Por
J.N.
Puede
que esté el blindaje. ¿Pero dónde está el
motor?, preguntó uno de los diputados no aliancistas convocados
a Olivos para reclamar la aprobación a libro cerrado de los proyectos
que el Poder Ejecutivo se propone enviar esta semana al Parlamento, incluyendo
la nueva versión, con un déficit 50 por ciento mayor, del
Presupuesto 2001. El legislador se refería, por un lado, a la línea
de crédito contingente que promete encabezar el Fondo Monetario,
sometida a condiciones políticas, y, por el otro, a la visible
ausencia, en el paquete difundido por Fernando de la Rúa y José
Luis Machinea en la noche del viernes último, de medidas que impulsen
el crecimiento de la economía. El jefe de Gabinete le advirtió
tajantemente al ácido parlamentario que el conjunto de iniciativas
planteadas por el Gobierno son el piso y también el techo.
Vale decir, que no admiten modificaciones en ningún sentido. Pero
su aprobación a libro cerrado está lejos de haber quedado
asegurada tras las intensas negociaciones del fin de semana (ver páginas
6 y 7). Por tanto, hoy los mercados abrirán en un clima de incertidumbre,
después del mejor ánimo que mostraron en las últimas
horas del viernes.
Contrariando la presión ejercida desde la Casa Rosada y el Palacio
de Hacienda sobre gobernadores y parlamentarios, planteando la aceptación
del paquete oficial como una cuestión de vida o muerte para el
país, ayer la Fundación Capital distribuyó, como
siempre en domingo, su síntesis económica financiera semanal.
La entidad que encabeza Martín Redrado eligió un título
desafiante: El default (cesación de pagos) no está
a la vuelta de la esquina. Exactamente lo contrario a lo que afirma
el Gobierno para arrancarles el sí a la oposición y a los
aliancistas díscolos.
En realidad, el detallado análisis de FC fue redactado el viernes
por la tarde, horas antes de que el Presidente y su ministro de Economía
tiraran por la borda las cifras de déficit fiscal que venían
dando por ciertas. En síntesis, los redradistas, aun reconociendo
las serias dificultades del momento, aseguran que el financiamiento
para el primer trimestre del 2001 es viable, con lo que sitúan
hacia fines de marzo el momento en que la Argentina se asomaría
al abismo.
Una fuente justicialista resumió anoche a Página/12 se evaluación
tras los encuentros finisemanales: No veo a los gobernadores y al
PJ aceptando a cara o cruz este paquete. Entre los puntos que se
les atragantan a los mandatarios provinciales está el compromiso
de congelar en términos nominales y por cinco años el gasto
público. Esta imposición es aún más dura que
la actualmente vigente, que prevé no expandir las erogaciones más
de lo que crezca el Producto Bruto. En las bancadas justicialistas surgen
además fuertes cuestionamientos conceptuales, como la pretensión
de que, junto con la derogación del impuesto a los intereses que
pagan las empresas por su endeudamiento, se graven las rentas financieras
y los dividendos, como ocurre en casi todo el mundo.
Diversas fuentes coinciden en que las provincias más apretables
son las chicas que no tienen petróleo. A las que tienen las
arreglará Repsol, sugieren. En cuanto a las demás,
Economía podría arrancarles la firma a cambio de asegurarles
ayuda para que les reprogramen los vencimientos de su deuda, según
un esquema que ya vino aplicándose. Las provincias grandes, con
Buenos Aires a la cabeza, serán un hueso más duro de roer.
En todo caso, el justicialismo presenta todo menos un frente unido, ya
que ni siquiera encaró la discusión de la política
económica aplicada durante el menemismo.
Algunos economistas que asesoran a los bloques opositores señalan
que Economía intenta repetir ahora, a fines del 2000, su mismo
y fracasado enfoque de fines de 1999: plantear un ajuste fiscal para reducir
el riesgo-país, esperando que la consiguiente disminución
en las tasas de interés dispare la reactivación. En realidad,
hay una diferencia: esta vezla receta no incluye ningún impuestazo,
sino, por el contrario, algunas rebajas. Sin embargo, son consideradas
muy tibias, y ante una situación mucho más grave.
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