lo único para hacer en este mundo, hay miles de otras cosas. Pero con lo de los escraches, yo no me lo tomo como el hecho en sí. Lo que veo positivo de todo eso es que es una nueva manera de juntarse para los pibes, para como si fuera una banda derock.... Nosotros somos los chabones que los organizamos, tiene como una fuerza distinta a las marchas esas que van y cantan con la musiquita de “Bobby, mi buen amigo”...
Pero también deben existir hijos de desaparecidos que no quieren saber de nada de todo esto o tratan de olvidar...
–Conozco muchos...
–¿Y?
–En realidad, es medio conflictivo para mí porque, incluso gente que está muy cerca de mí, lo vive totalmente distinto. Como con mucha superación. Y de chica, eso me jodió bastante. Mucha gente me ha dicho “pero la letra de ‘Hijo de desaparecido’ habla en contra de los militares”, y sólo en el final dice algo así. En realidad, habla más de lo que nos pasa a nosotros, qué pasa con los indiferentes, qué pasa con los negadores. Es más una crítica a eso que hablar mal de los militares, que es lo mismo que decir... Está demasiado claro, como decir que la policía es mala.
Yendo al otro extremo, siempre cabe pensar en la posibilidad de que alguien de ustedes encare un tipo de “acción directa”, que busque a un tipo de ésos y...
–Una cosa es una reacción espontánea que uno puede tener. Podría pasar... ¿Quién no lo ha pensado? Otra cosa es premeditar un asesinato, que no tiene nada que ver ni conmigo ni con HIJOS ni con lo que hacían nuestros padres. Lo que hacían nuestros padres no tenía nada que ver con asesinatos, ellos luchaban por ideales no por meterle un tiro a alguien. Además eso no me representa, por más que lo debo haber dicho o pensado (sentido más que pensado). Pero cuando vas a los escraches te fluye una adrenalina muy grossa, una cosa tipo cancha pero mucho más. Y eso está muy bueno, es una buena manera de canalizar ese odio. Muy descargante, se lo recomiendo a todo aquel que esté pasando por una situación de stress... Que vaya a un escrache (risas). No, en serio, me parece que la manera que encontramos es ésa. No me gusta hablar de una cosa que por ahí es muy obvia, pero es muy cierta: los que planificaron un genocidio metódicamente y premeditadamente, fueron ellos. Mirá si encima de eso, uno se va a convertir en esa mierda. ¿De qué estamos hablando? Es ridículo. Pero yo no condenaría a nadie que por una reacción espontánea, qué sé yo, cagó a piñas a un militar o lo que sea. Al contrario, lo entiendo bastante bien.