REEDICION DE UN DISCO HISTORICO, A TREINTA AÑOS DE SU APARICION
Salve,
rey
E.
F.
El
disco se iba a llamar The cheerful insanity of Giles, Giles & Fripp,
pero a la hora de terminarlo todo había cambiado. Tanto, que
ni el grupo ni el nombre del debut eran los mismos. En julio de 1969,
King Crimson (un título derivado de una letra de Peter Sinfield
llamada In the court of the crimson King) debutó
en el lugar menos pensado: el Hyde Park londinense, frente a 650 mil
personas y como telonero de... los Rolling Stones. Poco después,
In the court of the Crimson King le daba otro sentido a la definición
rock progresivo.
Treinta años es mucho, pero aún así el debut de
KC mantiene su potencia. Remasterizado (dato no poco importante, dado
el pésimo sonido de las primeras reediciones en CD) y relanzado
por un acuerdo entre EG y Virgin, En la corte del rey carmesí
es un viaje alucinado por el desarrollo musical inglés pos Beatles,
que arranca en el desmesurado alarido dibujado por Barry Godber para
la tapa. Y que continúa con un track de apertura aún vigente,
21st. century schizoid man, épico, histérico,
preciso pero a la vez bestial. A la vez, las alturas musicales obtenidas
por el primer Crimson cobran aún más valor si se tiene
en cuenta que era un milagro que la formación se mantuviera estable
por más de cuatro meses: el largo historial del monstruo aún
hoy comandado por Robert Fripp es un constante ir y venir de músicos
y, sin embargo, cada encarnación tiene la firmeza de un grupo
de personas largamente establecido. En In the court..., Crimson es Fripp,
Ian McDonald, Greg Lake, Michael Giles y el letrista e iluminador Sinfield,
y son apenas cinco temas compuestos por innumerables partes
de ensamble invisible. A Fripp le llevaría tiempo volver a producir
un disco tan completo, y de hecho la unánime ovación con
que fue recibido el debut no volvería a repetirse. Será
por eso que el disco del grito desorbitado en la tapa resiste más
que bien la prueba del tiempo. Sin olvidar que, a las puertas del siglo
21, son muchos más los hombres esquizoides que los elfos y duendes
propuestos por otros exponentes de la misma época.
La
Vela Puerca, un nuevo descubrimiento santaolallesco
Aguante,
vo
E.P.
Las
bandas cantaban al ritmo de Beso a beso por si vivís
en un frasco, es el hit tribunero del momento. Matizando la espera,
los Redondos. Frío, mucho frío. Seis mil personas que
llegan lentamente, algunos con el termo bajo el brazo. Ah... Primer
indicio concreto de que en realidad, no es Buenos Aires, es Montevideo.
Es que este sábado que pasó, en el Teatro de Verano el
mismo de aquel fallido show Divididos + Las Pelotas no fue Sumo,
La Vela Puerca celebró con una fiel hinchada que recrea cada
uno de los tics de las bandas porteñas (aunque mucho menos agresivos,
es cierto) la aparición de su disco debut oficial, el primero
bajo la etiqueta Surco. La Vela representa el modelo de
banda barrial y concientizada a la uruguaya, sólo que no abreva
en fuentes stone sino que lo suyo es más bien del tipo ska-core
y reggae explosivo. Letras fuertes, graciosas y por momentos monotemáticas
con respecto a eso que se fuma (lo de vela no es casualidad
¿no?), una base instrumental bien potente y dos cantantes que
no paran ni un segundo. Apareció uno de los históricos
integrantes de la histórica Tabaré Riverock Band y también
el pelado Cordera, quienes junto a Gustavo Santaolalla (a esta altura,
el Jorge Griffa del rock latino), se unieron a los pibes para una caliente
versión del clásico venezolano Gavilán.
Ojo con La Vela, amigos, que ya se prenderá de este lado del
río.
En
combustion
POR
MARCELO MONTOLIVO
Primeras
Impresiones
Uno de los atributos del rock es el de shockear, de moverse ahí
donde nuestra educación/experiencia puso el límite, provocando
el posterior replanteo/ampliación de las costumbres. Desde el
pubis batiente de Elvis, pasando por el largo pelo Beatle, la ambigüedad
sexual de Bowie y todas las calamidades que representa Marilyn Manson,
hay una larga tradición de merodeadores del lado salvaje. Extrañamente,
en Argentina no se suele jugar demasiado con lo hormonal ni lo visual,
por eso sorprende la aparición de un grupo como éste.
Armados de una poética que descubre la relación sadomasoquista
sobre la que está cimentada la realidad cotidiana, trepan al
escenario con atuendos pos nucleares, potenciados por el atractivo sexy
de Lorena, la vocalista de registro espectral. Tenemos rasgos
marcados de violencia en nuestras parejas y nuestra sexualidad, energía
reprimida que volcamos en la música, declaran. Comenzaron
hace 4 años como un dúo tecno que incluía extremas
performances cuasi teatrales. Fueron agregando integrantes hasta llegar
a la temerario quinteto hardelectrónico actual. De todas
formas admiten el cambio fue gradual. Ahora estamos completamente
trastornados, y cada vez es todo más violento. Generadores
de un repertorio dañino, que busca víctimas, escucharlos
es flirtear con el peligro. Auténtico Shock Rock Argentino.
Gay
Dad
Teóricamente, el aluvión britpop ya pasó pero,
sin inmutarse, Gran Bretaña sigue escupiendo grupos de canciones
con estribillos adictivos y guitarras estridentes que tienen su espacio
en rankings y portadas de revistas. Los favoritos de ahora mismo son
Gay Dad, sin duda, dueños del nombre más llamativo de
la temporada. Liderados por el rubio, ex periodista musical Cliff Jones,
quien aclara estaba harto de entrevistar tipos que se creían
estrellas y me contestaban con monosílabos, así que decidí
hacer mis propias canciones y expresarme por otro lado. Realmente me
tomo la música muy seriamente. Los shows del grupo son
frecuentemente coronados por batallas campales, generalmente provocadas
por militantes de ultraderecha, ofuscados por el nombre del grupo y
ciertas declaraciones donde confiesan su ambigüedad sexual. Es
jodido que se infiltren en los camarines tipos con pinta de mafiosos
diciéndonos que quieren cortarnos la garganta, que saben dónde
vivimos y no nos dejarán salir vivos -confiesan, aunque,
por suerte, hay otros que nos cuentan que somos lo mejor que les ha
pasado en su vida. Más allá de las trompadas, lo
que puede escucharse en Leisurenoise (su debut largo) es un efectivo
y vaporoso pop rock que, a diferencia de los militantes britpoperos,
abre las puertas a influencias de grupos norteamericanos como Boston
y Reo Speedwagon, ingleses no-tan-cool como Queen o los ya olvidados
Bay City Rollers y, créase o no, cierto aroma mántrico
a kraut rock. Trifulca y melodías.